Las 10 grabaciones imprescindibles de ópera barroca francesa

A diferencia de otros repertorios barrocos, el del teatro francés ha conocido una recuperación muy tardía. A pesar de esfuerzos antiguos, como la primera edición de la opera omnia de Rameau, emprendida por Charles Bordes, Vincent d’Indy y Camille Saint-Saëns entre 1895 y 1918, hasta la década de 1980 la presencia de la ópera barroca gala en su propio país fue testimonial, limitándose en buena medida a ocasiones solemnes, tales como reapertura de teatros. En los primeros años de la octava década del siglo pasado comenzaron los esfuerzos más serios por garantizar su presencia en el repertorio, ya fuera en la escena o en las salas de conciertos, paradójicamente de la mano, por lo general, de directores y conjuntos ingleses, como John Eliot Gardiner y Nicholas McGegan. Fueron los últimos años de esa década los que presenciaron la verdadera eclosión del género, gracias a los esfuerzos combinados de directores autóctonos —o asimilados, como William Christie— e instituciones, destacadamente el Centro de música barroca de Versalles (CMBV). A ello contribuyó también, por supuesto, el elevado nivel que habían adquirido los músicos historicistas franceses o afincados en el país vecino, con agrupaciones como Les Arts Florissants o Les Musiciens du Louvre.
Frente a otros estilos nacionales, la música francesa de los siglos XVII y XVIII contó desde un primer momento no sólo con apoyo institucional, como se ha indicado, sino también discográfico, con varias compañías comprometidas con la música nacional, en particular Harmonia Mundi y Erato, esta última a través de la indispensable colección Musifrance, coproducida por Radio France. Sin olvidar las ediciones discográficas producidas y financiadas por el CMBV, como la colección Musique en Versailles.
En lo que atañe a la ópera, la realidad descrita ha favorecido la plasmación discográfica de muchas de las producciones escénicas de los últimos treinta años. Por ello, seleccionar diez grabaciones imprescindibles de ópera barroca francesa constituye una labor complicadísima, puesto que por calidad tanto interpretativa como musical necesariamente han de quedar fuera de la lista demasiadas grabaciones de gran valor. Por otra parte, se verá en la selección una representación de las composiciones de Rameau muy superior a cualquier otro autor, lo que se justifica por la excelsa calidad del conjunto de su obra: se trata del mejor compositor francés del siglo XVIII, uno de los esenciales del barroco y uno de los genios verdaderos de la historia de la música. Habría sido muy difícil hacer otra cosa. Y no conviene olvidar que, con gran diferencia, es el compositor mejor representado en disco de todo el barroco francés. Aquí también ha sido difícil la selección, pues grabaciones extraordinarias han tenido que ceder el paso a otras: las coetáneas de Hippolyte et Aricie dirigidas por Minkowski (Archiv) y Christie (Erato); Dardanus (Minkowski, Archiv); Zoroastre (Christie, Erato); Zaïs (Rousset, Aparté); Naïs (Vashegyi, Glossa); Les Fêtes d’Hébé (Christie, Erato); Le temple de la Gloire (Van Waas, Ricercar); Pigmalion (Rousset, Aparté).
Lully está representado por dos grabaciones y aquí también ha sido necesario desplazar material discográfico muy valioso, desde la belleza escénica del Cadmus et Hermione debido al dúo Dumestre/Lazar (Alpha) hasta los Phaëton dirigidos por Minkowski (Erato) y Rousset (Aparté). Sin embargo, lo más complicado ha resultado la elección de las restantes cuatro grabaciones, lo que ha exigido posponer monumentos como Jephté de Montéclair (Christie, Harmonia Mundi); Alcyone de Marais (Minkowski, Erato); Les Fêtes de Paphos (Rousset, L’Oisseau-Lyre) y Titon et L’Aurore (Minkowski, Erato) de Mondonville; Callirhoé de Destouches (Niquet, Glossa); Venus et Adonis de Desmarest (Rousset, Ambroisie); la reciente y excepcional Hypermnestre de Gervais (Vashegyi, Glossa); o incluso Les amours de Ragonde de Mouret, una bufonada desenfadada e hilarante que encontró una plasmación ideal en la grabación dirigida por Minkowski (Erato).
