MADRID / Feliz día Europeo de la Música Antigua con la Orquesta Barroca de Sevilla
Madrid. Auditorio Nacional. Sala sinfónica. 21-III-2023. Ciclo Universo Barroco del CNDM. Orquesta Barroca de Sevilla. Dirección y clave: Jonathan Cohen. Obras de Zelenka, J.S. Bach, Rameau y Handel.
El 21 de marzo, aniversario (este año se cumple el 338) del nacimiento de Johann Sebastian Bach, se celebra el día Europeo de la Música Antigua. Por segundo año, el CNDM invitaba a la Orquesta Barroca de Sevilla (OBS), una de nuestras más celebradas formaciones en el género, a protagonizar el concierto que se celebra en esta fecha dentro de su ciclo Universo Barroco. Lo agradeció en un parlamento inicial que, sin megafonía, se entendió a medias, el contrabajista Ventura Rico, que recordó también la cooperación que en el mismo ha tenido Acción Cultural Española (AC/E), en el marco de la celebración del X aniversario del Programa para la Internacionalización de la Cultura Española.
En el programa, como bien señala Pablo J. Vayón en sus breves pero precisas e informativas notas, un viaje por lo más granado del barroco europeo en un periodo de un par de décadas del primer tercio del siglo XVIII, con cuatro nombres célebres y celebrados. Abría el fuego la Symphonie à 8 concertanti ZWV 189 del bohemio Jan Dismas Zelenka, una pieza de singular vitalidad, elegancia y encanto que, aunque tiene, como bien señala Vayón, elementos evidentes del concerto grosso, encuentra también lugar para las danzas, como la gavota o el minueto.
No vamos a descubrir a estas alturas las bellezas de los Conciertos de Brandenburgo, que junto a las Suites son dos de las colecciones orquestales más conocidas y justamente celebradas del Cantor. La música de Bach, y más en su cumpleaños, era de presencia obligada. La OBS escogió el primero de los Brandenburgo, que da mucha, y difícil, cancha a la pareja de trompas.
La segunda parte se centró en dos Suites: una de la ópera-ballet Les indes galantes, de Rameau, y otra, la primera de la muy justamente célebre Música Acuática de otra de las más grandes figuras del barroco: Handel.
Se presentó la OBS bajo la dirección del clavecinista y violonchelista británico Jonathan Cohen (Manchester, 1977), maestro de fina sensibilidad y refinado discurso antes que inclinado al nervio vibrante o acentos especialmente incisivos. Lo hizo con una plantilla suficiente para el tamaño de la sala: 3 oboes (uno de ellos, Pedro Castro, doblando flauta de pico), dos trompas, fagot, cuerdas 5/4/4/2/1, con Lina Tur Bonet como concertino, y dos claves (Alejandro Casal y el propio Cohen).
La formación sevillana empezó con una vital interpretación de Zelenka, especialmente en la larga (mucho más que el resto de los movimientos de la obra) symphonia inicial, con bien construidos diálogos de cuerda y oboes, exigidos Castro y Tur Bonet en una agilidad cuadrada con plausible acierto. Cantaron con gusto y acierto oboe, fagot y violín solista en el andante, siendo aquí la mayor demanda para el fagot, constantemente sometido a largos pasajes de fusas, escollo que salvó con magnífica prestación. Cohen dibujó con elegancia el ritmo de gavota en el tercer tiempo, y se lució la solista de chelos, Mercedes Ruiz, en el cuarto, en un bello diálogo con el fagot. El director británico reiteró la elegancia de fraseo en los dos tiempos finales.
Estimable la interpretación del primero de los Brandenburgo, con los dos solistas de trompa salvando el difícil escollo con envidiable entrega y con más fortuna en el minueto que se reitera hasta cuatro veces (intercalado con dos tríos y una polonesa) en el movimiento final. Se obviaron, lo que parece lógico, algunas repeticiones en esas cuatro reiteraciones del minueto, manejadas por lo demás con gusto y discreta ornamentación adicional por la OBS. Se tomó también alguna licencia, como la omisión de las trompas en el da capo del minueto tras la polonesa. Licencia comprensible en todo caso, especialmente teniendo en cuenta que el Trio que venía justo a continuación les atribuye todo el difícil protagonismo con una partitura bien comprometida.
Lo mejor de la velada, sin embargo, vendría en una segunda parte sobresaliente. Estupenda la Suite de Rameau, dibujada de forma elegante, precisa, de envidiable impulso rítmico en muchos momentos, como el Air pour les esclaves affricains y, sobre todo, la bien conocida y encantadora Danse du grand calument de Paix, y de decidida afirmación en otros, como el Air Polonais. Delicioso el carácter rústico de la Musette en Rondeau. Un Rameau de impecable ejecución y belleza, muy elegante, sin las aristas incisivas que ofrece el energético Minkowski, pero en todo caso de sobresaliente nivel.
Lo tuvo igualmente la Suite de la Música acuática handeliana que cerraba el concierto, expuesta con grandeza y solemnidad en la obertura, y pleno acierto en tempo y fraseo de los movimientos de danza. Hubo ocasión para el lucimiento de los solistas de oboe (en el adagio e staccato, donde Castro además adornó con justeza y sensibilidad) y fagot (andante), y las trompas, tanto en el tercer número como en el quinto (ambos sin título ni indicación de tempo en la partitura, aunque el programa los marque “allegro” y “presto” entre corchetes) y el minueto, más tarde ofrecido como propina.
Gran éxito de la formación sevillana en esta nueva comparecencia, para una velada que siempre hay que celebrar con alegría. La siente quien esto firma escribiendo de un repertorio que quiere y conoce, lo que no obsta para que recuerde desde estas líneas que, quien estaba previsto que escribiera sobre este evento, mi querido amigo y compañero Eduardo Torrico, se encuentra en un difícil trance de salud del que todos esperamos que se recupere pronto y completamente.
Rafael Ortega Basagoiti
[Fotos: Elvira Mejías / CNDM]