Leó Weiner, un poeta de lo intemporal
LEÓ WEINER:
Divertimentos 1 & 2. Pastorale, Fantasie and Fugue. Folk Songs. Ditta Rohman, chelo. Melinda Felletár, arpa. Orquesta Sinfónica de Budapest. Dir.: Valéria Csány / NAXOS
Georg Solti solía decir que Leó Weiner (1885-1960) fue su mejor maestro en Budapest. Habida cuenta que entre sus otros profesores en la Academia Franz Liszt se encontraban Béla Bartók y Zoltan Kodaly, no se trataba de un cumplido pequeño. Weiner, que compartía la idiosincrasia judía de Solti, era un soltero altruista que se complacía en los éxitos de sus alumnos y era reluctante a promocionar sus propias obras. Aparte de Solti, entre sus alumnos se incluyeron los directores Eugene Ormandy (Filadelfia), Fritz Reiner (Pittsburgh, Chicago), Antal Dorati (Minneapolis, Detroit, Washington) y el violonchelista Janos Starker (Cleveland). Es posible que Weiner contribuyese, más que cualquier director individual, a la formación del sonido de la orquesta americana moderna. Cuando llegó a Chicago como director titular, Solti se mostró encantado al encontrar a otros ex-alumnos de Weiner en la sección de cuerda.
La vida de Weiner fue decididamente anodina y se sabe muy poco de ella, salvo que cenaba todos los días en el mismo restaurante. La música de este álbum se basa principalmente en melodías folclóricas húngaras, pero está muy alejada en textura y color de ejercicios similares de Bartók y Kodaly. El Romance con el que se abre, fechado en 1949, suena como Vaughan Williams aderezado con pimienta picante, bucólico pero ardiente, como un día de mercado en una zona de guerra. Su Pastorale (1934) desprende una atmósfera de inquietud, la sensación de que algo terrible se está preparando más allá del lejano horizonte.
Me encanta su adaptación tardía de una canción llamada 33 ramas de un sauce llorón. Ofrece todo el tiempo del mundo para contar las ramas y sentir la melancolía antes de que caiga la noche y el holgazán tumbado a la orilla del río decida volver a casa. Weiner es un poeta de la intemporalidad.
Los intérpretes aquí son la dúctil Orquesta Sinfónica de Budapest (MAV), dirigida por Valéria Csányi, y las solistas Ditta Rohmann (violonchelo) y Melinda Felletar (arpa). Si alguna orquesta americana quiere regresar a las fuentes que propiciaron su sonido, esta es una inmejorable ocasión desde donde empezar. Weiner debería estar realmente en todas las listas de bises de los directores de orquesta.
Norman Lebrecht