LA CORUÑA / Tomás Luis de Victoria y Beat Furrer: diálogo histórico
A Coruña. Iglesia de Santiago. 28-V-2022. Festival RESIS. Cantando Admont. Arxis Ensemble. Director: Beat Furrer. Obras de Tomás Luis de Victoria y Beat Furrer.
Cualquier melómano con unos mínimos conocimientos de historia sabrá que la música del pasado, la gran tradición europea, no ha dejado de cimentar la definición de nuestro tiempo, ya embarcados en este tercer milenio. Ahora bien, ¿condiciona la creación actual nuestra compresión del pasado? ¿Alteran las nuevas partituras cómo escuchamos dicha tradición? Una audición atenta de obras como …miramondo multiplo… (2006-07), de Olga Neuwirth; Anamorphoses (2001-10), de Johannes Schöllhorn; o 33 Veränderungen über 33 Veränderungen (2010-11), de Hans Zender, sin duda nos hará visitar con nuevos oídos los respectivos originales de Georg Friedrich Händel, Johann Sebastian Bach y Ludwig van Beethoven: una idea que parece haber inspirado el programa del antepenúltimo concierto del Festival RESIS, el que unió en A Coruña al compositor español Tomás Luis de Victoria y al austriaco (de origen suizo) Beat Furrer.
Además de este diálogo entre Austria y España en lo compositivo, también lo referido a los intérpretes nos ofreció una ejemplar colaboración entre ambos países, pues bajo la dirección del propio Furrer se reunieron, el pasado 28 de mayo, el coro austriaco Cantando Admont y el recién creado Arxis Ensemble, agrupación española de música contemporánea que afrontaba en este concierto su programa con una mayor plantilla hasta la fecha, demostrando la altísima calidad de los ocho jóvenes músicos que hoy integraban este nuevo conjunto, cuya dirección artística corre a cargo de Noè Rodrigo y del compositor coruñés Hugo Gómez-Chao (asimismo, director artístico de RESIS).
A adentrarnos en este bello diálogo histórico contribuyeron, en una muy cuidada dramaturgia del espacio, las primeras notas del concierto: las del motete Taedet animam meam, que sonó desde el coro alto de la Iglesia de Santiago, trayéndonos los ecos de Tomás Luis de Victoria desde cuatro siglos atrás y anticipando la concentración y el refinamiento vocal que escucharíamos a lo largo de un Officium Defunctorum (1603) entre el que se intercalaron las partituras de Beat Furrer (un Officium Defunctorum que suponía otro puente entre los dos países protagonistas de este programa, al haber sido compuesto por Victoria en memoria de la emperatriz María de Austria).
Como la de Tomás Luis de Victoria, la primera partitura de Beat Furrer es otro ejercicio de canto realmente deslumbrante. Se trata de lotógafos (2006), obra basada en un poema del escritor orensano José Ángel Valente, a quien Furrer llegó a conocer en persona y cuyo poemario Fragmentos de un libro futuro (2000) no sólo inspiró el dúo para soprano y contrabajo que en RESIS hemos escuchado, sino el homónimo cuarteto de guitarras con soprano fragmentos de un libro futuro (2007).
Con un especial interés en la musicalidad del castellano derivada de la seca lectura del poema realizada por Valente, Furrer moviliza dos cuerpos resonantes que se encuentran y se separan cual sombras, espejeando su progresivo olvido de sí mismos. Ello enrarece el desarrollo de un dúo de un dominio magistral de los materiales y la sonoridad, tanto de soprano como de contrabajo. Es imposible no señalar la lección de canto que en lotógafos nos ha dado la letona Elīna Viluma, que no sólo bordó esta partitura, sino las otras dos del programa, completando toda una hazaña vocal por la intensidad y las exigencias de unas obras que no conceden descanso a su voz. En lotógafos, Viluma ha evidenciado la gran influencia que la música de Luigi Nono tiene en Furrer, con un tenuto suspendido abrumador por la limpieza de su entonación y la ausencia del más mínimo vibrato: verdaderos haces de luz extática de naturaleza, como en Nono, cuasi electroacústica (aunque en lotógafos sin apoyo de electrónica en vivo: puro ejercicio de técnica vocal y musicalidad, así como juego de reverberaciones en el silencio).
Es, esta, una vivencia que se refuerza en directo: único modo de experimentar los armónicos y los unísonos de soprano y contrabajo, desde sus tan diferentes naturalezas tímbricas, algo que en disco compacto (la fantástica versión publicada por Kairos) se pierde, agudizando el vivo esa impronta del último Nono, la plasticidad vocal y los contrastes entre materiales límpidos y luminosos, en la voz, con los graves y rugosos en el contrabajo de un Zacharias Fasshauer muy contundente en los glissandi a dobles cuerdas y en la exploración ruidista del puente de su instrumento: un ruidismo que, como es habitual en Furrer, dialoga con los registros de la soprano buscando texturas y espectros armónicos compartidos. Un momento de pura magia, este lotógafos herculino: uniendo expresividad al más alto y poético nivel con excelencia técnica.
