MÁLAGA / Arte y diversión unidos en música
Málaga. Teatro Echegaray. 26-IX-2020. VIII Festival Internacional de Música de Cámara – Málaga Clásica. Marina Alba, Erzhan Kulibaev, Anna Margrethe Nilsen, Irene Ortega, Jesús Reina (violín), Rumen Cvetkov (viola), Gabriel Ureña (violonchelo), Fernando Arias (percusión) y Oscar Martín (piano). Obras de George Gershwin, Javier López de Guereña, Paul Nero y Maurice Ravel.
La cuarta jornada de Málaga Clásica ha tomado por título el que tiene la obra del versátil compositor vasco Javier López de Guereña, Pirueta y Perspectiva para violín, vibráfono y orquesta de cuerda, cuyo estreno absoluto suponía una confirmación más del compromiso del festival en atender a la creación actual como una de las líneas destacadas de sus programaciones futuras. Desarrollada sobre un soporte de sonoridad perpetua del vibráfono, que activaba Fernando Arias con sugestivo efecto, dejaba la sensación de espacialidad en el oyente ante una perenne contestación del violín de Jesús Reina, que parecía emerger de la pequeña orquesta como elemento contrastante de su discurso, vívido y fluido. Su organización está influenciada por el jazz con unos evidentes toques de culta elaboración que la aproximan a una especie de postmodernidad musical de fácil acceso para el oyente, cualidad que la separa de los agrestes derroteros por los que suelen transitar las vanguardias. El compositor, que ya había hecho una pequeña semblanza de su obra, volvió al escenario para recoger los aplausos de un público sensibilizado por la facilidad de su escucha y el empeño de unos intérpretes comprometidos.
El programa tuvo su apertura con una de las composiciones de cámara más admiradas del siglo XX como es el Cuarteto en Fa de Ravel. Un manifiesto preciosismo de estilo irradiaba la ejecutoria de Anna Margrethe Nilsen como primer violín, impulsando al grupo completado por Reina, el búlgaro Rumen Cvetkov y Gabriel Ureña [en la foto] al violonchelo. Como si de un planteamiento analítico se tratara, pusieron énfasis en la distinción temática, recapitulación y coda del moderado allegro que abre la obra. En la viveza rítmica del segundo exhibieron su mejor técnica, siendo ejecutado con gran dinamismo y mantenida tensión. La extrema lentitud del tercero fue expresada con una clara diferenciación de sus motivos pese a la dificultad de encaje que presentan las imprevisiones de su discurso. El viola tuvo una relevancia especial en este movimiento. El virtuosismo colectivo llegó a su punto álgido en el cuarto, obligado por la rapidez que hay que imprimir a su asimétrico ritmo que realizaron sin asperezas y exquisita fluidez. La interpretación de esta obra hizo que se recordara la memorable versión del famoso Octeto de Enesco que con singular brillantez cerró la pasada edición de 2019.
La velada se completó con Tres Preludios de George Gershwin, que el mítico Jascha Heifetz transcribió para violín y piano, en los que Kulibaev y Martín expusieron con gracia el carácter jazzístico del primero y el sentido blues del tercero en contraste con la cadenciosa nostalgia con la que expresaron el segundo. A ellos se incorporó Fernando Arias para realizar una muy cuidada interpretación de la curiosa pieza The hot canary de Paul Nero, otro mito del violín como pionero de la incorporación de este instrumento al jazz. Se completaban así las piruetas musicales de un programa sólido en arte y muy divertido para intérpretes y público.
José Antonio Cantón