MADRID / FIAS: de passacaglias y lamentos
Madrid. Basílica pontificia de San Miguel. 19-II-2024. Festival Internacional de Arte Sacro de Madrid. Jiayu Jin (soprano). La Spagna: Sara Águeda (arpa doppia), Sabina Colonna (lirone), Álvaro Marías (flauta dulce), Jorge López-Escribano (clave y órgano), Ramiro Morales (archilaúd); Alejandro Marías, viola da gamba y dirección. Lamenti di donna: obras de Carissimi, Luigi Rossi, Monteverdi, Bellerofonte Castaldi, Selma y Salaverde y Kerl. Asesoramiento literario de Clara Marías.
La Spagna, el grupo que dirige el violagambista Alejandro Marías, trajo el pasado lunes al FIAS aires de la Italia del Seicento, con un programa que quería destacar la imbricación entre literatura y música en la retórica y la expresión artística del primer barroco. El tópico horaciano “ut pictura poesis” podemos sustituirlo en este caso por el de “ut musica poesis” A lo largo del concierto se alternaron las piezas instrumentales con las vocales, turnándose en el protagonismo de las primeras los distintos miembros del grupo mientras que la parte vocal corrió a cargo de la soprano china Jiayu Jin.
El concierto comenzó con una infrecuente sonata para flauta de Giacomo Carissimi -si es que admitimos su autoría, pues la fuente de la que procede es muy posterior-, compositor conocido fundamentalmente por sus cantatas e historias sacras. No auguraba nada bueno este inicio en el que se ofreció una lectura anodina, falta de brío, con tiempos muy morosos y una prestación del veterano flautista Álvaro Marías francamente mejorable. Pero afortunadamente, el resto de intervenciones instrumentales resultaron mucho más convincentes.
Sara Águeda ofreció una bella versión al arpa de la passacaglia de Luigi Rossi, célebre pieza que forma parte del Manuscrito Bauyn -una importantísima colección de piezas para clave que se custodia en la Biblioteca Nacional de Francia- donde figura como passacaille del seigneur Luigi. Por lo tanto parece tratarse originalmente de una pieza para teclado, si bien es muy frecuente su transcripción para arpa.
Bellerofonte Castaldi es otro compositor que compareció en el programa. Personaje singular, empezando por su nombre -su padre bautizó a sus hijos con nombres extravagantes tales que Oromedonte, Sesostro, Arpalice, Areta, Artemia y Axiotea-, Castaldi encarna perfectamente el espíritu del concierto pues era tan músico como escritor. De él Ramiro Morales, al archilaúd, tocó con gran intensidad su Arpeggiata a mio modo.
Fue costumbre en los siglos XVI y XVII componer piezas instrumentales sobre canciones o temas populares de la música vocal. Tal es el caso de Susanne un jour, una “chanson” a 5 partes de Orlando di Lasso que sirvió de inspiración para muchos compositores como Andrea Gabrielli, Giovanni Bassano o el que nos ocupa, Bartolomé de Selma y Salaverde. Su Susanna passegiata, perteneciente a su colección Canzoni, fantasie et correnti (Venecia, 1638) y pensada para el instrumento al que Selma dedicó su vida, el fagot, es más frecuente encontrarla interpretada por la viola da gamba, tal y como hizo Alejandro Marías en el concierto. Se trata una pieza de gran virtuosismo, con distintas secciones que, mediante disminuciones sobre el tema de Lasso, explora todo el registro del instrumento. Marías salió airoso de una pieza tan exigente, bien secundado por el continuo, con una interpretación vibrante, que reflejó perfectamente las tribulaciones de la joven Susana, pero que no se permitió los excesos que encontramos a veces en la ejecución de esta obra. Con buen criterio, se incluyó entre los textos del programa el poema de Guillaume Guérault y la traducción de Clara Marías -asesora literaria del concierto, autora de parte de las notas y de las traducciones de todos los textos- sobre el tema de Susana y los viejos, base de la “chanson” de Lasso y asunto que sirvió de inspiración a tanta música y pintura del barroco.
