MADRID / Traca final de Nereydas para clausurar el FIAS
Madrid. Basílica Pontificia de San Miguel. 25-III-2021. FIAS. María Espada, soprano. Nereydas. Director: Javier Ulises Illán. Obras de Galuppi, Corselli, Ugena, Soler y Ferrer.
Nereydas cerró el FIAS 2021 con una impresionante traca final centrada en varios maestros de capilla de los reales sitios durante la segunda mitad del siglo XVIII español: Francisco Corselli, Antonio Ugena, Antonio Soler y Jaime Ferrer. La edición de este año ha alcanzado un extraordinario nivel y ha confirmado al festival madrileño como una de las citas ineludibles de cada temporada, especialmente por lo que a la música antigua respecta. Pero entre los adeptos (y los adictos) al FIAS cunde la preocupación: a nadie se le escapa que este es un festival de autor. Es el festival de Pepe Mompeán, asesor musical de la CAM, sin el cual sería muy difícil que fuera lo que es en estos momentos (afortunadamente, quedan ya muy lejos aquellos años en los que la programación del FIAS causaba sonrojo, por no decir que indignación). Sin embargo, está por ver qué pasará en los próximos meses, tras las elecciones que celebrará el 4 de mayo la Comunidad de Madrid. Mompeán cesó automáticamente después de la destitución de Marta Rivera de la Cruz (Ciudadanos) como consejera de Cultura. Dos días más tarde, a Mompeán firmó un contrato temporal hasta el mes de mayo. Ahora todo está en el aire y son fundados los temores: el próximo consejero de Cultura podría ser alguien al que no le interesara lo más mínimo la cultura. Suele ser lo habitual en este país, no nos extrañemos de ello: no hace falta retrotraerse demasiado para comprobar que España tuvo, por ejemplo, a una pacifista al frente del Ministerio de Defensa. Aquí ya es posible todo. Y lo peor es que ya todo nos parece normal.
Hablaba de traca final porque el concierto ofrecido por Nereydas fue otro conciertazo, que entrañaba la recuperación de hasta cinco piezas que llevaban más de dos siglos sin escucharse: dos lamentaciones segundas del Miércoles Santo (1746 y 1768) de Corselli, maestro de la Capilla Real durante más de treinta años; una lamentación primera del Viernes Santo (1770) de Ugena, quien sustituyó a Corselli como maestro de la Capilla Real a la muerte de este; una lamentación segunda del Miércoles Santo de Soler, organista y director del coro del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, y el villancico de Navidad Soy pastorcilla (1798) de Ferrer, discípulo de Soler y, como este, fraile jerónimo. El resto del programa lo integraban dos hermosos concerti a quattro de Baldassare Galuppi (de su etapa veneciana, cuando todavía no se había despeñado por los insondables precipicios del estilo galante) y el Presto de la Sonata para teclado en Re mayor R 92 de Soler, ejecutada con solvencia al clave por Daniel Oyarzabal. Salvo error u omisión, nunca en tiempos modernos se había interpretado obra alguna de Ugena y de Ferrer
La música de Corselli es siempre exquisita, se mire por donde se mire. Boccherini y Brunetti se llevan la fama, pero sigo pensando que Corselli fue el compositor italiano más importante de los que se instalaron en España en esa centuria. Y, probablemente, de todas las demás centurias. Es lacerante comprobar la poca atracción que suscita todavía hoy Corselli, salvo honrosas excepciones (en su día, El Concierto Español de Emilio Moreno y, más recientemente, Musica Boscareccia de Andoni Mercero y Alicia Amo, ya que la anunciada recuperación de la ópera Achille in Sciro que iba a programar el Teatro Real de Madrid ha quedado, de momento, en agua de borrajas por culpa de la pandemia. En la voz de María Espada, estas lamentaciones son oro molido. Como lo es la de Ugena, siniestro personaje que, nada más ser nombrado maestro de la Real Capilla, lo primero que ordenó fue deshacerse de las obras de Felipe Falconi por no considerarlas útiles. Pero su condición de inicuo no la alcanzó por esto, sino por las acusaciones de pederastia con los niños cantorcicos que se reiteradamente se vertían contra él y por la fama que tenía de quedarse con el dinero que no era suyo. Eso no es óbice para que su música sea apreciable. Apreciable, al menos a tenor de lo que se pudo escucharse en este concierto.
La función concluyó con un jocundo villancico navideño de Ferrer, cuyas seguidillas causaron estragos en la audiencia. Tantos que, a petición del público, Nereydas hubo de repetirlas como propina. El grupo que dirige Javier Ulises Illán progresa a pasos agigantados, especialmente cuando se le permite trabajar con las plantillas adecuadas (en este caso, tres violines por parte —es decir, seis en total—, una viola, dos violonchelos, un contrabajo, una tiorba y un clave. María Espada, insuperable, como siempre.
Eduardo Torrico