Por otra parte, se ha prescindido de géneros mixtos como la comédie-ballet, con partes tanto habladas como cantadas, lo que habría exigido, claro está, incluir la filmación de la versión de Le bourgeois gentilhomme de Lully/Molière dirigida de nuevo por el tándem Dumestre/Lazar (Alpha), un hito en la historia de la escena barroca que pudo verse en los madrileños Teatros del Canal en su última representación tras diez años de andadura. Y, asimismo, la espléndida y divertidísima que Minkowski dirigió para Erato de Le malade imaginaire del dío Charpentier/Molière.
Finalmente, conviene recordar que la ópera francesa de los siglos XVII y XVIII constituía una verdadera ‘obra de arte total’ (Wagner no inventó nada), en cuanto texto, canto, orquesta, coro, danza, escena, decorados, vestuario y maquinaria se integraban en un continuo dramático-musical de forma equilibrada y orgánica, dando lugar a un gran espectáculo en el sentido más noble de la expresión. Por ello la ópera barroca francesa pierde sin la escena muchísimo más que la italiana. Contamos con unas cuantas grabaciones filmadas de elevadísima calidad musical. Cuestión distinta es el montaje escénico que, en algunas ocasiones se ha zambullido de lleno en lo vomitivo (ejemplo paradigmático es el bodrio monumental parido por Laura Scozzi en 2014, inmortalizado por la casa Alpha con Les Indes galantes de Rameau, bajo la brillante dirección musical de Christophe Rousset, quien, en compañía de un maravilloso elenco de cantantes, nada pudo hacer para que las representaciones naufragaran sin remedio). Teniendo en cuenta lo anterior, sólo se ha optado por una versión discográfica filmada (editada en formato DVD o Blu-ray) cuando presenta al menos la misma altura musical que la meramente sonora (CD) y el montaje escénico se halla a la altura, sea o no historicista.
No puedo terminar esta introducción sin mostrar mi público agradecimiento a mi querido amigo Imanol Temprano Lecuona, francófilo musical de aquilatado buen gusto, quien me asesoró con paciencia en la dolorosa tarea de seleccionar estas diez grabaciones y, en consecuencia, en la penosísima de excluir al menos otras tantas.
10. Boismortier: Don Quichotte chez la Duchesse
Reparto: Stephan van Dyck, Meredith Hall, Richard Biren, Paul Gay, Marie-Pierre Wattiez, Patrick Ardagh-Walter, Anne Mopin. Le concert Spirituel. Hervé Niquet (Naxos, CD).
Resultaría injusto no incluir en una selección de los imprescindibles de la ópera barroca francesa una referencia a su lado más frívolo y ligero. Y qué mejor ejemplo que el de esta brevísima delicatesen musical debida al compositor más publicado de la historia del Barroco. Don Quichotte chez la Duchesse pone música al famoso episodio de la segunda parte del Quijote (capítulos XXX a LVII) en que Don Quijote y Sancho permanecen un tiempo en la casa de placer de los duques, pergeñando éstos todo tipo de farsas para divertirse a costa de la locura del hidalgo y la simplicidad de su escudero. El libreto, debido a Charles-Simon Favart (otro autor popular bastante menospreciado), se concentra, lógicamente, en unos pocos acontecimientos para elaborar un texto sucinto, sabroso, lleno de momentos hilarantes que son magníficamente aprovechados por el compositor para crear una música deliciosa que concentra en apenas una hora treintaidós números, variada, exuberante, animada y encantadora siempre. Un entretenimiento jocoso con éxito asegurado. Desde la excelente obertura hasta la espléndida chacona final, pasando por la divertidísima escena de la campesina, el mini episodio de Merlín y los demonios (Qu’il fremisse) apaleando a Sancho (una parodia de las escenas infernales de la tragedia lírica) o el exotismo burlón —una nueva subversión, en este caso de la ópera-ballet— del aria del japonés y su traductor, todo exhala vitalidad y gracia, sin un solo instante de decaimiento.
Hervé Niquet, moderno apóstol de Boismortier, tiene esta composición como su obra fetiche. Con ella inició la andadura de Le Concert Spirituel en 1988 —para una exposición de Fragonard—, dirigió una producción escénica con Vincent Tavernier en 1996 (Comédie Française), grabándola poco después para Naxos, para culminar —por el momento, con toda seguridad— hace cuatro años con una nueva producción escénica en Metz y Versalles, cuya filmación editó el sello Alpha. Esta última constituye un espectáculo divertidísimo, y uno pasa un par de horas en medio de carcajadas. Los directores de escena —y actores— (Corinne y Gilles Benizio) crearon dos intermedios bufonescos, siendo uno de sus protagonistas fundamentales Hervé Niquet, quien posee una vena cómica de lo más apreciable, que culminan con una españolada en toda regla, con Corinne Benizio vestida de flamenca cantando —horriblemente mal— El relicario, Niquet tocando –muy mal– las castañuelas vestido de torero y Gilles Benizio haciendo el payaso. A pesar de sus muchas virtudes, musicalmente la versión discográfica editada en Naxos es muy superior y la considero preferible para un primer acercamiento.
