Los vientos de Hindemith

PAUL HINDEMITH: Sonatas para instrumentos de viento / Emmanuel Pahud, flauta. François Leleux, oboe. Paul Meyer, clarinete. Gilbert Audin, fagot. Radovan Vlatkovic, trompa. Eric Le Sage, piano / Warner
***
¿Cuándo fue la última vez que escuchó usted a Hindemith? En serio, ¿cuándo fue la última vez que seleccionó usted conscientemente una pieza musical de Paul Hindemith por encima de todos los demás compositores, vivos o muertos, o que acudió a un concierto con la intención expresa de escuchar alguna de sus obras? En su época (1895-1963), Hindemith fue un modernista tan notorio que los nazis le expulsaron del país, así como un compositor tan prolífico que, al conocer la noticia de la muerte del rey Jorge V mientras se encontraba grabando en un estudio de la BBC, escribió un lamento musical antes de abandonar el edificio para que fuese interpretado ese mismo día.
Uno se pregunta por qué Hindemith ha desaparecido prácticamente de los programas de concierto. Tal vez porque nunca escribió una obra realmente emblemática, una partitura capaz de mantenerse perennemente entre las favoritas a nivel mundial. O tal vez porque escribió tanta música que los programadores no se molestan en separar el grano de la paja.
El grano lo hallamos sobre todo en su música de cámara. Hindemith era una persona muy doméstica que escribió mucha música para ser interpretada por la gente común en sus hogares: él la llamaba Gebrauchsmusik, música útil. El presente álbum de sonatas para flauta, oboe, clarinete, fagot y trompa pertenece a esta categoría. Las piezas están exquisitamente interpretadas aquí por los maestros Emanuel Pahud, François Leleux y otros solistas franceses, con Eric Le Sage al piano.
Todo es en extremo agradable y placentero, aunque es muy improbable que usted llegue a escucharlo jamás en Classic FM o en el matinal de BBC Radio 3, porque no hay en ninguna de las piezas ni una sola melodía susceptible de ser silbada mientras uno friega los platos, ni tampoco una sola frase musical capaz de interrumpir nuestro quehacer. Se trata en cada caso de música extremadamente bien compuesta, inteligente, civilizada y moderadamente ingeniosa. Póngala de fondo en su próxima reunión de Zoom. Los demás asistentes quedarán debidamente impresionados.