LA CORUÑA / OSG: rarezas con algo más
La Coruña. Palacio de la Ópera. 21-I-2022. Hakan Handerberger, trompeta. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Fabien Gabel. Obras de Aubert, Tomasi, Richard Strauss y Schmitt.
Interesantísimo programa el propuesto este fin de semana por la Sinfónica de Galicia y su director para la ocasión, el parisino de 1975 Fabien Gabel. Músicas que abarcaban cuarenta y tres años de la primera mitad del siglo XX con un par de denominadores comunes: la presencia de la música francesa y la del personaje de Salomé. También un poco de decadentismo compartido. Recordemos, además, por rizar el rizo, que Strauss elaboró, con la colaboración de Romain Rolland en el libreto, una versión en francés—idioma en el que Wilde escribió el texto que dio lugar a la ópera— casi al mismo tiempo que la alemana que triunfó y que conocemos. Fue grabada, por cierto, en 1990 por las huestes de la Ópera de Lyon bajo la dirección de su entonces titular, Kent Nagano.
Fuera porque la Danza de los siete velos es siempre un gancho, fuera porque tampoco estas novedades eran como para tenerles miedo, el caso es que el público coruñés respondió muy bien a una llamada poco convencional de esas que contribuyen a que una temporada sea más abierta, menos previsible y por ende también más atractiva. Así escuchamos la estilizada y densa a la vez, nada demagógica, Habanera de Louis Aubert —qué tiempos de la música francesa de la segunda fila, la que defendían Munch, Paray o Fourestier—, el brillantísimo Concierto para trompeta del muy mediterráneo Tomasi, la opulenta danza citada de la Salomé de Strauss y la injustamente olvidada y admirablemente construida La tragedia de Salomé de Florent Schmitt, con un pie en Cesar Franck y otro en sí mismo.
De todo ello fue responsable principal Fabien Gabel, un maestro elegante en el podio, claro en el gesto y que supo sacar todo lo que el programa llevaba dentro, más allá del éxito seguro que se suponía traería consigo la pieza de Strauss. Entendió muy bien el punto justo de la Habanera de Aubert, su si es no es, y el conflicto, o la complementariedad, entre la sensualidad y la violencia de la suite del ballet de Schmitt, después de haber firmado una Danza con todo lo que se espera de ella pero también con el control que precisa semejante despliegue —muy bueno el final—. Magnífica sensación, pues, la dejada por este maestro que acaba de concluir su contrato con la Sinfónica de Quebec y que suena en los medios norteamericanos, junto a Dima Slobodeniouk y algún nombre más, como posible sucesor de Osmo Vänskä al frente de la Orquesta de Minnesota.
En el Concierto de Tomasi, Hakan Handerberger nos hizo evocar a los que peinamos canas —como él las peina ya también— a aquel veinteañero que nos dejó patidifusos en 1986 con un disco dedicado a los conciertos de Haydn, Hummel, Hertel y Stamitz. El sueco sigue en plena forma y gestionó el concierto de Tomasi con una mezcla magistral de dominio e intención. Por cierto, que Gabel fue también trompetista —premio extraordinario en el Conservatorio de París— y algo influiría el hecho en su estupendo acompañamiento de una partitura de la que Handerberger y él han descubierto dos minutos que su autor había cortado en el último movimiento, los han añadido para equilibrarlo mejor y dado aquí por vez primera en España.
Por su parte, la Orquesta Sinfónica de Galicia volvió a mostrarse en la línea del extraordinario momento por el que está pasando. De nuevo todas sus secciones mostraron su clase y de nuevo también hay que darle un sobresaliente al corno inglés, Avelino Ferreira, tan requerido en la obra de Schmitt. Un entretenidísimo —si se me permite la expresión nada peyorativa— concierto, de esos que estimulan a los temerosos sin irritar demasiado a los que quieren ir más lejos.
Luis Suñén