LA CORUÑA / Núñez Carbullanca y Richard Strauss: camino y gloria

La Coruña. Palacio de la Ópera. 23-IV-2021. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Andrew Litton. Obras de Núñez Carbullanca y Richard Strauss.
Álvaro Núñez Carbullanca (Santiago de Chile, 1979) explica su Vía, estrenada en este concierto y ganadora del XIII Premio Andrés Gaos de Composición Musical de la Diputación de La Coruña, como la consecuencia de “componer una música cuyo andar rítmico fuese parangonable al ámbito variable de velocidad de los pasos, latidos y respiraciones que produce normalmente una persona al caminar, un tiempo pulsante que se expande y contrae sin dividirse internamente”. Y añade: “luego, al componer, surgirán las metamorfosis que eventualmente transformarán la imagen de dichos pasos, latidos y respiraciones en otras imágenes”.
Ello nos haría pensar en una suerte de trasposición sonora al modo de esas obras que reproducen en plano más o menos cercano al oyente precisamente eso: pasos o latidos, quietud o movimiento. Sin embargo, y como parece lógico en una pieza con ambición de autonomía estilística, son las metamorfosis a que se refiere el autor las que van marcando el devenir de ese paseo y de esa vía que lo acoge y lo sostiene de forma más o menos amigable durante cerca de veinte minutos. Una línea básica se constituye en esencia y en eje de un discurso que se explicita menos de lo previsto pero que sí da la sensación de subdividirse en hasta seis partes a través de cambios de color e intensidad, leves acentuaciones o introducción de alguna célula rítmica. Especialmente interesante resulta en la tercera de esas posibles partes la vuelta al patrón inicial suscitada por flauta y trombón, las cuerdas en divisi en la cuarta, el crecimiento en la dinámica en la quinta con la aparición más clara de un latido, o la introducción por parte de los violonchelos de la última. Quizá sería interesante revisar el final, hacerlo algo más intenso, que la figura postrera muriera con algo menos de modestia, por así decir y con perdón. Partitura nada pretenciosa, bien construida, intensa sin retórica alguna, fue muy bien servida en su estreno por la OSG y Andrew Litton.
El maestro neoyorquino, muy querido por la orquesta, con la que mantiene una estupenda relación desde hace años, planteó una versión muy lucida de Vida de héroe, una música capaz de reflejar estupendamente el actual momento de la Sinfónica, la buena forma de sus primeros atriles y de todos sus grupos instrumentales a lo que añadir también la magnífica prestación del concertino Massimo Spadano. Fue una lectura directa, bien narrada, sólida pero también brillante en la que aparecieron con naturalidad las batallas y las intimidades del protagonista —estas un poco empañadas en su lirico devenir por el ruido de la lluvia que a la sazón cayó sobre la cubierta del Coliseum—, sus pompas y sus obras, todo eso que va a dar finalmente en tan favorecedor autorretrato.
Luis Suñén