MADRID / El Bach impecable de La Spagna

Madrid. Teatro Fernán Gómez. 5-V-2019. La Spagna. Director: Alejandro Marías. Obras de Johann Sebastian Bach.
Eduardo Torrico
No hay mejor piedra de toque para un grupo o para un solista que Johann Sebastian Bach. Se dice que su música es tan buena que lo soporta todo. Pero más bien es lo contrario: sirve para desnudar las vergüenzas de quienes no dan la talla. Hace ya algún tiempo que, por fortuna, los grupos españoles especializados en el repertorio barroco afrontan Bach sin complejos. Pero sigue habiendo de todo, como en botica. A La Spagna, la formación que dirige el violonchelista y violagambista Alejandro Marías, le tocó clausurar la primera edición del Festival Música Antigua Madrid con un programa íntegramente dedicado al Kantor, el cual contenía un par de obras de esas cuya sola mención causa pavor en no pocos teclistas: el Quinto concierto de Brandemburgo (que en realidad es para flauta, violín y clave, aunque prácticamente todo el mundo lo asocie a este último instrumento) y el Concierto para clave en Re menor BWV 1052.
La Spagna compareció en formato camerístico, algo a lo que parecen ya condenados de manera irremisible los grupos españoles por cuestiones meramente económicas. Sin embargo, este detalle resultó aquí irrelevante teniendo en cuenta que la tercera obra interpretada —la Segunda suite orquestal— fue originalmente escrita por Bach durante su estancia en la corte de Anhalt-Cöthen (de 1717 a 1723), donde solo disponía de una pequeña orquesta de cámara que no debía de diferir mucho a la de La Spagna. Lo mismo cabe aplicarse al ya mencionado Quinto concierto de Brandemburgo, datado en la misma corte en el año 1721. Y tal vez podría ser también de ese periodo el germen del Concierto para clave BWV 1052, que no es otro que con un extraviado concierto para violín que más tarde, en 1728, fue arreglado como concierto para órgano al objeto de ser usado en dos cantatas. No cabe, por tanto, mayor rigor historicista en la plantilla empleada por La Spagna: dos violines (Víctor Martínez y Marta Mayoral), una viola (Leticia Moros), un violoncelo (Alejandro Marías), un contrabajo (Silvia Jiménez), un clave (Asís Márquez) [en la foto] y una flauta travesera (Antonio Campillo).
En la lectura del Quinto concierto de Brandemburgo se mostraron solidísimos tanto Martínez como Campillo, pero la propia esencia de la obra —con ese diabólico y extenso primer Allegro— confirió todo el protagonismo a Márquez, quien curiosamente, en la charla previa que el festival ha ofrecido antes de cada velada, venía a decir que este concierto era pan comido en comparación con la obra programada a continuación, el Concierto BWV 1052. Sea como fuere, Márquez brindó una lección magistral en cada una de las dos obras, demostrando el porqué está considerado como uno de los mejores exponentes del floreciente actual panorama clavecinístico español. Márquez conjuga un talento desbordante con una solidez técnica a prueba de bombas, de tal manera que no solo se manejó en estas dos obras bachianas con soltura, sino incluso con insultante comodidad.
El alto nivel colectivo de La Spagna quedó de manifiesto en la Segunda suite orquestal, que cerraba el concierto. De nuevo Campillo estuvo a la altura que demandaban las circunstancias, con una modélica Badinerie final. El broche de oro lo puso, a modo de bis, una ensoñadora versión de la archiconocida Aria de la Tercera suite.