MADRID / El magistral ‘Allegro’ haendeliano de Christie
Madrid. Auditorio Nacional (Sala sinfónica). 8-III-2022. Ciclo Universo Barroco. Haendel: L’Allegro, il Penseroso ed il Moderato. Rachel Redmond, soprano; James Way, tenor; Sreten Manojlovic, bajo; Leo Jemison, niño soprano. Les Arts Florissants. Director: William Christie.
L’Allegro, il Penseroso ed il Moderato es la composición más peculiar e inclasificable de toda la producción haendeliana. En el programa de mano, siguiendo fuentes originales, se presentaba como ‘oda pastoral’, aunque esa denominación no parece corresponder en absoluto con la estructura y el carácter de la composición. En fin, como no conviene caer en el nominalismo, el género donde la encajemos (yo siempre he considerado que se trata de una cantata gigantesca) es irrelevante. Lo importante es que contiene alguna de la música más evocadora compuesta por Haendel, vale decir, pues: de todo el siglo XVIII.
Esta maravillosa composición estuvo anoche en las mejores manos imaginables a día de hoy, las de William Christie y sus efectivos, tan extraordinarios como siempre. En la orquesta se notó el cambio generacional, que se está haciendo poco a poco, merced a lo cual mantiene su sonido y personalidad: allí alternaban históricos como Myriam Gevers, Galina Zinchenko, David Simpson, Jonathan Cable, Serge Saïtta, Claude Wassmer y, por supuesto, Marie-Ange Petit en la percusión, junto a su nuevo concertino, Emmanuel Resche-Caserta, o la magnífica clavecinista Béatrice Martin. La orquesta estuvo impresionante en todo momento, bajo la atentísima y exquisita batuta del maestro franco-estadounidense, que demuestra, una vez más, que nadie es capaz de delinear y matizar la música de Haendel como él, sea en los momentos más delicados o en los más eufóricos.
Y lo mismo cabe señalar respecto del coro, fastuoso en cada intervención: ¡qué magníficos los coros de cierre de las partes segunda y tercera! Estupendos los solistas instrumentales en sus intervenciones a solo, en especial la espléndida trompa (con un solo agujerillo) en Mirth, admit me of thy crew!, el traverso en la extraordinaria Sweet bird (¡cómo mantiene todas sus cualidades Saïtta!) y Béatrice Martin en las interpolaciones al órgano en There let the pealing organ blow y en la Fuga ad libitum. ¡Qué lujo contar en el continuo con semejante clavecinista! Por cierto, ya que el concierto se celebró en el Día de la Mujer, no está de más recordar que Martin es la única fémina que ha ganado el primer premio en el Concurso Internacional de Clave de Brujas. David Simpson, en cambio, no tuvo su noche y flojeó en su obbligato en But oh, sad Virgin, that thy power.
En cuanto a los solistas vocales, todos ellos provenientes de ese magnífico semillero que es Le Jardin des voix, debe destacarse a la espléndida Rachel Redmond: expresiva, delicadísima, con magnífica coloratura y sobreagudos y exquisita en todo momento. El niño soprano Leo Jemison (en el estreno se encomendaron a un niño todas las intervenciones de soprano) tiene una voz excelente para ser un infante, pequeña, pero no tanto, con su volumen; y con una afinación —tan complicada en los niños por su falta de armónicos— muy apreciable. James Way tiene una voz preciosa, típicamente haendeliana, con un timbre característico. Bravo y ágil, sabe relajarse y logró un sobresaliente As steals the morn junto a Redmond, quienes lograron uno de los momentos más bellos de toda la noche. Por último, el bajo Sreten Manojlovic, de bonita voz, anda escasillo de volumen y proyección y fue deglutido en demasiadas ocasiones por la orquesta.
Solo cabe lamentar una tijera excesiva, la ausencia de introducción orquestal, a pesar de estar anunciada en el programa, y la negativa a dar una propina, a pesar de las múltiples salidas que hicieron los intérpretes ante las interminables ovaciones del entusiasmado público.
Javier Sarría Pueyo
(Foto: Javier del Real – CNDM)