MADRID / Ninguna osadía con ‘La Regenta’
Madrid. Naves del Teatro Español en Matadero. 25-X-2023. Marisa Manchado: La Regenta. Libreto de Amelia Valcárcel y Bernaldo de Quirós. María Miro, David Oller, Vicenç Esteve, Cristian Díaz, Pablo García-López, María-Rey Joly, Anna Gomá, Laura Vila, Gabriel Díaz. Dirección musical: Jordi Francés. Dirección de escena: Bárbara Lluch. Nueva coproducción del Teatro Real con el Teatro Español.
Mucho tiempo ha estado esta ópera de Marisa Manchado (1956) esperando su alumbramiento, exactamente desde el año 2002 en el que empezó a concebirla en colaboración con Amelia Valcárcel, encargada de la nada sencilla tarea de reducir La Regenta, de Clarín, primero a un libreto operístico, después a un nudo gordiano de contundente resolución. Quienes se acerquen a la propuesta buscando una traslación más o menos fiel encontrarán un texto río poblado de decenas de personajes reconvertido en un esquema razonablemente justo con la popular novela. Aunque llama la atención que en una obra en la que se están abriendo ventanas constantemente y que, literaria y escénicamente, podría concebirse con una mayor multiplicidad de eventos, se opte por una visión escrupulosamente cronológica.
Ha sido, globalmente, un empeño nada menor el de esta Regenta que, a la postre, desilusiona por los pocos riesgos; en lo musical, escenográfico y, como hemos visto, también en lo narrativo, que han tomado sus artífices. Manchado es una compositora de oficio, una profesional diestra con un catálogo con algunas aportaciones estimables. Pero ha sido vencida por Clarín. Su música parece fosilizada en un tiempo inexacto sin buscar nada nuevo, sin indagaciones y sin conectarse al teatro musical del presente, pero tampoco decide nadar a la contra y proponer una escritura clásica, de empuje melódico. Vocalmente todo se circunscribe a extensos recitativos y, en algunos pasajes, a palabras y frases silabeadas; se emplean tesituras comprometidas, y el canto exhibe una incómoda tirantez durante toda la función. Hay momentos inspirados, como el coro final (excelente el Coro de la Comunidad de Madrid) y algunos vistosos juegos tímbricos entre la percusión y el piano, el piano y el arpa. La orquesta de cámara (15 profesores), de proporciones muy inglesas (se piensa en las óperas de cámara de Birtwistle y Britten), se desenvuelve con empuje rítmico (muy notable en las cuerdas, una por sección); con especial énfasis en algunos solos de arpa y de violín, a quien se encomienda un anticlimático solo conclusivo. Estéticamente Manchado no ha ido más lejos que Tomás Marco en su reciente zarzuela Policías y ladrones (ausente aquí su querencia por los motivos repetitivos) o incluso el postrero Luis de Pablo. El eclecticismo de La Regenta bascula a través de tonalidades inestables aunque se gusta, sobre todo, en consonancias de insuficiente inspiración. Jordi Francés movió con cierta asepsia a los músicos de la Orquesta Titular del Teatro Real, solventando estos la obra de manera competente.
A Bárbara Lluch se le han visto trabajos más atrevidos e imaginativos que este en el que hilvana épocas históricas. Bien concebida está la protagonista como una especie de muñeca a la que visten con ropas de recortables y que otros personajes mueven a antojo, como muy eficaz es el empleo de una pasarela superior desde la que canta y comenta el coro los designios de la malograda Regenta. Menos interesante es la caracterización del resto, caricaturescos y envarados, como ya muy visto y muy poco osado el hacer convivir ropas de todas las épocas.
Muy bien el desempeño de María Miró, soprano de no gran caudal pero buen timbre, asegurada proyección y técnica más que suficiente para despachar el papel principal. Especialmente apreciable el siempre dúctil contratenor Gabriel Díaz, así como el barítono, de voz lírica y bien centrada, David Oller. En el buen reparto se ha de destacar también a Vicenç Esteve, algo menos a Cristian Díaz, de emisión un tanto hierática, con poca flexibilidad en el canto. Le costó a María-Rey Joly no despistar la afinación pero suplió esto con una buena capacidad actoral, similar a la del tenor Pablo García López. Bien finalmente Anna Gomá y Laura Vila, una Doña Paula muy severa, a tono con la escritura.
Ismael G. Cabral
(fotos: Esmeralda Martín)