MADRID / Un Haendel español de primera
Madrid. Auditorio Nacional (Sala Sinfónica). 7-III-2022. Ciclo Universo Barroco. Haendel: Amadigi di Gaula. Xavier Sabata (Amadigi), Núria Rial (Oriana), Anna Devin (Melissa), Katarina Badric (Dardano), Rafael Quirant (Orgando). Vespres d’Arnadí. Director y clave: Dani Espasa.
Amadigi di Gaula, quinta ópera haendeliana en territorio británico (1715) y última previa a la Royal Academy of Music, ha tenido particular fortuna entre los intérpretes españoles desde que Eduardo López Banzo la grabase para Ambroisie en 2006 en una lectura electrizante. Tal vez el origen español del tema del libreto —nuestro Amadís de Gaula—, unido a su incuestionable calidad musical es lo que ha propiciado esta realidad. Ahora, el grupo barcelonés Vespres d’Arnadí encara este proyecto con los mejores mimbres. Y, claro, da sus frutos. Debe agradecerse nuevamente al CNDM y su director, Paco Lorenzo, la apuesta por agrupaciones nacionales para encarar el repertorio internacional pues lecturas como la disfrutada anoche demuestran que estos ensembles en muchas ocasiones están a la misma o superior altura que los conjuntos extranjeros de mayor renombre.
La orquesta se mostró fastuosa en todos los aspectos, color, ataques, empaste, afinación, empuje, vitalidad, matiz… un organismo vivo en todo su esplendor. Muy de agradecer el perfecto equilibrio entre agudos y graves, con dos contrabajos que proporcionaron la necesaria densidad y contundencia en la tesitura baja, cosa que otros descuidan con frecuencia. Brilló igualmente en sus individualidades, como Rafael Bonavita —¡qué lujo contar con un laudista de su talla en el continuo!—, quien hizo una preciosa introducción improvisatoria a la escena primera del segundo acto o el propio Dani Espada, que hizo muy bellamente lo propio en el recitativo previo a Pena tiranna. Preciosas las flautas dulces en Sussurrate, onde vezzose, estupendas las maderas en su trío en Crudel, tu non farai. Y absolutamente espectacular la trompeta —con los consabidos agujeros, eso sí— en sus tres intervenciones, en particular las arias Sento la gioia y, sobre todo Desterò dall’empia Dite; quédense con el nombre del artífice: Bruno Fernandes.
El reparto estaba no solo encabezado, sino protagonizado de forma casi total por Xavier Sabata, quien encarnó uno de los papeles haendelianos más extensos. Su Amadigi brilló en los momentos más delicados: sensibilísimo en Notte, amica dei riposi, aplica el mezzopiano con frecuencia (Non sa temere questo mio petto, Sussurrate, onde vezzose) con unos resultados deliciosos, aunque si delicado canto se pierde un tanto en las enormes acústicas de la sala sinfónica. Pletórico en Sento la gioia, si bien algo escaso de volumen. Cantó como aria de cierre una alternativa hasta ahora inédita: Minacciami, non ho timor, un aria realmente magnífica donde Sabata transita de forma magistral por los diversos afectos con una implicación y expresividad fuera de serie.
Núria Rial sabe elegir muy bien los roles haendelianos y resulta evidente que Oriana le iba como anillo al dedo. Con su voz fresca, juvenil, dulce y pura, hizo una Gioie, venite in sen delicada pero asertiva; excelente, sin descuidar el tono trágico, S’estinto è l’idol mio; limpia y ágil en Ch’io lasci mai d’amare; dulce y doliente al tiempo en Dolce vita del mio petto; Ti pentirai, crudel!; pierde fuelle en la bravura (Ti pentirai, crudel!), aunque siempre dentro de un alto nivel.
Anna Devin es una soprano de cualidades opuestas a Núria Rial y encarna de forma muy convincente a una Melissa corajuda, cínica y malévola. Muy temperamental en Ah spietato! e non ti muove, con una expresiva primera sección y buenas agilidades en la segunda; excelentemente arrojada en Desterò dall’empia Dite; con estupenda coloratura en Vanne lungi dal mio petto, en particular a la velocidad que imprime Espasa; y muy emocionante en Addio, crudo Amadigi! / Io già sento l’alma in sen.
La mezzo serbia Katarina Badric tiene una voz muy bonita, con unos graves preciosos y naturales (Pugnerò contro del fato), pero su falta de volumen y sus problemas de emisión hicieron que sus buenísimas intenciones no acabaran de plasmarse, como pasó en la crucial Pena tiranna, una pieza clave del repertorio.
Curioso y bueno el sopranista Rafael Quirant en el minúsculo papel de Orgando. Habrá que escucharlo en intervenciones más sustanciosas.
Javier Sarría Pueyo
(Fotos: Rafa Martín – CNDM)