LA CORUÑA / La intemporal modernidad del cuarteto de cuerda
A Coruña. Iglesia de las Capuchinas. 23-IV-2022. Festival RESIS. Quartet Gerhard. Obras de Robert Gerhard, Matthias Pintscher y Alban Berg.
Afirmaba un buen conocedor de la tradición musical europea, como lo fue Luigi Nono, que el creador con voluntad de trascendencia no debería medirse únicamente con sus contemporáneos, sino con el coro de los grandes maestros de la historia, con el fin de hacer avanzar dicha tradición, movido por lo que Heinz-Klaus Metzger calificaba —refiriéndose al propio Nono— como “imperativo moral de progreso”.
Ahora bien, aunque esa mirada al pasado se pueda efectuar a través de cualquier instrumento, pues hablamos de desarrollo artístico y estético, no cabe duda de que medirse con los Haydn, Mozart o Beethoven, por tomar los tres pilares del clasicismo, será más fácil por medio de un cuarteto de cuerda que a través de una combinación, pongamos por caso, de saxofón y electrónica; así que quizás ahí resida una de las claves para entender la vigencia de una formación, el cuarteto de cuerda, entre las más activas y profusamente reinventadas a lo largo de los últimos siglos, permitiendo afinar mucho mejor nuestra medida del progreso en lo musical (algo que, por descontado, no se corresponde linealmente con las fechas de composición de cada partitura).
La cuarta entrega del ciclo Gran Torso nos invitó, el pasado 23 de abril en A Coruña, a conocer de primera mano tres brillantes momentos de ese proteico rizoma histórico-instrumental que es el cuarteto de cuerda, con el austriaco Alban Berg, el español Robert Gerhard y el alemán Matthias Pintscher como protagonistas, en un recorrido que, aunque no hubiese seguido esta secuencia cronológica, sí nos mostró de forma aquilatada los sucesivos avances técnicos y estilísticos que en el siglo XX tanto hicieron crecer a esta formación instrumental, llegando a partituras de la genialidad y la novedad del propio Gran Torso (1971), cuarteto de Helmut Lachenmann que da nombre a este ciclo del Festival RESIS (algo que nos mueve a pedir a su director artístico, Hugo Gómez-Chao, que se acuerde de programar, precisamente, dicha página).
Tanto los cuartetos de Lachenmann, como los de Berg, Gerhard y Pintscher, tienen como comunes intérpretes de referencia al Arditti Quartet, una formación que durante décadas ha marcado nuestra forma de comprender dichas obras, por medio de sus respectivas grabaciones para Kairos, Montaigne, æon y Winter & Winter. Pues bien, si los compositores se miden con la historia a través de sus sucesivas partituras, no menos lo hacen los intérpretes con respecto a esos músicos que antes nos habían descubierto esas páginas que tanto amamos, siendo en la quinta edición de RESIS el Quartet Gerhard el que se medía con tan sólidas referencias interpretativas como las del cuarteto británico, habiendo superado tal examen (adelantémoslo ya) con una altísima nota.
Uno de los criterios que diferencian al Gerhard del Arditti es la forma de enfocar históricamente cada partitura (algo que ya había podido comprobar en octubre de 2015: primera ocasión en la que escuché en vivo al Gerhard; especialmente, entonces, en lo que a György Kurtág se refería). Así, mientras que el Arditti suele extremar al máximo la modernidad de cada partitura en cuanto a articulación, ataque, tempo y dinámicas, creando versiones muy aceradas y agresivas que redefinen dichas obras desde los sucesivos avances que éstas han propiciado con el paso del tiempo, el Gerhard las coloca más ajustadamente en su contexto histórico, destacando los vínculos con el espíritu del tiempo en que fueron compuestas, así como las improntas de los estilos precedentes desde los que estas partituras surgieron en su día.
