La Ópera Estatal de Baviera elimina el foso para cumplir con las normas de seguridad
Ayer lunes 22, la Ópera Estatal de Baviera acogió un recital barroco del tenor Julian Prégardien acompañado por un conjunto instrumental y bailarines. No obstante, la mayor novedad del concierto tuvo que ver con los importantes cambios que el teatro bávaro está realizando en su sala con el objetivo de garantizar las adecuadas condiciones sanitarias no sólo entre el público, sino también entre los músicos.
En Múnich se han tomado muy a pecho el tema de la seguridad. Aunque el foso orquestal de la Ópera de Baviera es de los más amplios y puede acoger en condiciones normales a 111 músicos, la directiva del teatro consideraba fundamental ampliar ulteriormente su capacidad para cumplir con las acrecentadas medidas de distanciamiento entre instrumentistas. Para ello, se han llevado a cabo unas obras de renovación muy aparatosas. No sólo se ha procedido a quitar las cuatro primeras filas del patio de butacas, sino que se ha eliminado también el parapeto del foso y se ha elevado la orquesta al nivel de la platea. Dicho de otra manera: el “foso” ya no es un foso y la orquesta queda a la vista del público.
“Mientras que la orquesta suele sentarse literalmente en el foso durante las representaciones operísticas y por lo tanto juega un papel visualmente subordinado, la posición elevada de los músicos trae consigo una mayor percepción visual. Además, la orquesta también tendrá una presencia acústica mucho mayor en el auditorio, ya que el sonido se extenderá de forma diferente. Esto será un desafío adicional para los directores para seguir creando un buen equilibrio acústico entre el canto en el escenario y la orquesta”, afirma Karsten Matterne, Director Técnico de la Ópera Estatal de Baviera.
Más allá de las explicaciones de Matterne, habrá que ver ahora la reacción de un público, el operístico, tradicionalmente reacio a cambios drásticos.