Enlace: El CD de Naxos en Spotify. Y un trailer del DVD del 2015 en Youtube.
9. Campra: Idomenée
Reparto: Marie Boyer, Jérôme Corréas, Richard Dugay, Marie Saint-Palais, Anne Pichard, Anne Mopin, Jean-Claude Saragosse, Jérôme Corréas, Jean-Paul Fouchécourt, Monique Zanetti, Sandrine Piau, Bernard Delétré. Les Arts Florissants.William Christie (Harmonia Mundi, CD).
André Campra fue el más importante compositor teatral de Francia entre Lully y Rameau, medio siglo en que las innovaciones y, especialmente, los italianismos, fueron constantes. Este gran maestro, sin embargo, está infrarrepresentado tanto en disco como en concierto, por no hablar del teatro, algo completamente injusto. Idomenée, estrenada en 1712, es una de sus mejores tragedias, oscura y muy poderosa, y cuenta con la espléndida incursión del siempre excelente Christie de 1992, quien dirige un reparto formado por lo mejor de la lírica francesa de la época, incluidos el inmejorable haute-contre Jean-Paul Fouchécourt y una juvenil Sandrine Piau que ya apuntaba maneras.
Enlace: En Spotify.
8. Leclair: Scylla et Glaucus
Reparto: Emöke Barath, Anders Dahlin, Caroline Mutel, Virginie Pochon, Marie Lenormand, Frédéric Caton. Les Nouveaux Caractères. Sébastien d’Hérin (Alpha, CD)
Puede resultar llamativo que un compositor dedicado casi en exclusiva a la música instrumental sea llamado a una limitadísima selección de ópera, pero la realidad es que su única incursión en el género constituye una obra maestra absoluta. Estrenada en 1746, Scylla et Glaucus fracasó a causa de una incoherencia dramática que, a día de hoy, nos parecería intrascendente, pero que al público francés de la época pareció intolerable. Aunque ciertamente el texto no está a la altura de los grandes libretos del siglo anterior, presenta unas escenas de enorme dramatismo que fueron aprovechadas al máximo por el compositor, quien crea una partitura de extraordinaria riqueza armónica, con particular cuidado en la escritura instrumental —algo, por lo demás, lógico, tratándose de un virtuoso violinista—. John Eliot Gardiner, durante su etapa en la Ópera de Lyon dirigió en el teatro y grabó (1986) en Erato una versión magnífica, pero la que treinta años después dirige Sébastien d’Hérin la supera en todos los aspectos. El director, tradicionalmente contenido, se desmelena a base de bien y este desmelene se transmite a su conjunto, Les Nouveaux Caractéres, que presentan una fuerza extraordinaria, logrando todos una lectura muy teatral e intensa. El único punto gris es una Circe bastante floja encarnada por Caroline Mutel. Para compensar, el dúo protagonista (Emőke Baráth y Anders J. Dahlin) es no ya ideal, sino inmejorable.
Enlace: En Spotify.
7. Lully: Armide
Reparto: Marie-Adeline Henry, Antonio Figueroa, Judith van Wanroij, Marie-Claude Chappuis, Marc Mauillon, Douglas Williams, Cyril Auvity, Emiliano Gonzalez Toro, Etienne Bazola. Les Talens Lyriques. Christophe Rousset (Aparté, CD)
La última tragedia del imbatible tándem Lully/Quinault es, a mi juicio y el de muchos, otros su mejor ópera, donde crean uno de los personajes más icónicos del teatro lírico francés: Armida, la hechicera protagonista, con la que fundaron un prototipo llamado a tener prolongado éxito en ese repertorio. La versión que dirige Christophe Rousset es magnífica y se caracteriza, como es ya norma en él durante los últimos años, por combinar su tradicional refinamiento con un vigor y dramatismo nuevos y extraordinarios. Dirige a los excelentes Coro de Cámara de Namur y Les Talens Lyriques y a un reparto que, como también es habitual en el provenzal en tiempos recientes, combina nombradía y nuevos talentos con un gran resultado. Con esta grabación Rousset cerró su incursión discográfica en las cinco últimas tragedias de Lully (Persée, Phaëton, Amadis, Roland y Armide), imprescindibles para conocer el genio teatral obtenido merced a la simbiosis única e irrepetible entre la música de Lully y la poesía dramática de Philippe Quinault.
