LA CORUÑA / OSG, adiós a una dura temporada
La Coruña. Coliseum. 11-VI-2021. Orquesta Infantil de la Sinfónica de Galicia. Orquesta Sinfónica de Galicia. Christina Landshamer, soprano Marie Henriette Reinhold, mezzosoprano. Matthew Swensen, tenor Yorck Felix Speer, bajo. Director: Dima Slobodeniouk. Obras de Vaughan Williams y Mozart.
Con este programa, repetido el sábado, cerraba temporada la Orquesta Sinfónica de Galicia. Una temporada muy especial, en la que nada ha podido ser como estaba previsto, en la que ha habido que echarle imaginación para salvar la programación y mantener a la orquesta viva contra viento y marea. Ha habido que inventarse el Coliseum como sede preferible a quedarse en casa a verlas venir. El público fiel ha seguido siéndolo a pesar de que el cambio no era del agrado de todos. Y entre alguna vuelta al Palacio de la Ópera y la llegada de los días de más luz en las últimas horas, los abonados han acudido a la llamada de la que es una institución absolutamente necesaria para la ciudad. La orquesta le ha echado valor, la audiencia también y ello se ha reflejado en esos conciertos en los que los aplausos iban y venían desde el patio de butacas al escenario y viceversa. Esperemos que retornen las condiciones de antes de la pandemia, que se imponga al fin el tan evocado “sentidiño” propio del país y que todo vuelva por donde solía. Ya sabemos que el Palacio de la Ópera no es la mejor sede posible pero es lo que hay. Tener una buena sala de conciertos se dejó marchar quien sabe si para no volver.
El caso es que remataba esta complicada temporada y lo hacía con un concierto en el que se reunían los extremos del escalafón. La Orquesta Infantil y la Sinfónica. A la infantil, que cumple diez años, la preparan Enrique Iglesias y Jorge Montes, y a fe que lo hacen bien, pues la versión que ofrecieron del Concerto Grosso de Vaughan Williams fue más que notable bajo la dirección de Dima Slobodeniouk, quien antes se había dirigido al público con unas palabras de alegría por tener a los chicos en el escenario y al público en el Coliseum. Con todo y lo bien que tocaron chavales y chavalas, me quedo con algo que los honra, empezando por su concertino: el cuidado a la hora de afinar. Por ahí se empieza y si en algo no puede un músico caer jamás en la desidia es en eso. Enhorabuena.
La pieza fuerte del programa era el Réquiem de Mozart. Fue la de Slobodeniouk una versión cuidadosa, atenta, muy clara en lo instrumental, de modo que, con un orgánico adecuadamente reducido, se escuchaban, a partir de unos planos sonoros bien resueltos, esos detalles que hacen aún más bello el discurrir de la obra, así, en particular, la claridad con que llegaba el corno di basetto. El Coro de la OSG canta poco a lo largo de la temporada y en cierta manera se la juega cada vez que lo hace. En esta ocasión fueron sesenta y cuatro cantantes enmarcando a la orquesta en el escenario, muy distantes entre sí por mor de las normas sanitarias. Unamos a esa dificultad, que complica el empaste, una cierta falta de empuje, de presencia, de redondez. Por otro lado, demostraron de lo que son capaces en un estupendo Lacrimosa y en un magnífico Agnus Dei en el que el propio Slobodeniouk se volcó hasta físicamente y que fue el mejor momento del concierto. Irreprochables los solistas vocales, que hicieron honor a sus jóvenes pero intensos currículos a pesar de la enormidad del espacio.
Luis Suñén