LA CORUÑA / OSG: de menos a más
La Coruña. Palacio de la Ópera. 28-X-2022. Orquesta Sinfónica de Galicia. Pablo Amorós, piano. Director: José Trigueros. Obras de Falla, Debussy y Turina.
Las tres obras que integraban el programa de abono del viernes de la Orquesta Sinfónica de Galicia se escribieron en un periodo de treinta años. La más antigua iniciaba una revolución. Las otras dos mostraban la influencia mayor o menor de eso que hemos llamado impresionismo unido a la no menos discutida definición de nacionalismo musical. Unirlas fue un acierto por más que los resultados del concierto no resultaran uniformes. Por recurrir a uno de esos tópicos a la hora de titular pero que ilustran bien una situación, fuimos de menos a más.
Se ha repetido frecuentemente y con razón que Noches en los jardines de España de Manuel de Falla no es un concierto para piano y orquesta. Y ese hecho hace esencial la necesidad de equilibrar cuidadosamente el papel de aquel en el conjunto. Por otra parte, el piano está obligado a destacar muy especialmente en esos momentos en los que se añade a la exigencia general del carácter, del estilo, un punto de virtuosismo necesario para que su papel resalte como se debe. En la versión que de la pieza nos ofrecieran el viernes el pianista Pablo Amorós y la OSG dirigida por su director asociado José Trigueros chocaron conceptos y competencias. O mejor dicho, el concepto del maestro superó la competencia del, llamémoslo así, solista. Trigueros planteó unas Noches más afirmativas que meditativas, un algo demasiado poderosas en lo sonoro, más cercanas al Turina que cerraría la segunda parte del concierto que al Debussy que la abriría. Para asumir ese planteamiento, o hasta para matizarlo en los ensayos, hubiera hecho falta un pianista con más personalidad y más medios que los que presentó Pablo Amorós, sumido por completo en el magma orquestal cuando se sumaba al conjunto y de una expresividad muy escasa —un toque seco unido a una falta total de vuelo, de eso que hace que aunque la pieza no sea un concierto tampoco deje de serlo— cuando le llegaba el turno de destacar. No había necesidad de encore alguno, pero Amorós ofreció fuera de programa una versión de la Canción de la Canción y danza nº 6 de Mompou que nada añadiría a la impresión dada en las Noches.
El muy coherente programa continuaba en la segunda parte con el Preludio a la siesta de un fauno de Claude Debussy. Abierta magníficamente por la flauta de Claudia Walker Moore, Trigueros construyó una versión muy segura, muy controlada, en la que todo estuvo en su sitio pero a la que le faltó algo de voluptuosidad, de dejarse llevar por tanta belleza. En la Sinfonía Sevillana de Joaquín Turina, que cerraba el programa, el director asociado de la OSG demostró por qué nos parece tan buen maestro, desde sus maneras en el podio a su claridad a la hora de diferenciar los planos orquestales, destacar las líneas de fuerza del discurso o solventar problemas expresivos sobre la marcha. Nada faltó del color, el clima o el paisaje que propone el músico andaluz en la que es una de sus obras mayores. Si toda la orquesta estuvo estupenda a lo largo del programa, cabe destacar aquí al concertino Massimo Spadano, magnífico en la muy lucida petenera que le brinda el autor.
Luis Suñén