Enlace: En Spotify.
6. Charpentier: Medée
Reparto: François Bazola, Isabelle Desrochers, Mark Padmore, Lorraine Hunt Lieberson. Les Arts Florissants. William Christie (Erato, CD)
Desde su fundación en 1979 Les Arts Florissants tuvo como santo patrón musical a Marc-Antoine Charpentier, como indica su propio nombre (Les Arts Florissants es el título de una ópera en miniatura —Idylle en Musique— compuesta por Charpentier en 1685). Pronto se fijó en la opus maxima del maestro parisino, la tragedia Medée, estrenada en 1693. William Christie y sus huestes, tras representarla en escena bajo la dirección de Robert Wilson en Lyon, pasaron por el estudio de grabación ese mismo año 1984, logrando una versión sobresaliente para su época, editada por Harmonia Mundi. Sin embargo, ciertos cortes exigidos por la limitación del formato (se editó originalmente en LP), así como la rápida mejora de la calidad y los conocimientos sobre práctica interpretativa permitieron que, coincidiendo con una nueva producción escénica, el maestro de Buffalo volviese a registrar la obra en 1995, esta vez para Erato. La producción escénica contó de nuevo con la dirección de Jean-Marie Villégier, pero, desgraciadamente, en esta ocasión o quedó testimonio filmado, ni ha aparecido mecenas alguno que permita su resurrección. Por lo observado en las fotografías del libreto acompañante, el montaje debió de ser extraordinario. No obstante, limitado al aspecto meramente sonoro, nos hallamos igualmente en presencia de un álbum imprescindible. El libreto, debido a Thomas Corneille, hermano del mucho más famoso Pierre, posee una fuerza dramática pocas veces igualada y delinea el atormentado personaje de Medea de forma magistral. Es, sin duda, el mejor rol femenino de todo el barroco francés. La versión de 1995 supera ampliamente en todos los aspectos a la primera, con una orquesta y coros de una enorme fogosidad y una dirección vibrante y teatral. Sin embargo, la piedra maestra de esta grabación es la excepcional Medea de Lorraine Hunt, quien firma aquí la mejor plasmación músico-dramática femenina de la fonografía barroca gala. La constante transfiguración, la mímesis que presenta con su rol son asombrosos, la nobleza, el dolor y la furia son expresados con una intensidad que dejan al oyente exhausto. La interpretación de la añorada mezzo norteamericana –murió prematuramente años después– ha dejado un hito difícilmente superable.
Enlace: En Spotify.
5. Lully: Atys
Reparto: Howard Crook, Guillemette Laurens, Agnès Mellon, Noémi Rime, Nicolas Rivenq, Bernard Deletré, Monique Zanetti, Jean-Paul Fouchécourt, Gilles Ragon, Michel Laplénie, Françoise Semellaz, Daniel Salas, Brigitte Lafon, Anne Crabbe-Pulcini, Stephan Maciejewski, Isabelle Desrochers, Jean-Paul Fouchécourt, Véronique Gens. Les Arts Florissants. William Christie. Director de escena: Jean-Marie Villégier (Fra Musica, DVD y Blu-ray)
En 1987 tuvo lugar el tricentenario de la muerte de Jean-Baptiste Lully. Para conmemorarlo, William Christie se embarcó en la primera recreación histórica de Atys —la ópera favorita de Luis XIV— desde el siglo XVIII. El estreno tuvo lugar en la Opéra Comique parisina y contó con la colaboración de un director de escena clave para la recuperación del repertorio, Jean-Marie Villégier. Este acontecimiento tuvo carácter fundacional y supuso un antes y un después en el entonces diminuto mundo del barroco francés. No es casual que ese mismo año se creara el centro de música barroca de Versalles. El evento tuvo su plasmación discográfica en la casa Harmonia Mundi (1987). Asombra leer las plantillas orquestal y coral, pues entre los intervinientes se encuentran muchos de los que, a partir de entonces, contribuirían al meteórico desarrollo del repertorio: desde Marc Minkowski (fagot) hasta Hervé Niquet (tenor), pasando por Hugo Reyne (flauta dulce), con una jovencísima Véronique Gens en el coro y en un minúsculo papel solista. La producción fue un éxito clamoroso y se llevó de gira por numerosas ciudades, dentro y fuera de Francia, entre otras Madrid, donde pudo verse en el Teatro de la Zarzuela el 15 de febrero de 1992.
