Lutería (I)

Luthier, lutier, laudero, lutero, violero… Diversas formas de definir, según la época y el lugar, al artesano que se dedicaba a construir, reparar y ajustar (y, asimismo, a vender) instrumentos musicales; principalmente de cuerda, aunque, con el paso del tiempo, también pasó a aplicarse a quienes fabricaban instrumentos de viento y de percusión. Laudero —el que hacía laúdes— fue primero, para ir perdiendo influencia ante violero —el que hacía violas—. Pero en el siglo XVII empezó a estandarizarse el término francés “luthier”, reconocido por la RAE, que, no obstante, recomienda “lutier”. La palabra proviene del árabe “al-`ud”, que significa “la madera”, y que en la península ibérica acaba convirtiéndose, durante el Medievo, en “laúd”. No es casualidad: los primeros grandes constructores de instrumentos en Europa son ibéricos, debido a la influencia árabe. Italia, que acabaría convirtiéndose —gracias a Antonio Stradivari, a Giuseppe Guarneri y a la familia Amati— en la meca de la lutería, se fijó en los modelos y en la forma de construirlos de aquellos primeros lauderos-violeros hispanos. En este dosier trataremos del origen de la lutería española, de su desarrollo (principalmente, en la segunda mitad del XVIII) y del proceso de construcción de un instrumento.
Los artículos que componen este dosier son:
– Violeros, esos arquitectos del sonido. Por Javier Martínez González.
– El oficio de violero en Madrid durante la segunda mitad del siglo XVIII. Por Elsa Fonseca Sánchez-Jara.
– La construcción del instrumento, paso a paso. Por Eduardo Torrico. Reportaje gráfico de Pablo F. Juárez.
– La Asociación Española de Luthiers y Arqueteros Profesionales (AELAP). Por Laura Chacel.
(Dosier publicado en el nº 340 de Scherzo, de mayo de 2018)