MADRID / OCNE: Strauss y sus ecos

Madrid. Auditorio Nacional (Sala sinfónica). 4-VI-2022. Concierto 21º del Ciclo Sinfónico de la Orquesta y Coro Nacionales de España. Robert Silla, oboe. Director: Cornelius Meister. Obras de Viðar, Richard Strauss y Zemlinsky.
No era fácil el programa que dirige este fin de semana el alemán Cornelius Meister (Hanóver, 1980) a la Nacional. Ninguna de las tres obras es de las más habituales, ni especialmente fácil, por lo que ya distribuir adecuadamente los tiempos de ensayo se vuelve en sí mismo una tarea no sencilla. Abrió el fuego, nunca mejor dicho, la música de la islandesa Jórunn Viðar (1918-2017) para un ballet titulado precisamente así: Eldur (Fuego), pieza agradable, no exenta de algún aroma cinematográfico, bien planteada por Meister (que dirigió esta obra infrecuente de memoria, como haría con el resto del programa) y la Nacional, con la concertino invitada, Barennie Moon, presentando con solvencia sus solos.
El repertorio concertante para oboe no es extenso, lo que es una lástima, dada su belleza de sonido y evidente cualidad cantable. Strauss encomienda al oboe muchísimos solos de gran belleza en sus poemas sinfónicos: recordemos las pícaras evocaciones de Till Eulenspiegel, sin ir más lejos. Pero también la capacidad seductora, como en el inicio de la Danza de los siete velos de Salomé, que precisamente escucharemos en pocas semanas a la Nacional.
El Strauss ya anciano, tras la guerra, compone una pieza donde la orquesta (cuerda de 6/6/4/4/2) se aleja de los grandes contingentes de muchos de sus poemas sinfónicos, y se adentra en un acercamiento que, sin dejar de ser genuina e inconfundiblemente straussiano, tiene evidentes conexiones con el estilo neoclásico. Música de encantadora elegancia en el movimiento inicial, de sugerente lirismo en el precioso canto del Andante y chispeante animación en el Vivace final. Un concierto que en realidad es una deliciosa galantería.
Se lució el oboísta de la Nacional, Robert Silla, con una interpretación estupenda, de exquisita sonoridad y matices, sobresaliente virtuosismo y asombrosa capacidad de una respiración que, de forma casi inverosímil, nunca se nos hace evidente. Cuidado, atento y preciso acompañamiento de Meister y la Nacional. El éxito fue, como era lógico, grande, y Silla ofreció una propina también inhabitual: el segundo movimiento (Andantino con moto, espressivo) del quinto Sexteto para oboe y cuerdas de Gaetano Brunetti (1744-1798). Silla repitió excelencia en la interpretación de esta amable partitura, con la excelente colaboración de Barennie Moon y Alejandra Navarro (violines), Silvina Álvarez y Ewelina Bielarczyk (violas) y Joaquín Fernández (violonchelo).
Y Strauss estuvo también presente en la segunda parte del programa, porque la gran fantasía sinfónica en tres movimientos escrita por Zemlinsky, titulada La sirenita, inspirada en el cuento de Andersen del mismo título, tiene evidentes resonancias de los grandes poemas sinfónicos del compositor bávaro, incluso aunque haya también en ella guiños mahlerianos, especialmente en el segundo movimiento. La partitura, retirada por su autor no mucho después del estreno, y solo resucitada a partir de 1984, es rica en su variado colorido y evocaciones, desde la violenta y dramática intensidad de algunos pasajes a la hipnótica seducción de otros.
Cornelius Meister es un maestro peculiar, ya desde la levita singular que porta, y que contribuye a una apariencia casi postvictoriana. Su gesto es siempre elegante, claro y bastante preciso. Es evidente que conoce en profundidad las partituras que maneja y, algo muy importante, sabe a dónde quiere conducir su interpretación. Su lenguaje corporal invita bien a la orquesta a seguir sus demandas. Con estos mimbres, la interpretación de la partitura del compositor austríaco tuvo, en efecto, todo el colorido y riqueza de atmósfera que encierra, con muchos momentos de gran brillantez orquestal en el primer movimiento, exquisitos matices en el segundo (así el evanescente pp de la cuerda justo antes del final), y contagiosa intensidad en el último. Magnífica respuesta de la orquesta en todas sus familias, algo que Meister reconoció destacando a todas y cada una de ellas. Muy bonito concierto, con especial mención para Richard Strauss… y para sus ecos en Zemlinsky.
Rafael Ortega Basagoiti