Entre quienes asistieron a las representaciones parisinas de 1987 se hallaba el empresario y filántropo estadounidense Ronald P. Stanton, quien, como mecenas de la Brooklyn Academy of Music (BAM), contribuyó a las representaciones neoyorquinas de la ópera en 1989 y 1992. Años después, mientras Stanton cenaba con la presidenta de la BAM, Karen Brooks, se quejó amargamente de su frustración por no poder volver a presenciar tan maravilloso montaje. Inmediatamente se planteó la posibilidad de volver a poner en pie la producción, se puso encima de la mesa una cifra que, de inmediato, el mecenas aceptó. Gracias a él, en 2011 la magnífica creación del dúo Villégier/Chrtiste retomó su andadura con el mismo éxito que veinte años atrás. Y, afortunadamente para los menesterosos que no tuvimos la ocasión de presenciar tamaña maravilla en ninguna de las dos épocas, el sello Fra Musica, editó, en colaboración con la Opéra Comique, un lujoso estuche con la filmación de las representaciones parisinas de mayo de 2011.
Escénicamente nos hallamos ante un logro monumental, con una escrupulosa reconstrucción histórica, aun cuando la gestualidad y el movimiento escénico no carecen de ciertos elementos modernos. Las coreografías son magníficas y los decorados y vestuario fastuosos. No es de extrañar la obsesión del señor Stanton por esta recreación. En el cuarto de siglo que medió entre los dos momentos de este Atys la práctica interpretativa del barroco francés había experimentado un giro copernicano y, aunque la grabación de 1987 sigue siendo muy estimable, la dirección de William Christie en 2011 es mucho más vigorosa, ágil y contrastada, Les Arts Florissants tocan muchísimo mejor y el reparto, con todos los méritos del primitivo, es incomparable: como suele pasar con el director franco-norteamericano, el de 2011 es excepcional y de una homogeneidad admirable. Su mera lectura permite omitir otros comentarios: Bernard Richter, Stéphanie d’Oustrac, Emmanuelle de Negri, Nicolas Rivenq, Marc Mauillon, Sophie Daneman, Jaël Azzaretti, Paul Agnew, Cyril Auvity y Bernard Deletré. Una obra de arte con mayúsculas.
Enlace: Vídeo en Youtube de la retransmisión completa por el canal Mezzo de televisión (baja definición, subtítulos en inglés y francés).
4. Rameau: Les Indes galantes
Reparto: Karina Gauvin, Gaëlle Arquez, Reinoud van Mechelen, Florian Sempey, Nahuel di Pierro, Katherine Watson. Les Arts Florissants. William Christie. Director de escena: Andrei Serban (Opus Arte, DVD y Blu-ray).
Les Indes galantes disfruta en tiempos modernos casi de tanto éxito como en el siglo XVIII; una partitura brillante como pocas, plagada de danzas, arias y coros deliciosos y unas tramas muy simples, pero encantadoras, contribuyen a que ningún sector del público pueda resistirse a su hechizo. Andrei Serban comprendió muy bien la naturaleza de esta obra maestra y creó para la Ópera de París en 2003 un espectáculo naif que encaja como un guante en la visión ingenua que del amor en tierras lejanas (las Indias del título) se podía tener en la Francia de Rameau. El montaje no es historicista, pero recoge a la perfección el espíritu de la composición y logra que cada detalle encaje en un todo magníficamente articulado. El maestro Christie se mueve como pez en el agua en una partitura que conoce y ama como pocos; una segunda lectura que supera con creces la que, tras las representaciones de Aix-en-Provence, plasmó en CD para Harmonia Mundi en 1991. El reparto, sencillamente espectacular, sin un solo bache en los numerosísimos intervinientes.
Enlace: Lista de reproducción en Youtube con varias escenas.
3. Rameau: Dardanus
Reparto: Karina Gauvin, Gaëlle Arquez, Reinoud van Mechelen, Florian Sempey, Nahuel Di Pierro, Katherine Watson. Ensemble Pygmalion. Raphaël Pichon. Director de escena: Michel Fau (Harmonia Mundi, DVD y Blu-ray).
