MADRID / Feldman devorando a sus colegas

Madrid. CentroCentro. 21-IX-2023. Ciclo Vang, Músicas en vanguardia.Ensemble CrossingLines. Obras de M., Broekman, Sciarrino y Feldman.
Hay una tensión formidable que se produce de manera singular ante la audición compartida de ciertas músicas contemporáneas. La obra de Morton Feldman pone a prueba no solo a los músicos, también saca a relucir de manera palmaria la mayor o menor predisposición del auditor e incluso las flaquezas y fortalezas de la sala en la que se escucha. En CentroCentro la madera del Auditorio señala inmediatamente al disidente y torpedea la audición. Feldman, en disco, es maravilloso. En concierto es otra experiencia, más imperfecta, también quizá más apegada a una realidad que las grabaciones nos muestran demasiado pulida.
Retomaba su actividad el Ciclo Vang con un buen programa del conjunto barcelonés CrossingLines quienes traían una obra que devoraba a todas los demás y casi a lo que le hubieran echado. Bass Clarinet and Percussion (1981) de Feldman cerraba el concierto, una partitura breve (alrededor de 20 minutos) para un compositor que, en aquel entonces, se abocaba a duraciones que sumaban, en algunos casos, horas y horas. Pero, en su esencialidad, la obra comprime toda la poética del tiempo suspendido del compositor de Buffalo. Una pieza esta que, además, fue grabada en 2015 (Neu Records) por quien ahora ha vuelto a ella, Víctor de la Rosa. Junto a los percusionistas Miquel Vich y Joan Pérez, De la Rosa elaboró y reelaboró las melodías ensimismadas con una media voz controlada que tendía a mimetizarse con la diáfana y repiqueteante percusión, siempre sostenida en esa voz queda tan característica.
Escuchar a Feldman constituye siempre un acontecimiento, amplificado en esta cita por la difusión electroacústica de dos aportaciones de la compositora Sachiko M, Don’t ask y Don’t touch; la segunda de ellas ejecutada en sus oquedades graves y vibrantes desde el sintetizador por Pablo Carrascosa, oportuno ambiente previo a las parquedades feldmanianas. Por bien que la abordase De la Rosa, Let me die before i wake, de Salvatore Sciarrino, no responde ya a la grandeza de la poética del italiano, a menudo huidiza y hosca, aquí circunscrita a un estudio para respiración y clarinete con oportunos berrinches académicos. Para dos percusionistas y electrónica, Door andere handen (Por otras manos), de Jesse Broekman, devino en un entretenido artefacto que rebajó la severidad de la propuesta con una música de sonoridades algo más lúdicas, aunque su capacidad de permear el recuerdo se nos antojara algo débil.
Ismael G. Cabral