Las cuatro paredes de John Cage
JOHN CAGE:
Four Walls / Alexei Lubimov, piano / FUGA LIBERA
Cuando John Cage llegó a Moscú en el verano de 1988 no fue tanto una convergencia de opuestos como una validación de la profecía de la deconstrucción cultural que el iconoclasta estadounidense había augurado durante tanto tiempo. Cage hacía música rompiéndola, provocando que los discos se rayaran, animando a los intérpretes a asumir todo tipo de riesgos, creando silencios en lugar de sonidos. La Unión Soviética, en su último año de desintegración, se antojaba el lugar perfecto para predicar sus descabelladas doctrinas.
Cage conoció allí a un joven pianista, Alexei Lubimov, quien se convertiría inmediatamente en un apóstol de su música. ‘Bebimos vodka y comimos dientes de león”, recuerda Lubimov, quien quedó especialmente prendado de Four Walls, una obra para piano y voz ocasional que Cage había creado para un ballet de Merce Cunningham.
La música, que induce a un estado de trance, evoluciona por grados imperceptibles hacia la trascendencia. La voz, cuando la escuchamos distante al comienzo de la segunda parte, apenas se inmiscuye en la extática sensación de difuso bienestar fomentada por el gurú Cage.
Grabada durante una interpretación nocturna en un festival, la lectura de Four Walls que ofrece el admirable Lubimov está inspirada por una envolvente devoción. Al cabo de unos minutos, el oyente pierde la noción del tiempo, y agradece la pérdida. Las paredes del título destacan por su ausencia. Se trata de una música sin limitaciones de espacio, que habita una zona totalmente libre, maravillosa y algo más que un poco loca.
Norman Lebrecht
1 comentarios para “Las cuatro paredes de John Cage”
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