MEMORIA MUSICAL 2022 / Las carátulas más frikis del año
Nunca ha destacado el mercado discográfico de la música clásica por diseños originales de sus carátulas, al contrario de lo que sucede, por ejemplo, con la música pop. Quizá ello se deba a su convicción de que lo que importa en un CD, en un LP o un DVD es el contenido, no el continente. Pero una sociedad como la nuestra, sometida permanentemente al bombardeo mercadotécnico, el envoltorio siempre es importante. Ha habido en los últimos años un cambio de tendencia: se busca la originalidad en la estética (algo paradójico, porque ahora se venden menos discos físicos que nunca por mor de la pujanza de las plataformas digitales), pues no basta ya con poner la foto del director o del cantante de turno en la carátula, ni la imagen de un lugar bucólico, ni siquiera una obra pictórica de relevancia… Quien graba en nuestros días un disco es consciente de que no solo cuenta lo que se va a escuchar, sino también lo se ve. Y por eso se recurre a fotógrafos y a diseñadores gráficos especializados, en busca de una portada llamativa.
Sin embargo, en esa búsqueda de la originalidad, algunos se pasan de frenada tres pueblos (y aquí habría que precisar que no es siempre el artista el que decide cómo ha ser la portada de su disco, sino que a veces es el propio sello discográfico el que impone de manera un tanto dictatorial su criterio). Consciente de ello, SCHERZO ha decidido instaurar los Premios a la Carátula más Frikis del Año (se trata de un reconocimiento simbólico, que no lleva aparejado dotación económica ni tampoco trofeo). Que quede claro que el juicio de valor sobre estas imágenes nada tiene que ver con el contenido, pues en no pocos casos la música y la interpretación que hay en el interior alcanzan niveles extraordinarios.
Tras largas deliberaciones entre los miembros del jurado, estos Frikipremios 2022 han recaído en las siguientes carátulas:
1. El mandolinista Florian Klaus Rumpf publica en el sello Ars Produktion un disco con obras de compositores de diversas épocas, que van desde el preclasicismo (Abel) hasta nuestros días (Ishibashi, Summer, Acquavella, Hori o Kioulaphides), pasando por el siglo XIX (Calace). Los motivos piscícolas del pantalón que luce el intérprete le han animado, probablemente, a acercarse a los muelles de Hamburgo para el posado de la fotografía de la carátula. Esta claro que en este CD Rumpf se mueve como pez en el agua. |
2. El joven sopranista venezolano Samuel Mariño, junto a la orquesta La Cetra Basel y al director y clavecinista Andrea Marcon, ofrece en su segundo disco en solitario un recital con arias operísticas de Mozart, Gluck, Cimarosa y el Chevalier de Saint-George que hará, sin duda, las delicias de sus incondicionales. La imagen de la portada del CD es tan impactante que se comenta por sí sola, aunque es inevitable llamar la atención sobre el vestido y el calzado del cantante. |
3. Lang Lang nunca deja a nadie indiferente con sus portadas, pero hay que reconocer que en esta ocasión el pianista chino ha conseguido superarse. Bien es verdad que el contenido del CD (música de diferentes películas salidas de la Factoría Disney) invoca a la fantasía infantil, pero quizá se le ha ido un poco la mano con las estrellitas que flotan en torno a su piano (‘polvo de estrellas’, diría alguien). |
4. La expresión latina horror vacui se emplea para describir el relleno de todo espacio vacío en una obra de arte con algún tipo de diseño o imagen. Esta carátula del último CD del pianista chino Yi Lin Jiang es un claro ejemplo de horror vacui: multitud edificios de La Valeta (Malta) como fondo (uno de ellos, lleno de andamios), un bolso repleto de máscaras venecianas de carnaval, unos jeans con más agujeros que un queso Gruyere, tatuajes, colgantes, pendientes… En fin, no falta de nada. En el interior, obras de Albéniz, Ravel, Respighi y Schumann. |
5. De manera escueta aparece junto al título de este disco de Pentatone el nombre del intérprete: Sean Shibe. Se trata de un guitarrista. Pero no de un guitarrista cualquiera, sino de uno que emplea guitarra eléctrica. El programa no puede ser más variopinto: empieza con la abadesa Hildegaard von Bingen y concluye con Messiaen. Como en el caso de Mariño, destaca el vaporoso vestido de este músico escocés de ascendencia inglesa y japonesa. Lo que no aclara la carátula (ni tampoco el contenido del disco) es qué se le ha perdido a Shibe y lo que ha encontrado. |