MADRID / Divertimento Ensemble, grandezas de la (actual) música española
Madrid. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Auditorio 400. 6-XI-2023. Divertimento Ensemble. Sandro Gorli, director. Obras de Vadillo, Quislant, Fedele, Camarero, Donatoni y Blardony.
El Divertimento Ensemble es uno de esos conjuntos especializados en la creación actual con una personalidad estética muy definida, ya por el orgánico (entre el quinteto y la decena de músicos), ya por las obras que habitúan a poner en los atriles. También y por la afinidad por un tipo de escritura más tímbrica que textural, podría fácilmente emparentársele con el francés L’Itinéraire, aunque no es la escuela espectral la devoción única del conjunto italiano.
A las órdenes de su director, Sandro Gorli, él mismo alumno de Franco Donatoni, ofrecieron del compositor veronés una pieza que es casi carta de presentación del grupo, Arpège (1986). Su dominio de la misma, en este concierto de la temporada del CNDM, demostró ser plena. Representa a la perfección la escritura nervada e intrincada de Donatoni, que vino de practicar un serialismo muy personal a adentrarse en vericuetos más lúdicos, pero igualmente de estricta abstracción. Los músicos la urdieron con precisión y sin dejar caer la tensión en ningún meandro del único trazo que despliega la página. A la otra aportación patria que hizo el ensemble, Immagini da Escher (2005) de Ivan Fedele, le falla la segmentación en breves capítulos que complejizan la escucha. Gorli fue especialmente habilidoso en construir cada una de las ilusiones acústicas que referencian al pintor neerlandés, pero la obra sólo funciona segmentariamente, sin que el todo quede ajeno a cierta farragosidad académica.
Sarab, tres espejismos sobre un poema de Rudaki (2018), de Eneko Vadillo, es una partitura que goza de considerable difusión, sea por su asimilación más o menos exacta de la plantilla Pierrot, sea porque es una música desenvuelta, que no esquiva un lustre brillante, con abundantes apogeos y de escucha rápidamente asimilable, sin por ello rehuir una gramática exigente con los músicos. Si los del Divertimento la abordaron con enorme arrojo no se puede decir lo mismo de Nun (2019) de Javier Quislant, de colores más grisáceos y lenguaje astringente. Quizás no fuera esta la estética con la que más empatizan estos músicos, en todo caso pareció quedar algo más de resuello que extraer a estos pentagramas. Quislant, por cierto, acaba de publicar en el sello discográfico Kairos, su importante ciclo de cuartetos Sinuoso tiempo, que bien haría el CNDM en dar a conocer en España en concierto.
Con toda justicia César Camarero, al recoger los aplausos, agradeció singularmente la competencia de la pianista Maria Grazia Bellocchio en la ejecución de su obra, Klangfarbenphonie 3 (2021). Es a partir del material que introduce el teclado que el resto del conjunto reacciona mediante reelaboraciones a menudo cadenciosas, volviéndose a poner de relieve la capacidad del compositor, Premio Nacional de Música, de generar atípicos instantes de detención del movimiento y otros en los que las aceleraciones siempre parecen fragmentarias o a punto de resquebrajarse. Sandro Gorli hizo una construcción atenta a la cuidada tímbrica de la partitura, también a su querencia por la verticalidad. En Sueño de piedra (2020), estreno absoluto y encargo del CNDM, Sergio Blardony demostró una vez más la visualidad plástica de la que gozan muchas de sus obras. En las rugosidades de la percusión –excelente, Elio Marchesini– y también en el flujo agitado de toda la composición pareció percibirse un pulso constante que mueve con solvencia e interés todo el armazón de un compositor que siempre demuestra tener una idea clara que compartir con el oyente.
Ismael G. Cabral
(foto: Elvira Megías)