MADRID / COMA 24: Nuevas técnicas a cuatro manos
Madrid. Casa de Vacas. 26. X. 2024. Dúo Doré (María Escudero, Carlos de la Blanca), piano a cuatro manos.Obras de Blanco, Sánchez Cañas, Igoa, Poncela, Mariné y Galán.
Desde finales de septiembre se viene desarrollando en Madrid la XXVI edición del Festival Internacional de Música Contemporánea de Madrid, el COMA 24, que pone en pie la Asociación Madrileña de Compositores y supone una magnífica ocasión para informarse sobre las últimas corrientes compositivas no sólo en Madrid, sino en España e incluso fuera. El concierto que reseñamos estuvo centrado en la evolución de un género, el piano a cuatro manos, que tiene una larga tradición y una amplia literatura desde los comienzos del instrumento y que aquí además mostraba una serie de técnicas de última hora que se insertan en lo que se ha llamado “técnicas extendidas”. Para ello se contaba con el Dúo Doré, formado por María Escudero y Carlos de la Blanca, pianistas excelentes ambos, que exhibieron un sonido homogéneo, una finísima y esmerada técnica y un profundo sentido interpretativo, mostrando al mismo tiempo otra visión del quehacer a cuatro manos sobre un piano.
Solo una de las piezas era para dos manos, El juicio del indignado, de Andrés Poncela (1996) que se estrenaba y de la que el autor da razones conceptuales que van de Aristóteles a Moscoso, según explicó, pero que además convergen en una música hecha con soltura, coherencia y buen resultado sonoro que indican una personalidad ascendente.
A cuatro manos, se estrenaba Saturnal de Antonio Blanco (1979), una obra que, a través de un trasfondo flamenco bien elaborado, transmite una ceremonia ritual cargada de energía. Ya conocidas eran Juegos en clave de Sebastián Sánchez Cañas (1944), siete piezas encadenadas que se influyen sucesivamente, escritas originalmente para clavecín, y Estudio IV, in memoriam Riaño, de Enrique Igoa (1958) que se remonta a 1986 , en los comienzos compositivos del autor, que recibió una gran conmoción con el anegamiento del pueblo de Riaño a causa de la construcción de una presa, hecho que refleja en la pieza a través de momentos que no describen tanto como evocan la calma perdida del pasado y el estruendo de la nueva situación en una música tan bien hecha como emotiva.
Las obras más experimentales eran las de Mariné y Galán. Sebastián Mariné (1957) es un músico integral y un compositor original. Gran pianista, director de orquesta, pedagogo ilustre, es antes que nada un compositor muy personal y siempre interesante. Sus Siete formas de amar es una obra excelente y, al mismo tiempo, novedosa, en la que un pianista toca el teclado y el otro actúa sobre el interior del instrumento con dos vasos, algo coherente teniendo en cuenta que las siete piezas encadenadas tienen como fondo diversas maneras en que se presenta el agua, logrando una refinada variabilidad tímbrica que dota a la pieza de una belleza particular.
Y los dos pianistas actúan en todo el instrumento en el Cuaderno IV de los Estudios trascendentales para los (nuevos) pianistas, op.128 de Carlos Galán, que iba precedida por un breve Cancionero matérico VIII del mismo autor. Galán es también un músico polivalente e inquieto y un compositor singular. Técnicas novedosas que son sostenidas por una siempre perceptible aparición de una conocida pieza modal folclórica: Los mozos de Monleón. El resultado es energético, atractivo y hasta fascinante. También demostró la capacidad y versatilidad del Dúo Doré y encantó al público que llenaba la sala y que salió convencido de haber asistido a una muestra muy satisfactoria de música de su propio tiempo.
Tomás Marco