LILLE / ‘El sueño de una noche de verano’: las mil y una maravillas de Laurent Pelly
Lille. L’Opéra de Lille. 12-V-2022. Britten: A midsummer night’s dream. Nils Wanderer, Marie-Eve Munger, David Portillo, Antoinette Dennefeld, Charles Rice, Louise Kemény, Charlotte Dumartheray, Dominic Barberi. Jeune Choeur des Hauts-de-France. Orchestre National de Lille. Director musical: Guillaume Tourniaire. Director de escena: Laurent Pelly.
Fiel a su reputación, L’Opéra de Lille plantea un espectáculo esplendoroso, A midsummer nigth’s dream de Benjamin Britten, encargado al director de escena Laurent Pelly, que, con esto, firma uno de sus espectáculos más logrados. Con una distancia de más de un siglo, El sueño de una noche de verano de William Shakespeare ha inspirado dos joyas del teatro lírico: la música escénica de Felix Mendelssohn en 1843 y la ópera en tres actos de Benjamin Britten, que también adaptó el libreto junto con su íntimo amigo, el tenor Peter Pears. Fue en 1960, para su propio Festival de Aldeburgh, donde se estrenó el 11 de junio. Para su quinta ópera el compositor británico prefirió lo feérico y el humor, asociando lo fantástico, la risa, la comedia sentimental, el pastiche. Así restituía el compositor, con su Sueño, la dimensión fantástica y poética de la comedia epónima que, a lo largo de las pícaras intervenciones de Puck, da muestra de lo efímero del amor. Y todo ello con medios al mismo tiempo conformes con la tradición y eminentemente personales, con una orquesta de cámara polícroma que encarna la magia de la naturaleza, el romanticismo del reino de las hadas, lo grotesco de los artesanos atenienses.
Para esta fantasía onírica, Laurent Pelly se sumerge en el centro mismo de una profunda y cálida noche de estrellas, propicia a todas las quimeras de los juegos del amor, antes de dejar sitio a la risa en el tercer acto de commedia dell’arte, sacándole numerosos recursos a un decorado nocturno con maquinaria sabiamente concebida por el propio director de escena y Massimo Trocanetti, de donde surgen por todas partes unos elfos luciérnagas, unos trapecios encima de los cuales bailan las hadas celestiales, unos espejos que inducen ilusiones ópticas; mientras que los pijamas de los enamorados con diseño de Jean-Jacques Delmotte y del propio Pelly confirman que aquello es, desde luego, un sueño. El público de Lille se dejó llevar de buena gana por el humor de la obra, combinado con la quimérica diablura de una puesta en escena cargada de sorpresas.
La felicidad raras veces llega sola, así que esta radiante producción se vio potenciada con un reparto sin fallos. Lo cual no estaba garantizado en una obra como esta, que tiene diecinueve cometidos a repartir. Los dos papeles centrales juntan el Oberon de Nils Wanderer, contratenor de rico timbre y voz extensa conducida con sutileza, y su reina Titania, encarnada por Marie-Eve Munger, voz muy carnal en permanente actuación, voz suntuosamente colorida y apta para agilidades etéreas. Las dos parejas de enamorados están combinadas a la perfección. Antoinette Dennefekl (Hermia) y David Portillo (Lisandro), y Louis Kemény (Helena) y Charles Rice (Demetrio) rebosan encanto y una gran espontaneidad juvenil; Dominc Barberi es un Bottom poderoso, inagotable en su desbordante verbo; Charlotte Dumartheray despliega un Puck travieso y entrometido con cuerpo de acróbata de pequeña talla. Hay que añadir a esto el bello equipo infantil que personifica la pequeña tropa de elfos, magníficamente cantados por el Jeune Choeur des Hauts-de-France. Dirigida con precisión y aliento por el director provenzal Guillaume Tourniaire, la virtuosa Orchestre National de Lille participa de manera brillante en este juego feérico, en el que despliega sin fallos los efectos de la escritura especialmente veloz de Benjamin Britten, incluso si incluimos las notas desafinadas deliberadamente escritas.
Bruno Serrou
(Foto: Simon Gosselin – L’Opéra de Lille)