MADRID / Manuel García vuelve a Madrid

Madrid. Fundación Juan March. 11-V-2019. Manuel García, Il finto sordo. Cristina Toledo, Francisco Fernández Rueda, Damián del Castillo, César San Martín, Carol García, Gerardo Bullón. Riccardo Benfatto, actor. Vestuario: Cristina Martínez Martín. Iluminación: José Miguel Hueso y Paco Azorín. Director de escena: Paco Azorín. Piano y director musical: Rubén Fernández Aguirre.
Dentro de su línea específica de programación titulada “Teatro Musical de Cámara”, la Fundación Juan March ha abordado con este título su producción más ambiciosa hasta el momento. Para continuar con la recuperación de la serie de óperas de salón del sevillano Manuel García, se encargó la elaboración de una edición moderna a partir del manuscrito de París a una especialista como Teresa Radomsky. Y aprovechando la mayor disponibilidad de espacio en el escenario tras el definitivo desmontaje del órgano, Paco Azorín ha podido extraer todas las posibilidades de la escena en un montaje lleno de sabiduría teatral. Con un gran despliegue de luminotecnia y con una escenografía de gran plasticidad a pesar de su sencillez, Azorín construye una comedia de enredos llena de ritmo y de movimiento ambientada en el foyer de un hotel de lujo de los años treinta, moviendo a los cantantes con gran eficacia y fantasía, con el resultado de un espectáculo de más de hora y media de duración sin interrupción que se pasa en un soplo de diversión y finura teatral.
El responsable musical, Rubén Fernández Aguirre, fue mucho más que el pianista acompañante. Es quien ha tomado las decisiones necesarias sobre la partitura para darle energía a esta ópera escrita en 1831 por García para los alumnos de su escuela privada de canto en París. Partitura sumamente exigente en lo técnico, sembrada de coloraturas y de concertantes de endiablada armonía que ponen a prueba el oído y la afinación de los cantantes, como en el cuarteto del primer acto en forma de canon. Fernández Aguirre improvisó sobre la marcha los recitativos con enorme fantasía, recogiendo material melódico de la pieza anterior, adelantando el de la siguiente o introduciendo ingeniosas morcillas como la cita de una canción de García Abril, presente en la sala. Como interludio antes del acto segundo se inventó un efectivo mix entre “Si tú me dices ven”, “Love Story” y “Floris” de García. No será muy ortodoxo musicológicamente hablando, pero en la escena hay que tomar decisiones pensando en la efectividad del espectáculo global más allá del rigor de una edición crítica. Y como director desde el piano consiguió ensamblar con milimétrica relojería la trepidante acción musical, plagada de dúos, tercetos, cuartetos, quintetos y sextetos de tiempos cambiantes y complejas entradas y salidas de las voces.
García aquel año 1831 debió tener entre sus alumnos a tres buenos barítonos y a ellos asignó tres de los papeles masculinos de la ópera. La escritura propia de estos bajos cantantes o bajos bufos no es sencilla de cantar dada la agilidad que requiere. En este caso se contó con tres espléndidos intérpretes de voces contundentes y flexibles. San Martín afrontó con brillantez sus pasajes de canto sillabato e hizo una soberbia versión gamberra de su aria “Se la donna”, acabada de cantar a dúo con el pianista. Del Castillo también supo doblegar sus contundentes medios al fraseo detallista y milimétrico de su parte, mientras que Bullón aportaba la necesaria variedad de color vocal y una vis cómica muy eficaz. Fernández Rueda es poseedor de una voz de tenor lírico-ligero de gran solvencia en las agilidades y en la coloratura, lo que unido a la belleza tímbrica, a sus fraseo variado y siempre acorde con la situación y sus estupendas dotes cómicas, le hicieron bordar su papel del sordo fingido. La chispa y el despliegue vocal de Toledo fue excepcional. Sabiendo controlar un instrumento de poderosos medios y ahormarlo a una partitura que le exige infinidad de matices, su canto se desplegó con brillo y con abundancia de regulaciones, como en la canción “Floris” insertada en un momento de la acción con gran resultado. Y Carol García, con esa voz sedosa, llena de chispa y de buen gusto belcantista, cerró con magnífico broche el sexteto vocal. Para finalizar, aplausos sinceros para el gran trabajo de Benfatto como actor.
Ya sólo queda por recuperar una de las óperas de salón de Manuel García, I tre gobbi y nos consta que Miguel Ángel Marín ya ha planteado su programación para próximas temporadas.
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