MADRID / Tomás Marco: Entrevista con el Tenorio, sus víctimas y su aura
Madrid. Teatro Real. 13-V-2024. Juan Antonio Sanabria, Joan Martín-Royo, Adriana González, Juan Francisco Gatell, Lucía Caihuela, Sandra Ferrández. Director musical: Santiago Serrate. Dirección de escena: Àlex Serrano, Paul Palacios (Agrupación Señor Serrano). Tomás Marco: Tenorio.
Algo bien sabido, y sin embargo olvidado, y sin embargo desconocido para los jóvenes, las nuevas generaciones: Don Juan Tenorio, obra de José Zorrilla, se ponía constantemente en escena alrededor del Día de Difuntos, hoy Halloween, y además se veía a menudo en televisión. Es poco menos que legendaria la puesta televisiva de Gustavo Pérez Puig con Concha Velasco y Paco Rabal: vació las calles, llenó los interiores en que hubiese un receptor. Es ese Tenorio el que sirve de base, de cañamazo, al libreto de Tomás Marco. Es un Don Juan muy popular en el que siempre hay acción, siempre está sucediendo cosas. Si la ópera de Tomás Marco no es explícita en esto, sí está latente esa acción imparable, pero el equipo escénico debe de ignorar ese pasado. Tal vez ignora también que desplazar a un rodaje de filmes la acción de una pieza antigua (no digo un clásico, el Tenorio de Zorrilla es un falso clásico) se le ha ocurrido ya a mucha gente. Recuerdo Antes que todo es mi dama, de Calderón, que Adolfo Marsillach ubicó en un set de rodaje; creo que fue en 1986, qué lejos para los jóvenes de la Agrupación Señor Serrano. Por lo demás, este equipo usa y abusa de una práctica de los conciertos pop: una cámara que enfoca a la actriz, al actor, o a ambos, y éstos aparecen en grandes pantallas laterales. No siempre se aplica a la imagen, también a las mesas abarrotadas de todo tipo de cosas, allí, en el estudio de grabación fingido, en el camerino, en el vestuario, en el catering. Carecen tal vez de la memoria teatral, pero su mundo es ése, el del pop. Es preciso decir que el escenario del Real les estaba limitado, porque detrás del pequeño espacio concedido está la escenografía de Los maestros cantores.
Una suerte de obertura o introducción: ¿estilización de música cabaretera, aviso de que esto no va a plantear graves cuestiones, exhibición de ritmos y timbres, el humor de los glissandos del metal? Para cambiar el tono: cuerdas se diría que con enigma. Y empieza la acción (¿acción?). La secuencia pretende ser reflexión, o variación a partir de un tema, reflexión Don Juan, tema Tenorio y variaciones, algo así. El compositor invoca muchos de los que se atrevieron con la figura de Don Juan; no los incorpora a todos, ahora veremos algún detalle.
Puede resultar dudoso incluir en una obra teatral, y más aún si es cantada, la reflexión que pertenece al programa de mano, pero queda así, con canto y con teoría juntos, sin que rechine especialmente. El texto de Tomás Marco añade otras fuentes. Y aunque el libreto sigue sobre todo a Zorrilla, incorpora en determinados momentos versos de nuestro barroco dramático (El burlador de Sevilla, atribuido a Tirso, acaso indebidamente) y del lírico (Sor Juana Inés y Quevedo), además de lord Byron, Molière, el inevitable Da Ponte y Antonio Zamora, cuya obra No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague y Convidado de piedra, se representó mucho durante el siglo XVIII y una buena mitad del XIX, hasta que Zorrilla la desbancó. En la ópera de Marco, la primera parte del Tenorio de Zorrilla se lleva el pedazo del león; pero la segunda aporta lo esencial de la figura: la redención por amor, algo muy romántico, nada barroco; la presencia del comendador; la condena o la salvación. El autor nos advierte, hace bien: “Quede claro que no se trata principalmente de poner música al texto de Zorrilla tal cual es, sino de usarlo como un armazón teatral para otras cosas”.
