LA CORUÑA / Lección magistral de Elisabeth Leonskaja

La Coruña. Coliseum. 13-V-2021. Elisabeth Leonskaja, piano. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Dima Slobodeniouk. Obras de Panufnik y Brahms.
Con Elizabeth Leonskaja no cabe más, a estas alturas de sus setenta y cinco, sino una fascinación que tiene mucho de complicidad. Los aficionados españoles mantienen con ella una relación de muchos años a través de los cuáles han vivido la evolución que convierte a una gran pianista en una artista admirable, le han visto dar ese paso que sólo está al alcance de unos pocos. La claridad en el toque, el equilibrio de un sonido dominador de todo el espectro dinámico, el virtuosismo evidente pero natural han devenido en eso que al final no sabemos cómo llamar pero que nos conmueve profundamente. Más aún cuando se comunica con tanta humildad, sin alharaca alguna, compartiendo ovaciones en todo momento con orquesta y maestro: una lección de arte y de vida. Esta vez, la materia fue un Concierto nº 2 de Johannes Brahms absolutamente interiorizado. El poderío, sin dejar ni un detalle de los tan difíciles que Brahms pide al piano, del Allegro non troppo —bien introducido por el trompa—, la solidez de mármol del Allegro appasionato, parecieran a la postre una preparación para el que sería momento inolvidable para los que estábamos en el Coliseum: un Andante diseccionado hasta su hilo más fino en el que el piano era voz aparentemente sin palabras pero que decía todo lo que decirse puede. Se cortaba el aire como sólo se puede cortar una lágrima. Magnífico en su momento de gloria el violonchelista Raúl Mirás. El Allegretto grazioso siguió como la resolución gozosa, elegantísima y popular de una obra que, grande como es, pide esa misma grandeza a quien la aborda.
Slobodeniouk, que acompañó formidablemente a Leonskaja, abrió sesión con la Sexta Sinfonía de Andrzej Panufnik, el compositor polaco compañero de fatigas de Lutoslawski y firmante de un catálogo que merecería más atención. De 1977, y subtitulada Mística —pero no en un sentido religioso, como el propio Panufnik explicaba, pues tiene más que ver con la matemática o la geometría— representa muy bien esa suma de modernidad y leve vanguardismo, de pleno dominio de la materia y de capacidad expresiva un punto austera que caracterizan a su autor. Poco más de veinte minutos de excelente música que fue muy bien servida por la OSG y su titular en el que fue su estreno en España.
Luis Suñén