MADRID / Il Giardino Armonico se luce con la música instrumental del Renacimiento
Madrid. Auditorio Nacional. 19-V-2021. Ciclo Universo Barroco. Il Giardino Armónico. Director: Giovanni Antonini. Obras de Des Prez, Isaac, Van Ghizeghem, Roelkin, Agricola et al.
Hay conciertos que van mucho más allá del interés musical que puedan tener. Este del Il Giardino Armonico en Madrid (y el día anterior, en León) ha sido uno de ellos, por el alto valor didáctico que encerraba. Y es que, lamentablemente, la música renacentista sigue siendo una rara avis en los auditorios de nuestro país. Es verdad que, poco a poco, va formando parte con mayor frecuencia de la programación de ciertos festivales, aunque casi siempre relegada a templos y, prácticamente en todos los casos, reducida a la vertiente vocal. Que se plantee un concierto íntegramente dedicado a música instrumental del Renacimiento constituye toda una novedad. Y, en este caso, también una cierta sorpresa, porque el nombre de Il Giardino Armonico está indefectiblemente asociado al Barroco, por mucho que su director, Giovanni Antonini, se haya embarcado —con él y con la Kammerorchester Basel— en la integral de las sinfonías de Haydn.
Lo que proponía aquí Antonini era un viaje por aquella Europa, de la mano de dos miembros de los Bassano (Giovanni y Augustine), familia numerosa de músicos asentada en Venecia y especializada en aerófonos, especialmente flautas y cornetas. Giovanni, en concreto, formó parte del conjunto instrumental (lo que en España denominaríamos ministriles) de la Basílica de San Marcos, y su fama como cornetista trascendió fronteras. Varios de los Bassano viajaron a Inglaterra, reclamados por el rey Enrique VIII, gran aficionado a la música (y, supuestamente, flautista aceptable). Su influencia se dejó notar en compositores ingleses. De la misma manera que los maestros renacentistas flamencos habían influido antes en los italianos. E, igualmente, como luego algunos ingleses que viajaron en Alemania —William Brade, por ejemplo— influirían en la música de aquel país. Se trataba, pues, de un viaje circular, con el que Antonini pretendía demostrar que el globalismo no solo es cosa de nuestros días. Al menos, por lo que a la música concierne. Así, en el programa tenían cabida Des Prez (por supuesto, con la inevitable La Spagna), Isaac, Van Ghizeghem, Roelkin, Agricola, Guami, Holborne, Brade, Cornysh, Merula, Scheidt y los dos Bassano antes mencionados, más alguna pieza de autoría anónima.
Pero lo de valor didáctico tenía más que ver, incluso, con lo organológico, por la panoplia de instrumentos de viento que desplegaron los integrantes de Il Giardino Armónico. Antonini sopló un número difícilmente calculable de flautas (habría que haber estado sobre el escenario para contarlas con precisión), tanto de pico como traverso, además de una chirimía. Priska Comploi tocó chirimías, bombardas y flautas. Giulia Genini, bajón, bajoncillo y flautas. El cornetista Andrea Inghisciano, el cornetto a bouquin y el corneto muto. El barcelonés Carles Cristóbal, el bajón, el cromorno (u orlo, por utilizar el término español, totalmente en desuso) y hasta una flauta de pico. Emily White se lució, y mucho, con el sacabuche. Y Takashi Watanabe estuvo al órgano. Aunque a priori el programa pudiera parecer algo árido, resultó de lo más disfrutable (aquí me ciño ya solo a lo musical) y la repleta Sala de Cámara del Auditorio (repleta, pero con reducción de aforo, claro) se lo pasó en grande. No viene mal recordar, de vez en cuando, que la música renacentista también existe. E, incluso, la música renacentista instrumental.
(Foto: Elvira Megías)
Eduardo Torrico