Lise Davidsen, sin abismos
LISE DAVIDSEN, soprano.
Obras de Beethoven, Cherubini, Mascagni, Verdi y Wagner. London Philharmonic Orchestra. Director: Mark Elder. DECCA (1 CD)
Lise Davidsen no es solo dueña de una voz poderosa que llega con fuerza refulgente a cualquier rincón. Es también, y sobre todo, artista dueña de una sensibilidad franca, directa y emotiva que alcanza y contagia con fuerza al buen melómano. Conjuga estas cualidades con una arrolladora personalidad dramática. Todo asoma en este nuevo compacto, cuidadosamente acompañada por la Filarmónica de Londres y Mark Elder. Aunque la engañosa caratula señala que contiene obras de Beethoven, Wagner y Verdi, la realidad es que también figuran el aria de Santuzza Voi lo sapete de Cavalleria rusticana de Mascagni, y el aria Dei tuoi figli la madre que entona Medea en la ópera homónima de Cherubini.
Es un disco variado y exigente, integrado por caballos de batalla del repertorio italiano y alemán. Desde los primeros cortes, con la gran aria de Leonore del Fidelio beethoveniano, Davidsen se sumerge en el drama y canta con una convicción, salud vocal y sentido estilístico de primer orden, como también en el recitativo y aria Ah! perfido, que aquí encuentra una interpretación plena de emotividad y fuerza romántica. La voz, carnosa, vibrante, cálida hasta la seducción, homogénea y calibrada en todos los registros, es base de un sentir que destila sensibilidad y buen gusto.
Parejas excelencias realzan la versión confidencial, ensoñada, incluso entrañable, de los Wesendonck-Lieder wagnerianos, en la orquestación de Felix Mottl (salvo el quinto y último, Schmerzen, que aquí aparece orquestado por el propio Wagner), y que parecen dirigidos individualmente a cada escuchante. La artista y su voz perceptiva surcan y transmutan en cada una de las cinco joyas del conjunto, con el punto álgido final de un Schmerzen congelado que inevitablemente humedece los ojos del escuchante.
Cuestiona la Davidsen en la entrevista que incluye este número de Scherzo el supuesto abismo entre el canto en italiano y alemán. Para ella, es un asunto de cultura y estilo. Desde luego la vocalidad de la desdichada Santuzza se ajusta como anillo al dedo a su poderosa voz de verdadera soprano dramática. También a su personalidad ardiente e introspectiva, que tiñe de colores y sentimientos encontrados su desgarrada aria, como también ocurre con la Medea de Cherubini, mito universal y sin tiempo que no conoce de fronteras ni de localismos.
De Beethoven a Verdi. Dos fragmentos implorantes, de infinita delicadeza; ruegos resignados cargados de anhelos y miradas al ‘más allá’. El Pace, pace mio dio! de La forza del destino impresiona y conmueve tanto como un Ave Maria de Otello en el que la diva noruega busca la perfección y repliega la voz para suplicar más que cantar una oración que casi roza la frescura de Victoria de los Ángeles en 1958, en el milagroso Otello con Mario del Monaco.
Justo Romero