MADRID/ ORTVE: México germánico
Madrid. Teatro Monumental. 17-II-2022. Orquesta Sinfónica de RTVE. Director: Josep Caballé Domenech. Obras de Brahms, Palomar y Strauss.
Los compositores que tienen la osadía de escribir una obra que, por amplia y de gran forma que sea, no acaba en forte y con trompetería, están condenados a que no acaben nunca los programas. Es lo que le ocurre a Brahms con su Sinfonía nº 3 en Fa mayor op. 90, para nada inferior a sus restantes, que, por esa sola razón, los directores la programan menos que a las otras y la llevan la primera parte de los conciertos, ya que guardan para final algo que resulte más fácil para provocar las ovaciones. Así son los públicos y los directores, divos o no, lo saben. Por eso esta obra maestra abría el concierto de la Orquesta Sinfónica de RTVE. Dirigía Josep Caballé Domenech, un maestro de amplia ejecutoria internacional, que planteó una versión germánicamente ortodoxa, bien realizada por él y los profesores de la orquesta.
Enric Palomar (1964) es un compositor catalán que ha escrito para una orquesta alemana (la de Halle), donde la estrenó en 2018 una obra de inspiración mexicana, Toxiuh Molpilia, sobre la coincidencia de ciclos temporales y calendarios mexicas, que quiere ser una pieza coreográfica. La obra tiene cierto aire descriptivo, pues es un ritual e implica un sacrificio, pero no emplea motivos, verdaderos o falsos, precolombinos, sino una estética cercana a las posiciones de los lenguajes centroeuropeos de mitad del siglo XX que nacen de lo que Adolfo Salazar llamó ‘estilo mitropa’, bien influidos por algunas corrientes alemanas. Como si México estuviera devolviendo la intrusión de Maximiliano. La obra tiene un excelente nivel profesional y a ratos es muy sonora. No es su intención la novedad o creatividad ex novo sino demostrar cómo el autor sabe transitar por estilos acreditados con paso seguro de quien conoce a fondo la profesión compositiva.
Para terminar, esa maravilla que son los Cuatro interludios sinfónicos de la ópera Intermezzo. Richard Strauss en estado puro. Arrebatador, cambiante, tierno, poderoso, con su aquilatada y brillante orquestación y su rotunda demostración de talento creativo. Piezas suntuosas donde Caballé Domenech pudo mostrar su calidad directoral y los profesores de la ORTVE dieron rienda suelta a su capacidad expresiva. Antes, orquesta y director habían puesto lo mejor al servicio de la obra de Palomar que no puede tener queja de la entrega con la que se la interpretaron. Y pese al toque de intenciones mexicanas, el concierto dio una imagen de lenguajes germánicos variados pero más homogéneos de lo que sobre el papel parecían.
Tomás Marco