MADRID / Alva Noto, liquidador de retinas de día, compositor de noche
Madrid. Teatros del Canal. 3-VI-2023. Alva Noto.
En su trilogía Xerrox, el músico alemán Alva Noto (en realidad, Carsten Nicolai, Chemnitz, 1965) experimentó con todos los sonidos del error posibles a partir de ruidos captados y tomados prestados de la longeva impresora. Lo que hizo antes y durante junto a Ryuichi Sakamoto (Insen, Transform…) fue de otra índole, capítulos conceptuales de tergiversación pianística mediante glitch y atenuadas intervenciones sobre el piano del tristemente desaparecido compositor japonés. Más recientemente, Hybr:id Vol.1 (2021) inauguró una serie de obras (siempre con base discográfica) inspirada en técnicas visuales cinemáticas e imágenes estáticas, con un vuelo electrónico más rítmico sin abandonar por ello rupturistas espacios de vacío y largas secuencias de graves profundos (en la tradición de Francisco López).
Sin embargo, el concierto que ha presentado como estreno en los Teatros del Canal poco tuvo que ver con todas las miguitas de pan dejadas tras de sí. Mucho menos aún con su último álbum, el crepuscular y casi académicamente ambient Kinder der Sonne. Noto o Nicolai, que tanto da, asumió sorprendentemente un papel de Kraftwerk descarriado para abocarse a una sesión epiléptica de imágenes abrasivas en continuo movimiento sustentadas por una música episódica construida a base de temas no hilados, lo que resaltó el tono más pop de un compositor que lo entrevera sagazmente en sus trabajos fijados en disco.
Así las cosas, puede pensarse que existen dos Alva Noto, el que descubrimos en sus discos, donde se reivindica como un hijo díscolo de la Escuela de Berlín pero también de la música electroacústica de laboratorio; y el espigado artífice de sesiones construidas a base de sonidos quebrados y orgías rítmicas, Intelligent Dance Techno (IDM) o como se le quiera encasillar.
Prácticamente impertérrito durante toda la marea sónica que disparó, Noto apenas cuidó las transiciones para abocarse a las transformaciones de una música gélidamente digital y, no por ello, menos corrosiva en los pasajes dominados por la horizontalidad, por las texturas, el grano y los bajos que hicieron temblar todo el armazón de la Sala Verde del Canal. En el tramo final, a partir de gotas de teclado hizo brotar un tema de ambición cinematográfica en el que parecimos ver transustanciado al mismísimo John Carpenter. No en vano, Noto colaboró en la banda sonora de The Revenant. Una extrañeza esto de asegurar que un intérprete/creador es mejor en sus discos o, planteándolo desde otra óptica, tal vez Alva Noto sea un bailongo apuñalador de retinas en vivo y el bueno de Carsten Nicolai emerja al quitarse el disfraz para entrar en el estudio.
Ismael G. Cabral