La última pieza instrumental fue la monumental Passacaglia de Johann Caspar Kerll -alumno de Carissimi en Roma-, magníficamente interpretada al clave por Jorge López-Escribano, quien repetía participación en el FIAS tras actuar el día anterior con la Violondrina.
La parte vocal del programa estuvo compuesta por una serie de lamentos, monólogos musicales -frecuentemente sobre un bajo en forma de passacaglia- basados en textos generalmente de gran calidad literaria en los que una mujer comparte su mala fortuna interpelando a un oyente en el que busca la complicidad, la comprensión o simplemente el desahogo. Son mujeres desconsoladas, en algunos casos casi enajenadas, que se han tenido que enfrentar a una situación que supera los límites de lo que es capaz de soportar el alma humana.
Estos personajes fueron encarnados durante el concierto por la soprano Jiayu Jin. Su irrupción en el concierto fue deslumbrante, primero para dar vida a la mujer que no puede olvidar a su amante muerto en “Deh, memoria” de Giacomo Carassimi, compositor del que se cumplen ahora 350 años de su muerte. Jin es una cantante que, lejos de la frialdad que se reprocha en muchos casos a los músicos orientales, tiene una vena dramática admirable. A lo largo del concierto se metió en la piel de cada una de las mujeres y nos hizo partícipes de sus sufrimientos de una forma contagiosa. Posee una voz de caudal notable, bien proyectada, de un atractivo color oscuro, muy idóneo para reflejar los abismos a los que descienden algunas de las trágicas protagonistas de estas obras.
En el Lamento de Ariadna de Claudio Monteverdi, único fragmento conservado de su ópera L’Arianna, la cantante reflejó perfectamente los cambios en los estados de ánimo de la princesa cretense, desde la incomprensión por el abandono de Teseo hasta el despecho o la desesperación.
La Epístola de la madre hebrea a Tito Vespasiano de Bellerofonte Castaldi es una obra singular. En ella una madre se dirige al emperador romano Tito, autor del asedio y conquista de Jerusalén en el año 70, reprochándole que le haya empujado a comerse a su propio hijo debido al hambre insoportable. Jiayu Jin transmitió la atroz situación con una gran intensidad dramática, pero sin caer en excesos veristas que hubieran estado totalmente fuera de lugar. Y es que la cantante sabe encontrar el equilibrio entre expresividad y compostura y tiene una elegancia natural que puso de relieve en el Lamento in morte di Maria Estuarda de Giacomo Carissimi, en el que la destronada reina escocesa se enfrenta a su decapitación y se despide de la vida con dignidad mayestática, no sin antes dejar patente la injusticia de tal infamia. Disculpen la digresión, pero no les ocultaré que mientras sonaba esta obra la cabeza se me fue un poco al Hollywood de los años 30 para evocar la película de John Ford en la que Katharine Hepburn daba vida a la desdichada reina e incluso la mención en el texto a “una segunda Jezabel” me llevó hasta William Wyler y Bette Davis. Quizás influyera en ello la cercana presencia de Miguel Marías, una de las personas que mejor han escrito sobre cine en este país.
No podía faltar en este recorrido un ejemplo de Barbara Strozzi, compositora que nos dejó alguno de los más bellos lamentos del siglo XVII. L’Eraclito amoroso nos presenta a una mujer que, ante la infidelidad de su amante, no encuentra consuelo más que en la mortificación y el anhelo de sufrimiento hasta la muerte. Todo ello fue encarnado de forma convincente y apasionada una vez más por Jiayu Jin, apoyada por un cuidadoso bajo continuo.
Como propina, los intérpretes ofrecieron “When I am laid in earth” de Dido y Eneas de Purcell, acaso el lamento más famoso del siglo XVII, cuya maravillosa versión fue el cierre perfecto a un concierto que nos dejó la revelación de Jiayu Jin, soprano a la que habrá que seguir en este y otros repertorios.
Imanol Temprano Lecuona