Es algo que evidenció el Quartet Gerhard ya en la primera pieza del programa, firmada por el compositor que les da nombre, el también catalán Robert Gerhard, de quien escuchamos su Cuarteto de cuerda nº 2 (1960-62). Compuesto entre dos obras maestras gerhardianas, como la Sinfonía nº 3 “Collages” (1960) y The Plague (1963-64), aunque a la concepción de este cuarteto se asomen influencias de la electroacústica y de su organización del sonido en texturas, en el gran fresco que conforman las siete secciones ininterrumpidas de este cuarteto han primado esta noche, precisamente, las influencias de la Segunda Escuela de Viena, con ecos de la mismísima Lyrische Suite (1925-26) que cerraría el programa. Sin dejar de acusar una más prolija paleta técnica y tímbrica en este segundo cuarteto con respecto al primero, el Quartet Gerhard no lo enfoca desde la radicalidad de un Arditti (que lo pone en la estela de la avantgarde de la posguerra), sino que rescata sus ecos melódicos y sus armonías con mayor serenidad y elegancia, rubricando una lectura de verdadera enjundia y belleza.
También lo ha sido la impresionante interpretación de Figura II / Frammento (1997), cuarteto de cuerda de Matthias Pintscher inspirado en la obra de Alberto Giacometti, de cuya influencia se deriva la reducción de los materiales en esta partitura, su carácter monocromático y la continua relación que, a modo de prismas reflectantes, se establece entre los músicos del cuarteto. Con estos concentrados y ascéticos planteamientos, apenas recurre Pintscher a técnicas extendidas (más allá de puntuales roces de arco contra el cordal), lo que facilita esa directa comparación entre periodos históricos, al utilizar el compositor alemán, básicamente, notas y una armonía que, llevada a sus extremos, se convierte en Figura II en pura luz. La precisión del Gerhard y su gran compenetración han brindado una versión de un altísimo nivel, que nos ha dejado con ganas de escucharlos en más páginas para cuarteto del propio Pintscher.
Como antes adelantamos, la vigencia y la actualidad de una partitura no es cosa de su fecha de composición, sino de lo que Juan Goytisolo decía modernidad intemporal que recorre la historia: uno de cuyos más genuinos frutos en el primer tercio del siglo XX fue la Lyrische Suite für Streichquartett de Alban Berg, pieza que cerró el programa con una nueva demostración, por parte del Quartet Gerhard, de cómo poner una partitura en contexto, hasta el punto de que en pocas ocasiones he escuchado la impronta de las armonías wagnerianas en la partitura bergiana (filtradas a través de Mahler y Schoenberg) como en esta lectura del cuarteto catalán (y no dudo de que a este enfoque han colaborado las lecciones recibidas por el Gerhard de Günter Pichler, primer violín del Alban Berg Quartett, uno de los cuartetos que mejor han tocado la Suite lírica).
A ello se une un portentoso dominio de la técnica y un equilibrio, como cuarteto, digno de señalar, sin puntos débiles y con un balance entre las voces que hace audible hasta el más mínimo detalle de una Suite lírica que es una obra de una dificultad endiablada a la hora de ser (bien) interpretada (como esta noche el caso ha sido, aunando poesía, contundencia y sensibilidad: un buen ejemplo lo tuvimos en la forma tan sutil y casi susurrada como Judit Bardolet entonó, desde el segundo violín, el Du bist mein Eigen, tendiendo puentes con otra partitura de título lírico, cifrada a modo de cita amorosa en el cuarteto de Alban Berg: la Lyrische Symphonie (1922-23) de Zemlinsky).
Con todos estos ingredientes, la versión herculina del Quartet Gerhard ha seguido las líneas maestras de lo que les conocemos por su registro discográfico del año 2017 para Harmonia Mundi: fluidez, precisión, naturalidad y una lectura que no sólo impresiona musicalmente, sino que conmueve; y así debió sentirlo el público coruñés, pues la ovación al finalizar la Suite lírica fue imponente, premiando al que ha sido uno de los mejores conciertos escuchados en Galicia en los últimos años. De este modo, el buen hacer del Gerhard los llama no sólo a liderar la interpretación en este repertorio a lo largo de las próximas décadas, sino a hacerlo desde criterios propios emanados del directo estudio de la partitura y de su puesta en contexto en las corrientes modernizadoras del estilo a través de la historia; siempre atentos, como sostenía el propio Robert Gerhard, a que “los que mantienen viva una tradición no son los que se conforman, sino los que transforman”.
Paco Yáñez
(Foto: Xurxo Gómez-Chao)