MADRID / Una tarde en el Café Zimmermann con Forma Antiqva
Madrid. Teatro Fernán Gómez. 9-IV-2021. II Festival Música Antigua Madrid. Forma Antiqva. Director y clave: Aarón Zapico. Obras de Telemann.
Se conoce como Café Zimmermann, aunque su verdadero nombre era Zimmermannsche Kaffehaus. Se trataba de la cafetería que Gottfried Zimmermann poseía en Leipzig y que alcanzó fama (local, entonces; universal, a partir de los años 70 del pasado siglo) porque en ella Johann Sebastián Bach estrenó un puñado de cantatas profanas (por ejemplo, Schweigt stille, plaudert nicht, cuyo sobrenombre es Cantata del café) y obras instrumentales.
Pero antes de que Bach apareciera por allí, ya había alcanzado popularidad en el Zimmermann su compadre, Georg Philippe Telemann (llevó a la pila bautismal en 1714 a Carl Philipp Emanuel, segundo vástago del Johann Sebastian y Maria Barbara, nacido cuando residían en Weimar). Desde el año 1720, el Zimmemann alojó las veladas musicales en las que Telemann, por ese entonces un joven estudiante de Leyes, dirigía al Collegium Musicum, pequeña orquesta integrada por jóvenes universitarios que, como él, poseían ciertos rudimentos musicales. Los conciertos eran gratuitos, si bien el posadero se debió de forrar vendiendo humeantes tazas de café y dulces para acompañar esta bebida que, por esos años, causaba furor en toda Europa.
Forma Antiqva, la agrupación de cámara que dirige el clavecinista Aarón Zapico, ha querido recrear en el Festival Música Antigua Madrid cómo pudo ser una de aquellas veladas cafetero-musicales del Zimmermann de los años 20, con Telemann tocando el violín o la flauta de pico, vaya usted a saber, porque Telemann, además de compositor (el más prolífico de la historia), fue un virtuoso de ambos instrumentos… y de otros muchos: la viola da gamba, la flauta travesera, el órgano, el oboe o el salmoé.
Buena parte de la producción de Telemann tiene a la flauta de pico como protagonista. No es difícil deducir el porqué: como avispado empresario que asimismo era (en 1728 fundaría Der getreue Musikmeister, uno de los primeros periódicos musicales de la historia, en el que cada quince días se publicaban las partituras por entregas de obras de cámara), sabía que en las casas de aquella incipiente burguesía germana este instrumento era uno de los más apreciados, quizá porque resultaba uno de los menos complicados de tocar. A Telemann le obsesionaba vender muchas partituras, pues era la única manera de abonar las cuantiosas deudas que contraía sin cesar su manirrota esposa.
Forma Antiqva (los tres hermanos Zapico, con Aarón al clave, Daniel a la tiorba y Pablo a la guitarra, junto con el flautista Alejandro Villar, el violinista Daniel Pinteño y la violonchelista Ruth Verona) ofreció varias sonatas en trío y varias sonatas para flauta de pico en un programa jovial y desenfado que hizo las delicias de los asistentes. Al acabar, lo que pedía el cuerpo era una buena taza de café, en vez de las habituales cervezas postconcierto.
Eduardo Torrico