MADRID / Segundo reparto de ‘Rigoletto’: triunfo de Dupuis
Madrid. Teatro Real. 3-XII-2023. Étienne Dupuis (Rigoletto), Julie Fuchs (Gilda), Xabier Anduaga (Duque de Mantua), Peixin Chen (Sparafucile), Ramona Zaharia (Maddalena). Fernando Radó (Monterone). Coro y Orquesta del Teatro Real. Director: Nicola Luisotti. Director de escena: Miguel del Arco. Verdi: Rigoletto.
Este es el cuarto montaje que llega al Teatro Real de Rigoletto, en una coproducción con Bilbao, Sevilla y Tel-Aviv. En vista de los resultados, cabe lamentarse que no se mantuviera alguno de las anteriores, el de Vick o el de McVicar por ejemplo. Del Arco y sus colaboradores han hecho sin duda un sólido trabajo, pero equivocado tanto en su concepto como en su plasmación escénica.
El segundo equipo de las 22 representaciones que ocuparán todo el mes de diciembre fue alentado y mimado desde el foso, como ya quedó apuntado en el comentario del estreno, por la expertísima batuta de Nicola Luisotti. El director italiano, aparte su pericia para destacar el soporte orquestal y siempre atento al canto solista, recuperó algunas secciones tradicionalmente evitadas, como las encadenadas cadencias (en realidad innecesarias o reiterativas) en medio del dúo tenor-soprano y el da capo de la cabaletta. El coro masculino puso una vez más de relieve su enorme calidad, incluidos los efectos vocales durante la tormenta del tercer acto.
Julie Fuchs, una soprano lírica de agradables y livianos medios, muy a la francesa, ha destacado hasta la fecha principalmente en roles mozartianos. Su Gilda fue en aumento. En la primera parte, aunque supo componer un claro perfil dela muchacha, evidenció algún problema de afinación, así como de una cierta imprecisión en algunas notas agudas Después, y a medida en que el personaje va madurando y su vocalidad, según lo dispuesto por Verdi, se vuelve menos ligera, demostró capacidad suficiente para definirlo.
Xabier Anduaga se metió al público en el bolsillo gracias a su voz hermosa, brillante y potente. Pero no dio nada más. El fraseo fue en todo momento desigual y a menudo torpe, aunque dejó dos momentos donde las citadas cualidades pudieron expandirse: la cabaletta y la canzone.
Étienne Dupuis es un barítono ligero, lírico, con sonoridad atenorada, encuadrable en esa categoría típicamente francesa llamada barítono martin. Con tal bagaje brindó un Rigoletto soberbiamente cantado y oportunamente matizado. Fue, de hecho, el mejor del terceto.
Chen dio el color y la presencia esperada al siniestro Sparafucile. Correcta y de colores sensualmente oscuros la Maddalena de Zaharia. Radó, como era previsible, destacó a Monterone en sus breves pero decisivas intervenciones. El resto del equipo, a la altura habitual del escenario madrileño.
Fernando Fraga