MADRID / De la Rubia y la OCNE estrenan el Concierto de órgano de Buide
Madrid. Auditorio Nacional. 14,15 y 16-II-2010. Juan de la Rubia, órgano. Orquesta Nacional de España. Director: Diego Martín-Etxebarria. Obras de Messiaen, Buide y Dukas.
El compostelano Fernando Buide (1980) es uno de los más interesantes compositores españoles de su generación, con una obra personal y atractiva que apuesta por el color instrumental y, tras su ópera reciente, La amnesia de Clío, estrenaba como encargo OCNE un excelente Concierto para órgano y orquesta. Buide, él mismo con una experiencia americana como organista, explota a fondo las posibilidades del órgano Grenzig del Auditorio y plantea una obra llena de sensibilidad por el color sonoro en un lenguaje que practica una cierta metatonalidad muy actual. Órgano y orquesta presentan un recorrido coherente por el color tímbrico que cimenta una obra sin duda valiosa que se inserta en el corto pero significativo elenco de los conciertos organísticos españoles modernos. Espléndidamente servido por el organista Juan de la Rubia, el concierto es tan brillante como íntimo y trabaja timbres y densidades apostando por una belleza sonora de cuño actual.
Maestro del color instrumental fue Olivier Messiaen y, aunque su Himno es obra temprana, muestra ya los elementos de un estilo donde ritmo y timbre son bases de la estructura. Obra hermosa, bastante poco conocida, lució en la buena versión obtenida por la ONE. Por su parte, Paul Dukas se suele describir como impresionista, pero su escasamente conocida Sinfonía en do se acerca más a Franck y Saint-Saëns que a Debussy, aunque su tratamiento orquestal apuesta también por el uso del color orquestal. La obra es bonita, hasta brillante por momentos, y resulta misterioso porqué es tan desconocida, incluso en Francia. Especialmente el segundo movimiento es magistral y toda una lección de colores armónicos y tímbricos.
Se presentaba con la OCNE como director Diego Martín-Etxebarría, quien ya atesora una interesante carrera internacional y mostró una impecable profesionalidad y una capacidad musical al servicio de cada uno de los estilos. Bien arropado por una OCNE en excelente momento, llevó a buen puerto un programa novedoso y nada fácil que expuso de manera convincente. Además, exhibió una imaginación programadora muy superior a la de la mayoría de sus rutinarios colegas. Un buen programa diferente, bien realizado, es algo poco habitual. Y la apuesta por el color se ganó.
Tomás Marco