MADRID / Elīna Garanča, una Luisa Fernanda de impecable musicalidad
Madrid. Teatro Real. 25-X-23. Elina Garanca, María José Moreno, Luis Cansino, Alejandro del Cerro. Coro del Teatro Real (director: José Luis Basso). Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Director: Karel Mark Chichon. Federico Moreno Torroba: Luisa Fernanda.
Luisa Fernanda, cuyo libreto suscribe el famoso dúo Romero-Fernández Shaw, es una obra maestra del tardío casticismo español que, por sus virtudes musicales y dramáticas bien merece el escenario del Teatro Real. Se ofreció en función única y en formato de concierto con un mínimo desplazamiento de los solistas que no llegó a ser una puesta en escena. Y es lástima, porque la arquitectura teatral de la obra, por sus certeras caracterizaciones, su alternancia de escenas, sus eficaces duraciones y golpes de teatro (todo ello servido por una música de inagotable melodismo), cumplen la plenitud de su mensaje con una representación en toda regla.
Moreno Torroba especula muy bien con las fuentes, que alternan la evocación madrileña de pasacalles y habaneras con jotas y rondas campesinas para llevarnos a una dehesa extremeña, más algún que otro toque de arcaísmo popular. La armonía es cuidadosa y exquisita; la orquestación, colorida y elegante. Todo es muy folclórico, pero de un colorido refinado que evita cualquier charanga. Además, por la fecha del estreno en tiempos republicanos (1932), los momentos de distingo social –aristocracia, burguesía rural, pueblo ciudadano y campesino– y el enfrentamiento entre liberales y apostólicos, añaden un ribete documental no exento de interés. Aunque evocativa, la zarzuela no se desentiende ante la realidad contemporánea.
La versión ofrecida fue de pareja calidad y sostenido y ajustado brillo. La dirección orquestal tuvo energía, describió paisajes, acompañó voces, ajustó velocidades e hizo patente la constante sugestión de colores que propone el compositor. La protagonista, Elīna Garanča, es una de las mezzosopranos más notorias de hoy y mostró el terciopelo de su materia, una insolente variedad de registros y una musicalidad impecable. A su lado, María José Moreno bordó a su pizpireto y altivo personaje con unos medios exquisitos y un canto infalible. Los mayores aplausos de la noche fueron para Luis Cansino, que encarnó a Vidal y que, más allá del nombre de la obra, resulta ser el auténtico protagonista. Lo hizo con autoridad vocal, energía dramática y una musicalidad sincera y valiente. Alejandro del Cerro (Javier) alternó un canto sostenido de bella vocalidad lírica, con momentos de sugestivos pianissimi. La lista de los comprimarios resultó extensa y excelente. Entre ellos, Milagros Martín, dueña del estilo Moreno Torroba (fue en tiempos una memorable Chulapona). El coro reiteró la calidad que le conocemos y la orquesta cumplió a la perfección las exigencias de su director Karel Mark Chichon.
Blas Matamoro
(En la imagen de arriba: Elīna Garanča. En la de abajo: Quintín Bueno y Milagros Martín. Fotos: Javier del Real)