MADRID / ‘El caballero de Olmedo’: una intriga de amor y fatalismo trágico
Madrid. Teatro de la Zarzuela. 6-X-2023. Arturo Díez Boscovich: El caballero de Olmedo. Joel Prieto. Rocío Pérez. Germán Olvera. Nicola Beller Carbone. Berna Perles. Gerardo Bullón. Rubén Amoretti. Coro del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: Guillermo García Calvo. Dirección escénica: Lluís Pascual.
Se dice que donde Lope de Vega alcanza sus momentos de plenitud, su mayor y más certera intensidad dramática, donde se manifiesta con todas las posibilidades su hondura poética, es al interpretar los motivos tradicionales de la leyenda o de la historia nacional. Todo el pasado español, desde los tiempos más remotos hasta sus propios días, es campo fértil del que Lope sabe arrancar héroes y sucesos. La intervención del “misterio”, que Lope manejaba tan certeramente, tiene lugar en una de sus más bellas creaciones: El caballero de Olmedo. A la espontaneidad y soltura de sus obras anteriores sucede ahora un arte más reflexivo, una concatenación más rigurosa de los lances escénicos, una unidad de acción más vigorosa y un mayor equilibrio dramático. La madurez trágica.
Como origen histórico del mito del caballero se ha señalado un incidente ocurrido el miércoles 6 de noviembre de 1521: “Don Juan de Vivero, caballero del hábito de Santiago, señor de Castronuevo y Alcaraz, fue muerto viniendo de Medina del Campo de unos toros, por Miguel Ruiz, vecino de Olmedo, saliendo al encuentro sobre diferencias que traían, por quien dijo aquellas cantilenas que dicen; Esta noche le mataron – al caballero, la gala de Medina – la flor de Olmedo.” Estos versos correspondían, con sus variantes, a un cantarcillo tradicional muy conocido y repetido en toda Castilla. Acontecimiento que puede leerse en El Nobiliario genealógico de los reyes y títulos de España (1622) compuesto por Alonso López de Haro. Cantarcillo y noticia que bastaron a Lope para componer su magnífica tragicomedia, una de las más poéticas y hermosas de su autor, escrita entre 1622 y 1625. Si tras una larga etapa de olvido y silencio El caballero de Olmedo volvió a interesar a partir del Romanticismo, es fundamentalmente porque plasma un mito primaveral de amor y muerte cuyo tema central es el mito cainita, la envidia, el odio destructivo a la fortuna o la suerte de otros, sobre todo si voluntaria o involuntariamente su generosidad y sus auxilios se sienten como una humillación.
Se inaugura la temporada lírica 2023-2024 del Teatro de la Zarzuela con el estreno absoluto de la ópera El caballero de Olmedo, a la que ha puesto música el director y compositor malagueño Arturo Díez Boscovich, con dirección escénica de Lluís Pascual y musical de Guillermo García Calvo. El libreto es el texto original de Lope adaptado por Pascual, que ha reducido sus tres actos originales a ocho escenas encadenadas, con una duración aproximada de 110 minutos. Se trata del tercer estreno absoluto de una obra lírica en breve tiempo, encargos todos ellos del propio Teatro a compositores de muy distintas trayectorias, a saber: Policías y ladrones de Tomás Marco, Trato de favor de Lucas Vidal y la ópera que nos ocupa, encargo de Daniel Bianco en su deseo de despedirse con esta obra que nadie había atendido desde la lírica. Obra, en palabras de García Lorca, que no solo tiene el ángel habitual en Lope, sino que está poseída por el duende, por una oscura fuerza que la dota de misteriosas y hondas resonancias.
Para Lluís Pascual, El caballero de Olmedo es la historia más bella de nuestra lírica “sobre el amor, la felicidad de su presencia y el dolor de su ausencia”. Auténtico hombre de teatro, concibe la escena con magisterio, además de conseguir una inteligente adaptación. Conoce bien la obra y el verso de Lope; la ha dirigido con anterioridad en tres ocasiones, y ahora una cuarta, con el añadido de que es con música. La propuesta escénica cuenta con una funcional escenografía minimalista de Daniel Bianco: cuatro paneles que irán cambiando de posición, sobre los que se proyecta una poética videoescena de Franc Alleu que quiere reflejar un estado de ánimo, el paisaje castellano, el tiempo que transcurre desde un alegre amanecer a un fatalista y trágico anochecer. Contribuye a su realce el bello vestuario de Franca Squarciapino, ajustado a la época, el eficiente trabajo de esgrima de Jesús Esperanza en el litigio de espadas y la coreografía de Nuria Castejón en los breves interludios musicales.
Díez Boscovich, creador de esta nueva partitura, muestra una escritura orquestal intensa, apasionada, expresiva, que sintetiza lo mejor de la tradición de la música para el cine, que es uno de sus referentes, con otros compositores del mundo de la ópera y alguna que otra mirada al periodo renacentista. Su música no quiere ser un mero acompañamiento a los versos de Lope, que encierran ya de por sí su propia música, sino transmitir las emociones de los personajes, a los que quiere dotar de su propio color en el uso de las armonías, las modulaciones y la instrumentación. Firme en el podio, García Calvo expuso la partitura con la mayor claridad, aunque tal vez se echaran en falta ciertas matizaciones y en ocasiones una mayor regulación del volumen orquestal.
El sólido elenco vocal asume su papel con expresividad, tersura y exquisito arte. La soprano ligera Rocío Pérez y el tenor Joel Prieto encarnan a Inés y a Alonso Manrique, la pareja de enamorados cuya integridad moral no se quiebra en ningún momento. Sus respectivas partes suelen moverse en tesituras altas, y brindaron un muy bello dúo de amor. El barítono mejicano Germán Olvera representa a Don Rodrigo, enamorado también de Inés. Oponente de Alonso, se presentó decidido y aguerrido, siendo su parte musical más abrupta y de colores más oscuros, en consonancia con con su comportamiento avieso, provocador de la tragedia. Junto a éste, con sólida voz baritonal, Gerardo Bullón encarna a Don Fernando, compañero de lides. La soprano Nicola Beller Carbone es Fabia, un papel celestinesco de bruja simpática, que anima y da color al desarrollo argumental. El resto del elenco estuvo a gran altura: el bajo Rubén Amoretti como Tello, la soprano Berna Perles como Doña Leonor. Muy acertadas las intervenciones de Graciela Moncloa, en el papel de la criada Ana y de Francisco Pardo, Una sombra.
Concluye el drama con la notable intervención del coro junto al resto del reparto con un Requiem de humano valor poético. No se concibe tragedia más patética y dolorosa. El público se volcó en aplausos.
Manuel García Franco
(fotos: Javier del Real)