Así, momentos como la grandes tiradas de cada uno de los contendientes, Don Juan y Don Luis (aquí, claro está, en ariosos), entre transiciones que el compositor reserva al madrigal o al conjunto instrumental, proceden de ese texto, que más que texto es componente del consciente colectivo de nuestro pueblo. Hemos dicho madrigal: en el CD es un cuarteto con dimensión de coro (soprano, contralto, tenor, bajo) con voces simultáneas y apunte polifónico, y esas cuatro se convierten ahora en doce; más la brillante tímbrica de un conjunto tan limitado, la siempre nerviosa métrica y el ímpetu propio del discurso (recurso) musical, que se inspira en la acción imparable del Tenorio de Zorrilla. Este madrigal asume papeles individuales; así, vemos que Brígida es cantada por voces femeninas en línea simultánea (no es unísono, puesto que son tanto sopranos como mezzos). Otro papel así asumido es el del Comendador, que en esta escenificación puede pasar inadvertido. Curioso.
A los aficionados no se les escapa que uno de los problemas de los compositores de ópera en nuestro idioma es siempre la torpe prosodia, algo sorprendente, porque no tendría que ser lo más arduo: recite usted el texto y ya está implícita la musicalidad, ya sabe usted qué valores ha de darles a las notas, no me haga usted todo en negras con puntillo. Marco resuelve muy bien la prosodia, y es una lástima que se fíe de la puesta para la agitada acción. La línea vocal tiende a una monotonía con la que “se pelea” la exaltación de la trama, y ahí tenemos un problema en el espectáculo, que habría que resolver escénicamente. No se trata de que una ópera de hoy no deba tener melodía; melodía es toda línea, y las líneas se resuelven según el trabajo del compositor, y se llenan según el trabajo del director de escena, no pedimos líneas para bodas y bautizos. Aquí no hay acuerdo, o eso se diría, disculpen el atrevimiento, al fin y al cabo se trata de una ópera nueva, sin que podamos contrastar momentos sino en el CD (bendito CD, que nos permite llegar al Real con los deberes casi hechos) y de un equipo de dirección muy moderno, acaso demasiado para este cronista. Hay confusión en la secuencia, y no quiere uno echarle todas las culpas a la escena. Pero es un estreno que tiene lados brillantes, es una ópera que por fin se estrena en un escenario tras suspensiones y versiones de concierto, más el disco; ya es algo, pero el destino de una ópera es el escenario. Esto es, el público. Ese público reaccionó muy bien ayer, día del estreno. Es bueno que se estrenen óperas nuevas; es mejor aún que el compositor no las componga contra el público. Felizmente, no fue éste el caso.
Un buen reparto, con un brillante Mejía del tenor Juan Francisco Gatell, frente al muy suficiente barítono Joan Martín-Royo como Don Juan. Bella, penetrante voz de Adriana Gonzálz en doña Inés. Las tres damas las cantaba una sola voz en el CD (Carmen Gurriarán). A la de Adriana se añaden las de dos mezzos, la madrileña Lucia Cahiuela, cuya manera de actuar y moverse indican una actriz con buen sentido de la comedia; y la valenciana Sandra Ferrández. Completa el reparto esa suerte de narrador que reflexiona, el tenor Juan Antonio Sanabria, también brillante, sacándole garbo a un cometido no muy grato.
Pero no solo de voces y escena vive este Tenorio, sino de un conjunto de cámara que desborda timbres, marca claras métricas (claras, no implacables, no innegociables, diríamos) y estas métricas son trasunto de la situación lírico-dramática; una orquesta mínima que en ocasiones suena con el poderío de una conjunto más nutrido, pero que no necesita de ello, y no lo explota, ya que por el contrario deja cantar a algún instrumento a solo o en escasa compañía; todo el acompañamiento del conjunto es definición y sonido de la trama. Esa definición la garantiza con eficacia Santiago Serrate al frente de unos músicos que en ocasiones se imponen a la secuencia dramática, y que brillan en los cinco intermedios.
Tomás Marco dedica la obra al barítono Alfredo García, que estrenó el papel protagonista de Don Juan en la versión de concierto y en el CD. Estamos ante una celebración por parte del aficionado que puede amar a Donizetti y desear novedades como este Tenorio, una ópera que por fin llegó donde le correspondía, el Real. Un éxito en el estreno, que se repetirá sin duda hasta el día 19.
Santiago Martín Bermúdez
(fotos: Javier del Real)