MADRID / Fantasía bachiana

Madrid. Auditorio Nacional. 15-III-2019. José Luis Castillo, piano. Obras de Bach, Busoni, Vivaldi, Fauré, Liszt y Brahms.
Continúa la Universidad Autónoma, a través de su Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música, explorando las distintas esquinas del repertorio y en este caso ha dado paso a un recorrido
directo e indirecto por la obra bachiana a cargo del pianista canario José Luis Castillo [en la foto], incansable investigador e intérprete en cierto modo marginal, apartado de las habituales corrientes de influencia, profesor excedente del Conservatorio Oficial de Música Hermanos Berzosa de Cáceres.
Nos sorprende y agrada de Castillo, aparte su seriedad y compostura, su concentración y severidad, el sesgo riguroso, el planteamiento casi científico de sus interpretaciones, centradas en este caso, de manera didáctica e inteligente, en torno a la figura del cantor de Santo Tomás, eje central de su actuación en una sesión titulada con toda lógica Nach Bach. Numerosos vasos comunicantes traspasados por la inquietante tonalidad de fa menor. Pudimos apreciar ya en la obra inaugural, el temprano Capricho por la partida del amadísimo hermano BWV 992, los amplios contrastes dinámicos, la fiel reproducción de apoyaturas, el empleo del pianísimo, la discreta paleta de colores y el limpio trazado de la parte fugada.
La recreación de la monumental Fantasía Nach Bach BV 253 de Busoni, una suerte de original reconstrucción en un lenguaje moderno, con la base de tres corales bachianos, nos informó de la calidad del sonido del pianista, de su habilidad para resolver con sencillez intrincados pasaje polifónicos y dar salida a determinadas turbulencias, mientras que en las enjundiosas Variaciones sobre el tema Weinen, Klagen, Sogen, Zagen de la Cantata BWV 12 de Liszt observamos la buena disposición para aclarar las complejas armonías y líneas temáticas y dar impulso y crecimiento al oscuro motivo base. Tensas y rápidas octavas, excursiones virtuosas arriba y abajo y abisales y dolorosos remansos se nos fueron dando. Apuntamos, en compases del Liszt más puramente romántico, el implacable martilleo, el posterior recogimiento, la reafirmación del tema en una exposición abiertamente sinfónica.
Piezas más breves en la segunda parte, iniciada con una transcripción del Concierto para órgano de Vivaldi/Bach debida a W. Murdoch, donde el pianista mostró su ligereza de dedos y sus texturas de grano fino. Luego, la transcripción del propio instrumentista del coral para órgano Erbarme dich mein, o Herre Gott BWV 721, que sonó tranquila, serena y consoladora, como se debe. Más transcripciones: la debida a E. Naoumoff del inefable Agnus Dei del Requiem de Fauré, un bello complemento que es, lógicamente, un pálido reflejo del original y que se nos ofreció lleno de delicadeza. Naoumoff de nuevo en el traslado al piano del aria Aus Liebe will mein Heiland Sterben de la Pasión según San Mateo, que Castillo reprodujo con exquisitez. Por último la fenomenal transcripción de Brahms de la célebre Chacona de la Partita para violín solo en Re menor BWV 1004, una página admirable que tuvo aquí una interpretación ensimismada, dolorida y desolada. Un Estudio para la mano izquierda de Scriabin sirvió para que el artista agradeciera los muchos aplausos.
Arturo Reverter