MADRID / COMA 22: así que pasen treinta años
Madrid. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 22-X-2022. Nuevo Ensemble de Segovia. Directores: Flores Chaviano y Chema García Portela. Obras de Orlando García, Lanchares, Mariné, Cruz de Castro, Chaviano y García Laborda.
Hace treinta años, en 1992, se presentaba en su ciudad el Ensemble de Segovia que, dirigido y fundado por Flores Chaviano, ha desarrollado una ingente labor en beneficio de la música actual y que también actúa regularmente en Madrid. Al principio era un grupo mixto que luego, como Nuevo Ensemble, se centró en instrumentos de viento con piano y percusión. Músicos excelentes que creen en lo que hacen y lo realizan con altura técnica y profundidad musical.
Actuaban ahora dentro del interesante programa del COMA 22, que sigue desarrollándose producido por la madrileña asociación de compositores. El programa fue de gran calidad y se abrió con el estreno de Oscuro sobre luz blanco y rojo del compositor norteamericano, de raíz cubana, Orlando García (1954), una figura bien conocida internacionalmente que incorporaba al elenco un breve texto manejado por los propios instrumentistas, donde se cruzan el elogio de la diversificación con un homenaje a la luz y color del pintor Mark Rothko. Eso se traduce musicalmente en una excelente paleta tímbrica que centellea a lo largo de una obra que es más que una evocación, porque se implica también emocionalmente en un ejemplo de gran música de este mismo momento.
Santiago Lanchares (1952) suele ser un compositor de honda raíz musical y en Flores de Luna no alude a nuestro satélite sino a la región leonesa así llamada, cuyo esplendor primaveral evoca en un buen trabajo muy conducido por el empleo de elementos populares. Por su lado, Sebastián Mariné (1957) es un gran músico que destaca como estupendo pianista, interesante director, organizador y, especialmente, compositor muy independiente que transita por caminos libres y personales en un ejemplo de creatividad siempre de gran interés. La joie de vivre es una especie de explosión de júbilo muy sutilmente alcanzada por el juego instrumental, una obra que es un canto a la vida y a la superación, que demuestra que la música es algo más que juego y que puede convertirse en un ejemplo vital en el que la belleza nos trasciende. Muy del autor y muy de un artista verdadero.
Carlos Cruz de Castro (1941) siempre fue un compositor de máxima categoría, pero sus últimas obras demuestran una madurez excepcional. Ahora daba a conocer Treinta años después, un trabajo asombrosamente matizado en el que la música surge a borbotones con una explosión energética que no cesa, con una estructura perfecta en cuatro movimientos en cuyo último la aparente homofonía de los vientos se refuerza con cinco cadencias sucesivas, muy diferentes y cada cual más interesante. Obra que apenas deja respirar en un transcurso trepidante esplendorosamente escrito que fue acogido con verdadero entusiasmo por el público.
En contraste con esta obra, e igualmente valiosa, se tocaba Son callado de octubre de Flores Chaviano (1946), el guitarrista, director y compositor español que un día llegó de Cuba, donde dejó afectos. Precisamente esta obra era como una elegía por varios hermanos fallecidos en la isla a consecuencia del covid, desarrollando una música auténtica y sentida, pero también llena de augurios de vida como un efecto de una música auténtica.
Chaviano dirigió su obra y la de Cruz de Castro, el resto del programa lo hacía un excelente músico como es Chema García Portela, gran clarinetista que va asegurando la sucesión al frente del Ensemble. Él cerraba la actuación con Blues del aniversario, una obra de José María García Laborda (1946), en la que se evoca un ambiente festivo con inteligentes guiños a mundos de otras músicas de entretenimiento empleadas aquí con criterio estructural. Señalemos la gran calidad individual y colectiva de Nuevo Ensemble de Segovia, lo acertado del programa elegido que sin duda era de los mejores de todo el COMA, y la reacción de un público que no solo llenaba la sala, sino que demostró pasárselo realmente bien y entusiasmarse con músicas que, más que nuevas o viejas, lo que ocurría es que eran buenas y estaban bien tocadas.
Tomás Marco
(Foto: Juan Vicente Chuliá)
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