MADRID / Jacobs reverdece laureles con la ‘Maddalena’ de Caldara
Madrid. Auditorio Nacional de Música (Sala sinfónica). 10-IV-2022. Caldara: Maddalena ai piedi di Cristo. Ciclo Universo Barroco del CNDM. Joshua Ellicott, Giulia Semenzato, Marianne Beate Kielland, Alberto Miguélez Rouco, Helena Rasker, Johannes Weisser. Freiburger Barockorchester. Dirección: René Jacobs.
En el año 1996 se produjo un pequeño terremoto en el mundo musical barroco con la publicación de la grabación —dirigida por René Jacobs— del oratorio Maddalena ai pieddi di Cristo del por entonces escasamente conocido Antonio Caldara en la casa Harmonia Mundi, dentro de la venerable serie Documenta de la Schola Cantorum Basiliensis. Se vendieron decenas de miles de copias —fue uno de los mayores éxitos editoriales del sello— y descubrió una composición deslumbrante de belleza raramente igualada. Aunque todo ello anticipaba la resurrección de Caldara, tanto en disco como en concierto, curiosa y lamentablemente, veintiséis años más tarde el compositor veneciano sigue sin alcanzar la visibilidad que merece su extraordinaria estatura artística. No obstante, nos queda el consuelo de comprobar que esta composición sigue gozando de predicamento: tener la oportunidad de escucharla en concierto bajo la batuta de su descubridor es en sí un privilegio.
Con escasos cortes, Jacobs dirigió una versión de grandísima altura que hizo disfrutar al público, como se comprobó en las ovaciones finales. Debe destacarse, en primer lugar, la distribución espacial de la orquesta, algo en lo que el director belga siempre ha puesto mucho cuidado. Se situaban en la parte superior izquierda los violines primeros y segundos, con un órgano a continuación, acompañado por un violonchelo, el contrabajo y el violone, separando las dos partes de violas que se situaban en el extremo derecho. En el peldaño intermedio estaban las voces, con un clave y órgano situado a la izquierda y un fagot a la derecha. En el peldaño inferior se situaba el resto del bajo continuo, con un violonchelo, una viola da gamba, una tiorba —que doblaba con guitarra— y un arpa. Es bien sabido que Jacobs siempre ha cuidado en extremo la composición y realización del bajo continuo y esta ocasión no ha sido una excepción, hasta el punto de que bien podría decirse que la dirección recayó, en un mayor parte, en el propio continuo, con unos resultandos magníficos en su riqueza y eficacia. En lo demás, escuchamos una versión cuidadísima, refinada y de notoria profundidad de quien lleva esta música en su ADN. Eso sí, las dimensiones de la sala sinfónica, una vez más, no ayudan al impacto de la música.
La orquesta no necesita presentación. Es, desde hace más de treinta años, uno de los grandes referentes de los instrumentos de época y, desde luego, sigue manteniendo su clase. Allí estaba su concertino, Petra Müllejans, quien tuvo una gran intervención en el aria Da quel strale che stilla veleno.
El reparto fue, en conjunto, sobresaliente. Por encima de todos hay que destacar a Giulia Semenzato, una soprano de divina voz, ligera y clara, pero muy bien timbrada, que cuenta con un magnífico volumen y una musicalidad excepcional. Hizo una Magdalena modélica. Alberto Miguélez Rouco es un contratenor muy particular: con una voz preciosa, aguda —mezzosoprano— y ligera, ideal para el rol de Amor celeste, canta con gusto exquisito y, lo que es más destacable, emite con pasmosa naturalidad, sin los angustiosos esfuerzos que lastran a otros falsetistas. Helena Rasker (Amor terreno) empezó algo fría y vibrada, pero mejoró mucho en el trascurso del concierto. No obstante, era evidente que presentaba problemas de proyección, pues en unas arias su voz alcanzaba muy bien el espacio de la sala y, en otras, se le escuchaba con dificultad. Bella voz y mucho temperamento. Marianne Beate Kielland cantó tan maravillosamente como siempre, aunque en el pequeño papel de Marta. A Joshua Ellicott le van más los papeles haendelianos y aquí estuvo un tanto exagerado en el mínimo rol de Cristo. Buen Fariseo el de Johannes Weisser.
Javier Sarría Pueyo
(Foto: Elvira Megías – CNDM)