MADRID / Historias de ambiente granadino
Madrid. Teatro de la Zarzuela. 1 y 2-X-2020. Giménez / Falla. Granada: La Tempranica / La vida breve. Nancy Fabiola Herrera, Rubén Amoretti, Ruth González, Gustavo Peña, Gerardo Bullón, Miguel Sola, Ricardo Muñiz, Jesús Castejón, Carlos Hipólito, Juan Matute. / Ainhoa Arteta, Jorge de León, María Luisa Corbacho, Rubén Amoretti, Anna Gomá, Gerardo Bullón, Jesús Méndez, Rafael Aguirre. Coro titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director musical: Miguel Ángel Gómez Martínez. Dirección escénica: Giancarlo del Monaco.
Abrió sus puertas a la nueva temporada el Teatro de la Zarzuela, después de ocho meses sin subir el telón obligado por la consabida pandemia, con el título genérico ‘Granada’, que reúne dos composiciones que en origen iban a ser representadas en una única sesión; finalmente el proyecto se ha visto alterado por las preventivas medidas sanitarias, teniendo que desarrollarse en dos sesiones, lo que tal vez haya ocasionado una pérdida de intensidad, al mismo tiempo que se ha visto reducida tanto la plantilla orquestal (veintiséis instrumentistas), como la coral (dieciséis voces).
El proyecto parte de un buen concepto, ya que reúne en un díptico dos obras que, aun perteneciendo a géneros distintos, poseen elementos en común, además de su temática -la ingenua gitanilla enamorada y engañada por señorito andaluz-, la ambiental, la Granada gitana, los tipos de personajes y las formas y recursos musicales: el andalucismo, la fuente moruna y la moda del alhambrismo.
La Tempranica, zarzuela de Gerónimo Jiménez con texto de Julián Romea que ejerció una notable influencia en las creaciones de compositores españoles como Manuel de Falla, Joaquín Turina, Federico Moreno Torroba (quien realizó la versión operística de la obra) y Joaquín Rodrigo (autor de su Homenaje a La Tempranica), ha estrenado una nueva producción, con diálogos elaborados por Alberto Conejero que desvirtúan la obra original, incluyendo un encuentro inexistente entre Giménez y un joven Falla a quien se une su libretista (papeles asumidos por Jesús Castejón, Carlos Hipólito y Juan Matute); por su parte, La vida breve, drama lírico en dos actos y cuatro cuadros de Carlos Fernández-Shaw y Manuel de Falla, repite la producción que Giancarlo del Monaco presentó en el Palau de les Arts de Valencia en 2010. El regista liga ambas obras –la primera convertida en prólogo- por una misma atmósfera, dramaturgia y composición teatral, todo muy alejado de la luminosidad andaluza, sumergiéndose en el psicodrama que viven las dos protagonistas, María y Salud, ambas abandonadas por los hombres a los que aman y que las lleva al fatal destino de la muerte. Del Monaco se vale para ello de un escenario desnudo con un fondo de paredes móviles, de rojo terroso, en el que transcurren escenas de ritual envueltas en humo y contraluces, todo arropado en una estética de pintura negra goyesca y de la España negra de Solana. No por ello carece de poética, todo lo contrario, y aunque pueda haber elementos discutibles, el espectáculo escénico es de gran calidad.
Inmejorable el elenco artístico, encabezado por las protagonistas de cada una de las dos obras. Nancy Fabiola Herrera emitió con intensidad y equilibrio su voz de mezzo lírica en la María de La Tempranica y transmitió una gran pasión escénica. Ainhoa Arteta exhibió volumen y afinación y representó de modo admirable a una Salud en una especie de estado psicótico. Bien Rubén Amoretti en sus papeles de don Luis y tío Sarvaor, con su rotunda voz de bajo, más cómodo en su segundo personaje. Solvente y seguro el tenor Jorge de León en el rol de Paco. Destacables Jesús Méndez (el cantaor) y Rafael Aguirre (guitarrista) así como el resto del reparto. Gran labor coreográfica de Nuria Castejón y una notable intervención del coro titular del teatro, con un excelente Gustavo Peña en la voz de la fragua en La vida breve.
Notable trabajo el de Miquel Ortega en la adaptación orquestal de La Tempranica, así como la de Miguel Ángel Gómez Martínez en la de la obra de Falla, adaptación ésta última autorizada por la familia del compositor gaditano sólo para estas representaciones en el Teatro de la Zarzuela. Gómez Martínez dirigió a la Orquesta de la Comunidad de Madrid con mimo y claridad expositiva, resaltando la belleza musical de ambas partituras, con mayores logros en la segunda obra.
El espectáculo, a su término, fue despedido con gran entusiasmo y largos aplausos.
Manuel García Franco