MADRID / Fabio Biondi firma un Monteverdi dificilmente superable
Madrid. Auditorio Nacional (Sala sinfónica). 12-III-2023. Ciclo Universo Barroco del CND. Monteverdi: Il ritorno d’Ulisse in patria. Mark Padmore, Sara Mingardo, Jorge Navarro Colorado, Mark Milhofer, Giuseppina Bridelli, Julieth Lozano, Omar Mancini, Francesca Biliotti, Jérôme Varnier, Denzil Dalaere, Nile Senatore, Vince Yi, William Meinert, Tarik Bousselma. Coro de la Comunidad de Madrid. Director del coro: Javier Carmena. Europa Galante. Director: Fabio Biondi.
Empezaré por lo que seguramente debería ser el aserto final de esta crónica: se puede hacer, no lo dudo, un Monteverdi mejor que este, pero me temo que debe de ser muy difícil, por no decir que imposible. No voy a esperar más para cantar las excelencias de este glorioso Ritorno d’Ulisse in patria ofrecido por un Fabio Biondi cada día más monteverdiano. Sí, de acuerdo, a todo espectáculo musical se le puede poner siempre algún reparo, por pequeño que sea. Sin embargo, por más que busco, no soy capaz de hallarlo. En todo caso, sería más visual que auditivo. Por ejemplo, el tropicalmente colorido vestido de la soprano Julieth Lozano, que desentonaba más de la cuenta. O, más aún, el blusón blanco, parecido al que vestían los tenderos de los antiguos ultramarinos, de Nile Senatore. Pero ahí me quedo.
Y es curioso que sea tan categórico, pues el Orfeo que hizo Biondi en este mismo escenario hace justo un año me pareció que tuvo muchas luces, pero también bastantes sombras (empezando por la elección de algunas de las voces, especialmente la de Ian Bostridge para el papel protagonista). Sin embargo, en esta ocasión todo han sido aciertos: las catorce voces, la orquesta (bien nutrida, nada de reduccionismo historicista, que eso funcionaría bien, seguro, en el Teatro de San Giovanni y San Paolo de Venecia, donde estrenó Il ritorno en febrero de 1640, pero no en una sala enorme como el Auditorio Nacional de Madrid), el coro (el de la Comunidad de Madrid, que solo tuvo dos intervenciones, pero ¡qué dos intervenciones!), la pequeña escenificación que llevaron a cabo los cantantes y, sobre todo, la magistral dirección de Biondi, atento al más mínimo detalle de principio a fin. Hasta la casi media hora que redujo el palermitano, cortando de aquí y de allá, fue un acierto, porque solo cercenó lo que era paja, para dejar el trigo intacto). Geniales los tres o cuatro golpes cómicos del tenor Tarik Bousselma, encargado de representar el papel del bufón Iro.
Todos los cantantes, absolutamente todos, frisaron la perfección, empezando por los veteranos Mark Padmore (Ulises) y Sara Mingardo (Penélope). El tenor inglés mostró alguna ligerísima tirantez en las notas más altas, pero fue peccata minuta. Cantó con ese exquisito buen gusto que siempre le ha caracterizado y se le entendió todo lo que salió de su boca (nada que ver con Bostridge hace un año). La contralto veneciana fue la de las grandes tardes: no pasan por ella los años. Y ojalá que siga así mucho tiempo más, porque no abundan las verdaderas contraltos (y, mucho menos, las verdaderas contraltos que son realmente buenas).
Mención especialísima merecen otros tres cantantes. El primero, Mark Milhofer (otro más de la inagotable cantera inglesa de tenores), que hizo un Eumeo rotundo, con voz tonante y, como en el caso de Padmore, de excelente prosodia y pleno de adecuada gestualidad. El segundo, el tenor alicantino Jorge Navarro Colorado, que Telémaco de ensueño; posee una bellísima voz, noble hasta más no poder, y se mueve como pez en el agua por el Barroco. Sigo sin entender cómo apenas canta en España (lleva dieciocho años residiendo en Reino Unido), porque tenores como él escasean en la música antigua de nuestro país. Y la tercera, la mezzosoprano Giuseppina Bridelli, seguramente la que más fidelidad guardó al estilo monteverdiano y al recitar cantando. Convencida, firme y con esa voz oscura y profunda de la que siempre hace gala, completó una Minerva antológica.
Todos los demás estuvieron espléndidos, especialmente los dos bajos: Jérôme Varnier (Neptuno) y William Meinert (Neptuno), dueños ambos de una voz atronadora y cavernosa. Magnífica Julieth Lozano (Melanto), pese al colorido chillón de su vestido; tiene medios vocales más que suficientes y canta con gusto. Voces bonitas la del tenores Omar Mancini (Eurimaco) y Denzil Delaere (Júpiter), convincente la Euriclea de la contralto Francesca Biliotti (otra contralto de verdad) y refinadísimo, como en él es habitual, el contratenor Vince Yi (Pisandro). Por último, sorprendente el Anfínomo de Nile Senatore (el del blusón del colmado): en el programa figuraba como barítono, pero el público no llegó a discernir si en realidad era tenor o contratenor (desde luego, todo menos barítono). La explicación es bien sencilla: Senatore es lo que los franceses conocen por haute-contre, es decir, un tenor altino. Es joven y le aguarda un porvenir halagüeño.
Eduardo Torrico
(Fotos: Elvira Megías / CNDM)