Marc-André Teruel, el contrabajo sin límites

El pasado mes de enero, el jurado de los Premios Internacionales de Música Clásica (ICMA) anunció la creación de un Premio Classeek para promocionar a un joven músico destacado entre los finalistas del Classeek’s Ambassador Programme, una plataforma para artistas emergentes cuya principal iniciativa es un programa anual para descubrir, apoyar y promocionar a jóvenes promesas de la música clásica. Marc-André Teruel (Viena, 2002), contrabajista franco-austriaco, es el primer galardonado con este nuevo premio ICMA y recibirá su trofeo en la ceremonia de entrega que se celebrará en Breslavia (Polonia) el 21 de abril. Charlotte Saulneron, de ResMusica, miembro del jurado, conversó con el joven solista.
Cuando la gente habla de su trabajo, a menudo se refiere a su capacidad para ‘superar nuevos límites’. ¿Está de acuerdo con este planteamiento? Y, si es así, ¿podría explicarnos cuáles son esos límites?
El contrabajo en el mundo de la música clásica está sujeto a muchos tópicos: demasiado grave para ser solista, obligado a acompañar, falta de repertorio, etc. Históricamente, este instrumento siempre ha tenido un papel de acompañamiento. Cuando la gente habla de mi trabajo y habla de ‘sobrepasar ciertos límites’, me conmueve mucho porque hace que las cosas avancen: la percepción del contrabajo cambia. El mayor problema del contrabajo es su registro, que impide que se perciba como un instrumento solista. Una particularidad de mi forma de tocar es que utilizo una afinación diferente (como en la época barroca), que sube su registro del bajo al bajo-barítono.
¿Cómo se llega a ser contrabajista? ¿Refleja esta elección algún rasgo de su personalidad?
Es una pregunta bastante interesante que me hago a menudo, con una respuesta bastante atípica. Nacido en una familia de músicos, empecé a tocar el violín a los cuatro años. Sin embargo, muy pronto me di cuenta de que lo que yo necesitaba era un instrumento más grande y profundo (a menudo me decían que tenía demasiada energía). A los cinco años empecé con el violonchelo, un instrumento que ya me gustaba mucho más. No fue hasta los diez años cuando dejé de estar satisfecho con el tamaño del violonchelo y decidí ir aún más lejos: elegí el contrabajo.
Creo que el hecho de ser contrabajista refleja probablemente algunos rasgos de mi personalidad. En la vida cotidiana, un contrabajista se enfrenta constantemente a las limitaciones físicas del cuerpo humano. El mero hecho de transportar este instrumento requiere a menudo pensar en cómo hacerlo llegar a su destino. Además, se trata de un instrumento tan grande y difícil de tocar que requiere una gran fuerza física. Yo soy una persona que siempre necesita proyectarse más allá de sus propios límites (por ejemplo, en el deporte). Lo que me fascina en la vida es ir siempre más allá y afrontar el siguiente reto.
¿Qué obra le representa más como instrumentista, y por qué?
Creo que hablo en nombre de muchos artistas cuando digo que es imposible limitarse a una sola obra. Lo que hace bello al mundo es la diversidad, y esto también es aplicable al mundo de la música. Poder tocar músicas compuestas en épocas muy diferentes de la historia es algo que me llena de energía día tras día. Sin embargo, el Romanticismo es el periodo que me ha atraído siempre con mayor fuerza y el que mejor encaja con mi personalidad.
De soñar con una velada musical ideal como intérprete, ¿qué tipo de programa prepararía y a qué músicos y orquestas invitaría para que le acompañaran en el escenario?
Una velada musical ideal puede ser muy diferente de las demás. Lo importante para mí es interpretar la música divina de un compositor de primera clase con músicos que compartan mi amor por la música. Para mí, los compositores de primera clase son Bach, Beethoven, Brahms, Schumann, etc. Mi sueño sería tocar como solista con la Filarmónica de Viena.
Su juventud le lleva a desmitificar un repertorio anclado en un universo bastante conservador gracias a una relación con las redes sociales que aún está por desarrollarse en el mundo de la música clásica. ¿Es para usted un proceso meditado o instintivo?
Como en todos los aspectos de mi vida, domina el instinto. Mi acercamiento a las redes sociales es muy instintivo, Lo principal, en todo caso, es ser capaz de permanecer auténtico con uno mismo y, por supuesto, con el mundo.
Usted ya ha ganado muchos premios (concurso Rhan Musikpreis, Primer Premio Anton Bruckner de la Orquesta Sinfónica de Viena, premio en el concurso Karl Ditters von Dittersdorf, etc.). ¿Qué supone para su carrera la obtención de este premio otorgado por ICMA Classeek?
Se trata de un gran honor para mí recibir un premio de esta naturaleza, además de una maravillosa oportunidad para llegar a un público más amplio y diverso y sorprender al mundo con el contrabajo. Pero sobre todo es una muestra de confianza no sólo en mí mismo, sino también en mi misión: acercar el contrabajo solista al gran público, hacerlo tan conocido como puedan serlo el violín o el piano.
Y por último, ahora que le conocemos un poco mejor, Marc-Andre Teruel, ¿puede presentarnos su contrabajo?
A lo largo de los años he tenido la oportunidad de tocar diferentes instrumentos antiguos, lo que me ha enseñado mucho. Cada instrumento posee un alma diferente, y como una persona, diferentes rasgos de carácter. No puedo de la misma forma con todos los instrumentos. Cada instrumento, por decirlo así, debe enseñarme primero a tocarlo de modo que yo sea capaz de extraer de él toda la gama de colores que encierra. En estos momentos estoy tocando un contrabajo vienés de 1827 construido por Martin Stoß. Se trata de un instrumento con un carácter muy fuerte, muy extrovertido, pero es bastante testarudo y no se deja manejar con facilidad. ¡Un poco como yo!
Charlotte Saulneron