MADRID/ Refinada interpretación de obras de Barbara Strozzi por el Hathor Consort
Madrid. Auditorio Nacional. 10-V-2024. Dorothee Mields y Hana Blazikova, sopranos. Hathor Consort. Romina Lischka, viola da gamba y dirección. ‘Retrato de una artista en cinco actos‘: madrigales y cantatas de Barbara Strozzi.
La refinada música de la compositora veneciana Barbara Strozzi ha sido la protagonista de una excelente velada musical del Universo Barroco a cargo de un exquisito Hathor Consort, con las voces estupendas de las sopranos Hana Blazikova y, muy especialmente, de una sobresaliente Dorothee Mields.
Barbara Strozzi nació en Venecia en 1619 como Barbara Valle, de una mujer conocida como La Greghetta (en otras fuentes también se la conoce como Isabella Griega o Isabella Garzoni), y fue la hija ilegitima del famoso libretista y poeta Giulio Strozzi, que más tarde la adoptó. Giulio, muy influyente en la Venecia del siglo XVII, que escribió para Monteverdi, Cavalli, Manelli y otros, ayudó a fomentar la carrera de su hija, lo que no era sencillo para una mujer compositora en la época. Con la temprana edad de doce años Barbara comenzó a cantar acompañándose con el laúd, pronto se vieron sus dones musicales, por lo que su padre Giulio organizó su educación musical con lecciones de Francesco Cavalli. A sus quince años ya era conocida como una virtuosa cantante y a partir de ahí, Barbara empezó poco a poco a compaginar su labor de cantante con la de sus propias composiciones en círculos restringidos en veladas organizadas por su padre y pronto su talento deslumbró a los círculos musicales venecianos, aunque no siempre obtuvo patrocinio.
Entre 1644 y 1664, publicó ocho libros de música, que incluían madrigales, arias, ariettas y cantatas profanas, un género, éste último, a cuyo desarrollo contribuyó Strozzi especialmente en Venecia. Su producción fue así casi exclusivamente consagrada a la música secular donde fue una compositora muy prolífica, la más publicada en la segunda mitad del XVII, su obra también rebasó las fronteras de Italia. La gran mayoría de sus obras impresas fueron cantatas especialmente adecuadas para la tesitura de soprano y gracias a la sensibilidad y expresividad emocional que supo imprimir en su obra y a la poesía de temática amorosa con que dotó a sus arias y cantatas, tuvo un gran reconocimiento a pesar de la dificultades por su condición femenina.
Hathor Consort nos ofreció un delicioso recorrido por algunas de las obras más emblemáticas de Strozzi que agruparon alrededor de cinco temáticas, más o menos ajustadas, asociadas a cinco musas: Calíope, Erato, Melpómene, Euterpe y Talía. Así, nos dieron una visión de la variada dimensión de Strozzi, desde la espiritualidad al amor carnal, pasando por el encorsetamiento de su sociedad, la maternidad o de su vida profesional como hija protegida de un hombre famoso. En cada bloque se intercalaron madrigales de Il primo libro de madrigali, op. 1 (1644) —con hermosos textos de su padre—, con cantatas, arias o duetos de sus colecciones Cantate, ariette e duetti, op. 2 (1651), Diporti di Euterpe, op. 7 (1659) y Ariette a voce sola, op. 6 (1657), lo que nos dio una amplia perspectiva del talento de la escritura musical de Strozzi a través de la excelente selección del Hathor Consort, que completaron con algunos interludios instrumentales de transcripciones y disminuciones del grupo sobre algunas piezas de Strozzi, y dos piezas de Selma y Salaverde y Francesca Caccini.
Dorothee Mields y Hana Blazikova tuvieron un actuación refinada y expresiva, donde mostraron una gran compenetración en su canto conjunto lleno de detalles, ambas sopranos poseen una gran calidad técnica, aunque Mields atesora una mayor paleta de colores y recursos, y un control fantástico de su voz poderosa, frente a Blazikova, que cantó con mucha sensibilidad. La interpretación de los madrigales, junto al bajo continuo y algunos instrumentos que en ocasiones realizaban las voces, fue brillante y de gran sutileza, con mucha atención al sentido de los refinados textos y de cada palabra en el lenguaje musical, lleno de expresividad, no solo en el canto sino en lo gestual, como los efectos en eco en Godere e tacere.
De especial belleza es la cantata ‘L’Eraclito amoroso (Udite amanti), de la colección Cantate, ariette e duetti, op. 2, nº. 14 (1651), que Mields interpretó con un canto soberbio, muy expresivo, con muchas inflexiones que nos mostraron todos los recursos de su voz espléndida, a la que hay que añadir su simpatía natural y presencia. La parte instrumental fue también sublime, como toda la noche, con el órgano primero, para después dar entrada al arpa y a la viola da gamba en pizzicato, marcando el tetracordo, y el violín y el delicado salterio después. Mields también interpretó la cantata Moralita Amorosa de manera excepcional con toda la riqueza de su voz poderosa y una línea de canto muy trabajada.
También pudimos apreciar la sensibilidad excepcional de Blazikova en la refinada pieza L’Amante Segreto, o en los contrastes del primer movimiento de la cantata Cuore que reprime, donde de la composición de Strozzi marca unos descensos acusados e inflexiones dramáticas
El desempeño del conjunto instrumental fue también sobresaliente, bajo la excelente dirección de Romina Lischka, con mucha expresividad en la administración de los instrumentos que iban tejiendo el continuo, con muchas variaciones e incorporaciones progresivas que enriquecían la música. Marco Ambrosini interpretó un raro y precioso instrumento, la viola de teclas, que dejó a todo el mundo cautivado, con un sonoridad bellísima, como en la introducción instrumental realizada en el madrigal Silentio nocivo, de una absoluta exquisitez. Pero todos los instrumentistas hicieron alarde durante todo el concierto de una gran excelencia, con la expresividad del violín de van der Voort, como el delicado sonido del salterio de Margit Übellacker y del arpa elegante de Sarah Ridy, o la sutilidad de Francis Jacob con el órgano positivo y el imaginativo archilaúd de Matthias Spaeter.
Romina Lischka hizo un bella interpretación de las disminuciones sobre la Susanna passeggiata de Selma y Salaverde, aún más ornamentada y expresiva, con un sonido poderoso de su bajo de viola, que fue dando paso al órgano, arpa, salterio, archilaúd y así a todos los instrumentos, con una dinámicas muy elaboradas que fueron de lo delicado a un forte expresivo.
Un magnífico concierto, en suma, donde interpretaron con gran refinamiento la excelente música de Strozzi.
Manuel de Lara
(fotos: Rafa Martín)