Lo mismo podríamos decir de la interpretación del Officium Defunctorum a cargo de Cantando Admont que ha preparado su directora, Cordula Bürgi: una lectura a seis voces (soprano, mezzosoprano, contralto, bajo, barítono y tenor) espacializada en una disposición antifonal que siempre favorece los diálogos contrapuntísticos y la estructura de la polifonía en las piezas a cappella del Renacimiento, destacando sobremanera unas voces, así, muy individualizadas y bien proyectadas. De este modo, frente a estupendas versiones discográficas (que han construido nuestra comprensión de la obra), como las de los Tallis Scholars, el Gabrieli Consort o el Collegium Vocale Gent (entre otras buenas grabaciones), la de Cantando Admont es más parca y austera (ya empezando por la configuración del coro), con un deje entre la sequedad castellana y un ascetismo nórdico que no rehúye pasajes de más puntual florecimiento, con una mención muy especial para un Offertorium y un Sanctus en los que la expansión de cada cuerda vocal y la luminosidad de las líneas melódicas hicieron de estas secciones los momentos en los que disfrutar más pormenorizadamente de la calidad expresiva de los seis cantantes.
Se hace difícil destacar a alguno de ellos, si bien es obligado señalar la labor del bajo austriaco Ulfried Staber, cantante de aquilatada experiencia en música antigua, de la mano de conjuntos como el Huelgas Ensemble, La Capella Reial de Catalunya o el Balthasar-Neumann Chor. Además de aportar un registro grave de una gran flexibilidad y empaste con las restantes voces, Staber ha ejercido, de algún modo, como director, unificando las entradas y los cierres de cada secuencia con sus gestos, así como señalando un tempo que me ha parecido muy pertinente y ajustado, tanto en fluidez musical y respiración como en la expansión de las reverberaciones, trabajando muy adecuadamente la acústica de la iglesia para hacer que sus muros de piedra y sus techos de madera se convirtiesen en una caja de resonancias religiosas y espirituales.
Como en lotófagos, Elīna Viluma nos ha dejado muestras en el Officium Defunctorum de una personalidad muy destacable, así como la soprano Friederike Kühl, de una limpieza en su articulación primorosa, aportando los agudos más contrastantes con el más sombrío y adusto canto de Ulfried Staber: ambos, en los extremos de un arco armónico bien matizado y graduado en cada voz, con una concepción de la polifonía que, sin duda —y en línea con lo expuesto en el comienzo de esta crítica—, bebe del trabajo de Cantando Admont con Beat Furrer en la música actual, un compositor que me reconocía el pasado sábado su enamoramiento de la polifonía española y lo mucho que ha aprendido de Guerrero, Morales y Victoria.
Precisamente, la tercera partitura del programa, ακούσματα –Akusmata (2019-20), está dedicada a Cantando Admont y refleja nítidamente esa influencia en Furrer de la polifonía renacentista, aunque el texto sea de Pitágoras. A pesar de que el concierto se cerró volviendo a las últimas secuencias del Officium Defunctorum, creo que lo más natural hubiese sido concluir con la propia Akusmata, ya no sólo por una cuestión de impacto, estilo y logística, sino porque estamos ante una partitura en la que florece la historia de la música vocal hasta la fecha, precisamente nutrida por unas largas raíces que, desde la polifonía renacentista, llegan hasta a Furrer por medio de compositores muy marcados por esa misma polifonía, como Luigi Nono y Salvatore Sciarrino.
En el caso de Akusmata, destaca la fuerte y delicada relación que se establece entre la palabra cantada (fragmentada en unidades fonéticas) y el octeto instrumental, buscando Furrer, una y otra vez, puentes tímbricos y células interconectadas de sonido por medio de los cuales la obra fluye y se articula, visitando muy diferentes estadios del verbo hecho música. Analizando la partitura el pasado sábado durante los ensayos matinales, pude comprobar el mimo con el que ésta fue escrita, creando una auténtica escultura acústica en cada uno de los pulsos y unidades a través de los que se desarrolla y expande Akusmata, con una precisión de verdadero orfebre y maestro, en la que alturas y ruido cumplen una función prácticamente análoga que supera cualquier dicotomía entre armonía y técnicas extendidas; aquí, perfectamente integradas en un solo trazo.
De este modo, pasajes como el comienzo de la quinta sección, de densa y ligetiana polifonía en el cuarteto vocal femenino, han dejado paso a movimientos articulados por medio de aire sin tono, como el sexto (incluido un descomunal solo de flauta a cargo de Clara Giner), en el que voces e instrumentos han tirado de técnicas extendidas de gran belleza y modernidad: más armónicamente referenciadas, en coro y cuerdas; más ruidistas, en un piano y una percusión que han puesto los paisajes tímbricamente más originales y diversificados del ensemble, destacando la prolongación de los fonéticos corales por medio de piedras friccionadas en el set de Noè Rodrigo.
Impresionantes, por tanto, los primeros conciertos en 2022 del Arxis Ensemble: conjunto llamado a convertirse en uno de los grupos de referencia en el repertorio actual, si en esta línea de excelencia artística continúan. La voluntad del propio Beat Furrer de seguir trabajando con Arxis, la experiencia de una semana de ensayos en profundidad y la guinda final de un concierto en una iglesia abarrotada con más de trescientas personas (por encima del aforo inicialmente dispuesto, ante la gran demanda de entradas), que estalló en atronadores aplausos y bravos, nos hablan del Arxis Ensemble y del Festival RESIS como realidades ya consolidadas llamadas a futuras jornadas nuevamente históricas de música contemporánea.
Paco Yáñez
(Fotos: Xurxo Gómez-Chao)