La improbable democracia del ‘Triple concierto’ de Beethoven
BEETHOVEN:
Triple concerto; British folksongs. Nicola Benedetti, violín. Benjamin Grosvenor, piano. Sheku Kanneh-Mason, violonchelo. Gerald Finley, barítono. Philharmonia Orchestra. Santtu Matias Rouvali, director. DECCA (1 CD)
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Existen muchas razones por las que el Triple concierto de Beethoven suele fracasar en los estudios de grabación. La mayoría tienen que ver con el ego. En un concierto normal, hay un solista, un director y una orquesta. En el Triple de Beethoven, hay un pianista, un violinista y un violonchelista, y los tres tienen que ponerse de acuerdo entre sí antes de que intervengan el director y la orquesta. Pueden pasar unas cuantas -y conflictivas- horas antes de que todos se sientan satisfechos.
La grabación más famosa de la historia reúne a tres gigantes rusos -Richter, Oistrakh, Rostropovich- y al dictador Herbert von Karajan, quien dedicó la mayor parte del tiempo de grabación a decidir cómo saldrían todos en la portada del álbum. Curiosamente, tal vez debido a la tensión supurante, se trata también la versión más lograda del Triple concierto de la que hay noticia.
El último asalto presenta a tres jóvenes solistas británicos de temperamento desigual y maneras impecables. Nicola Benedetti, de 36 años, es una violinista en la cima de su carrera, además de actual directora del Festival de Edimburgo. Benjamin Grosvenor, de 31 años, es un brillante pianista a la espera de su consagración internacional. Sheku Kanneh-Mason, de 25 años, lucha por quitarse de encima la etiqueta de violonchelista de la Boda Real. Ya pueden imaginarse ustedes lo que pasaba por la cabeza de los ejecutivos de la Decca: pongamos lo mejor del talento británico al servicio de Beethoven. Ojalá fuera tan fácil.
Por mucho que lo intentan, los solistas se debaten inútilmente por estimular el interés en una conversación musical en la que ninguno de ellos está preparado para tomar la iniciativa y enfrentarse a los demás. El resultado es simplemente estimable, aunque ayuno de carácter y de tensión. Lo mejor, el trabajo de la Philharmonia Orchestra, dirigida por Santtu-Matias Rouvali.
Más imaginativos resultan los rellenos del álbum, un puñado de arreglos de canciones populares británicas de Beethoven para voz, piano, violín y violonchelo, elegantemente desgranadas por el barítono canadiense Gerald Finley, mucho más convincente que Fischer-Dieskau en sus añejos y olvidables registros. Finley no es un artista que diga por favor y gracias antes de agarrar una frase por los pelos. Otros podrían aprender de su arrojo.
Norman Lebrecht