La tercera tragedia lírica de Rameau posee una brillantez musical fastuosa. Aquí Raphaël Pichon, a diferencia de su grabación sonora en Alpha, se decanta por la versión original de 1739, musicalmente maravillosa, pero dramáticamente muy incoherente, pero, al igual que hiciera Minkowski (Archiv), decide incluir la soberbia escena de la prisión, procedente de la revisión de 1744. De nuevo nos hallamos en presencia de un producto artístico de dimensiones descomunales. Filmada en 2015 en el Gran Teatro de Burdeos la producción está cuidada hasta el último detalle. Musicalmente supuso la consagración de Raphaël Pichon como gran director ramista, quien conduce un reparto magnífico, así como a su grupo, Pygmalion, que exhibe una envidiable calidad. De nuevo hay que destacar la escena, sustancialmente historicista, aunque Michel Fau se permite una serie de licencias que en absoluto irritan y, sobre todo, parten del conocimiento de la escena histórica y del respeto por la obra. Un espectáculo maravilloso.
Enlaces: Vídeos en Vimeo del acto III y del acto IV.
2. Rameau: Platée
Reparto: Paul Agnew, Mirelle Delunsch, Yann BEuron, Vincent Le Texier, Doris Lamprecht, Laurent Naouri, Valerine Gabail, Franck Leguerinel. Les musiciens du Louvre. Marc Minkowski. Director de escena: Laurent Pelly (TDK, DVD y Blu-ray)
Este ballet bouffon, tal y como lo denominaron sus autores, suscitó una importante polémica en su día por su carácter descarado y casi desvergonzado. Es una de las grandes genialidades teatrales de Rameau, una comedia hilarante que encontró en la complicidad entre Marc Minkowski y el escenógrafo Laurent Pelly su más perfecta plasmación moderna. La versión se estrenó en 2002 en el Palais Garnier con un éxito atronador y, desde entonces, no ha dejado de reponerse en ese y otros teatros, consagrándose como una versión canónica. El montaje potencia los elementos cómicos, llevándolos hasta el límite, con una insoportable y tierna Platée encarnada por un Paul Agnew que hace aquí el papel de su vida; él ‘es’ Platée y no hay más que hablar. Mireille Delunsch crea una Folía muy trastornada, de una brillantez insuperable. Y Laurent Naouri es un Júpiter demoledoramente divertido. Minkowski dirige con un brío, una teatralidad y un desparpajo que no sólo deja atrás su excelente versión discográfica de 1988 (Erato), sino que hace muy improbable que en un futuro próximo alguien logre igualar esta lectura. Como curiosidad, cabe mencionar que la coreógrafa es aquí Laura Scozzi, perpetradora del atentado contra Les Indes galantes antes mencionado; está claro que, debidamente embridada, puede realizar una labor apreciable.
Enlaces: Pequeñas muestras en Youtube 1 y 2.
1. Rameau: Hippolyte et Aricie
Reparto: Sarah Connolly, Stephane Degout, Anne-Catherine Gillet, Topi Lehtipuu. Le Concert d’Astree. Emmanuelle Haïm. Director de escena: Ivan Alexandre (Erato, DVD y Blu-ray, Erato).
Si tuviera que recomendar una sola grabación de ópera barroca francesa, sin duda sería ésta, filmada en el Palais Garnier en 2012. Una extraña conjunción astral hizo que todos los ingredientes convocados produjesen un resultado de una perfección deslumbrante y, casi diría, irrepetible. La composición, primera y escandalosa ópera de Rameau, posee una calidad pocas veces igualada por el genio de Dijon. La dirección musical de Emmanuelle Haïm, en un repertorio que, en principio, no es el que mejor le va, es de una fluidez y dramatismo admirables. Con un reparto sensacional, incluidos los comprimarios (Marc Mauillon), encabezado por un Topi Lehtipuu en estado de gracia, y un Le Concert d’Astrée refulgente, la parte musical es inmejorable. Pero lo que verdaderamente hace de esta filmación algo excepcional es la parte escénica, dirigida por Ivan Alexandre, musicólogo francés de gran renombre, quien se propuso —y logró— llevar a cabo una reconstrucción histórica exhaustiva que incluyese cada aspecto y detalle: vestuario, decorados, movimiento escénico, maquillaje, gestualidad, dicción, ballets, iluminación… Todo nos transporta en un viaje apasionante al teatro francés de mediados del siglo XVIII con un gusto, exquisitez, elegancia e interés sublimes.
Enlace: Vídeo de la retransmisión en directo por televisión en el canal Mezzo (subtítulos en francés).