MADRID / Trío O3, improvisar desde dentro del sonido
CENTROCENTRO. MADRID. 29-III-2023. Trío O3 (Esteban Algora, acordeón; Alessandra Rombolà, flautas; Ingar Zach, percusión). Obras de Smordal, Posadas, Zach e improvisaciones.
Una formación instrumental compuesta por flauta, acordeón y percusión parece indefectiblemente llamada a generar su propio lenguaje, por eso el concierto que el Trío O3 ofreció el pasado jueves dentro del ciclo Ausencias de CentroCentro se comprendió mejor asumiéndolo, como oyentes, desde la perspectiva de la improvisación, espacio que ocupó la mayor parte del mismo.
En el inicio Alessandra Rombolà adelantó una de las piezas contenidas en su nuevo disco, de inminente publicación, Out of the playground (Sofa music), Répétitions II, de Jan Martin Smordal (1978) para flauta y dos canales que la puso en algún aprieto tecnológico (que no interpretativo) y que solventó con sutileza y profesionalidad, sin tampoco perjudicar una bien urdida pieza que propone cascadas de slaps que generan interesantes acuerdos y desacuerdos con la interpretación en vivo. Luego, Esteban Algora volvió sobre una obra que conoce en profundidad y a la que los años están sentándole igualmente dichosos, Snefru, de Alberto Posadas (1967). Claro que en aquella época al compositor vallisoletano se le señalaba la herencia de Guerrero y de Xenakis (la electrónica de esta obra tan pronto puede recordar a Cefeidas como a La légende d’eer) pero la música destila una violencia sónica que diríamos propia, o que apuntaba maneras de un lenguaje en formación que tardaría poco en asentarse. Además, y esto es aún más difícil, sobresale entre toda la artillería contemporánea de piezas para instrumento a solo con electrónica; el armazón es fuerte y un material no es autosuficiente sin el otro.
La competencia técnica de Rombolà y Algora en el repertorio actual lleva años probada, por eso sorprendió positivamente que en sus improvisaciones en trío –con el compositor y percusionista Ingar Zach– estos no se abocaran a lo que saben hacer de sobra, una montaña rusa de técnicas extendidas, solos, dúos y encuentros a trío, un festival a lo free jazz que hubiera volado por los aires el sentido del programa. Al contrario los tres se movieron desde la escucha consecuente y atenta, no despegando las improvisaciones del corazón del sonido, de la atención a este y del afán exploratorio. Ya en la cruda primera aportación a solo de Zach, que comenzó remitiéndonos a los experimentos electroacústicos de un David Tudor (se piensa en Mikrophone), ya en la última y más extensa improvisación a tres bandas en la que el percusionista noruego demostró su enorme dominio del bombo como escenario de juego, como laboratorio, también Rombolà abrumó con una panoplia de intervenciones sobre las flautas, concluyendo en unos desoladores soplidos/bramidos de carácter telúrico, primitivistas.
Ismael G. Cabral