MEININGEN / ‘Las hadas‘ de Wagner, en el corazón del Romanticismo
Meiningen, Teatro Estatal. 10-X-2023. Richard Wagner: Die Feen. Lena Kutzner, Marianne Schechtel, Christopher Diffey, Emma McNairy, Johannes Schwarz, Sara-Maria Saalmann. Coro del Teatro Estatal de Meiningen. Meininger Hofkapelle. Dirección musical: Killian Farrell. Dirección escénica: Yona Kim.
En 1834, cuando apenas era un veinteañero, Richard Wagner compuso su gran ópera romántica Las hadas, un título que nadie quiso representar. Hubo que esperar hasta 1888 para que Richard Strauss y Hermann Levi le prestaran atención. El maravilloso Teatro Estatal de Meiningen, de noble tradición, ha decidido inaugurar su temporada con este chispeante ‘crepúsculo romántico’, dirigido musicalmente por el joven Killian Farrell, quien ha sabido mostrar con conocimiento de causa, al frente de un sólido equipo orquestal y vocal, lo que florecía y maduraba musicalmente en este encantador milagro wagneriano. Un teatro de ópera así merece reconocimiento.
Escrita en plena época del llamado ‘romanticismo gótico’, Las hadas destila todo el opulento e imaginativo material con el que Wagner nos deleitará hasta su obra maestra final, Parsifal. La partitura está llena de destellos del Singspiel alemán, de la opulencia de la grand opéra de Meyerbeer, del delicado entramado de voces de Mendelssohn, del Freischütz de Weber y del Fidelio de Beethoven, sin olvidar las influencias italianas de Rossini. Lo que impresiona, sin embargo, es la exuberante imaginación que despliega Wagner en su búsqueda del ideal dramático-musical -que en muchos momentos prefigura Lohengrin– cuyo brillo sinfónico, cristalino y arrebatador irrumpe desde la obertura y debió de irritar la percepción del público burgués de la época. Poderosas heroínas wagnerianas, como Senta o Brünnhilde, se escuchan ya en esta obra primeriza, en la cual también hallamos el tema, central en Wagner, de la redención por el amor.
El trabajo de la directora de escena Yona Kim se basa en su exitosa producción de Genoveva, de Robert Schumann, estrenada en Mannheim en 2017; incluso la escenografía y el vestuario son parecidos. La época y el tema favoritos de Kim son el Romanticismo, y más concretamente el del periodo Biedermeier. Kim atiende sin reservas a la personalidad artística enferma atrapada en él, al devenir y ser de la locura en una personalidad creativa, desde la psicosis al trauma. Un terreno sin duda productivo.
El decorado de Jan Freese nos traslada a un hospital, con un fortepiano, un cuadro de Caspar David Friedrich y una cama de hospital como referentes del ambiente ‘romántico’, todo ello cincelado con un maravilloso juego de luces y sombras. Es este el espacio en el cual Arindal, el héroe enfermo, se atormenta a sí mismo.
La historia es a la vez simple y complicada: Arindal, rey de Tramond hirió en cierta ocasión a un ciervo en un bosque infestado de hadas. Una de ellas, Ada, se enamoró de él y se convirtieron en pareja. Sin embargo, él rompió la prohibición de hacer preguntas poco antes del plazo impuesto de ocho años. Mediante pruebas (Mozart, Flauta mágica) y tocando la lira (Orfeo), aquí piano, Arindal recupera a su amante y se le permite permanecer en el bosque mágico. La guerra hace estragos a su alrededor. Lora, la hermana de Arindal, gobierna el imperio durante la ausencia de su hermano. Ella encarna el mundo real. Así, dos universos chocan y también se transforman el uno en el otro.
Lora, una dura gobernante, es interpretada con brillante y vibrante voz por Emma McNairy. Lena Kutzner hace creíble a la delicada Ada, tan parecida en muchos aspectos a la posterior Senta. La exclamación de Arindal: “Oh Lora, mi alma está enferma”, parece un perfecto epígrafe para un drama romántico hospitalario. Con heroico timbre y melodioso canto, Christopher Diffey encarna al enfermo y delirante compositor, quien luce en el ojal de su camisa flores azules, como símbolo del amor infinito.
Johannes Schwarz (Gernot), quien tiene un dúo muy singspiel con la bella, seductora y un tanto masculina Sara-Maria Saalmann (Drulla), resulta muy convincente, mientras que las hadas Farzana (Marianne Schechtel) y Zemina (Denitz Yetim), aquí dos enfermeras, alzan sus voces con robusta delicadeza. El resto del conjunto complementa a la perfección este sobresaliente montaje Las hadas, que merece encendidos elogios.
Barbara Röder