LA CORUÑA / Doble maestro

La Coruña. Palacio de la Ópera. 10-I-2020. Marianne Beate Kielland, soprano. Jone Martínez, soprano. Juan Antonio Sanabria, tenor. José Antonio López, barítono. Coro y Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Carlos Mena. Obras de Pegolesi/J. S. Bach y J. S. Bach.
Sobre el papel parecía extremar un poco las cosas enfrentar dos visiones tan opuestas del relato mariano como el Stabat Mater —el dolor por la pérdida del hijo— y el Magnificat —la exultación por saberse madre (y sin saber las consecuencias)— y, sobre todo, hacerlo, además, y por así decir, de forma cronológicamente contraria a aquel. Sin embargo, el concierto que este fin de semana han ofrecido el Coro y la Orquesta Sinfónica de Galicia bajo la dirección de Carlos Mena ha sido un ejemplo de concepto, planteamiento, exposición y resolución. De entrada, porque proponer la versión que su contemporáneo Johann Sebastian Bach hiciera de la obra de Pergolesi suponía indagar en un universo expresivo diferente al original aunque no opuesto y que se complementaría después con el muy distinto talante del Magnificat. A ello añadamos la excelente idea de preceder cada obra con motetes, respectivamente, de Lotti y Palestrina cantados fuera de escena por los solistas vocales —en el primer caso los hombres, en el segundo el cuarteto— más el director, quien mientras sonaban los últimos compases de aquellos se acercaba silenciosamente a la orquesta para comenzar attacca cada una de las dos piezas fundamentales del programa con un efecto inmediato sobre la audiencia.
Respecto a los resultados no cabe sino decir que este ha sido el mejor de los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Galicia esta temporada y uno de esos que, al menos para el que firma, quedará entre los inolvidables. Las razones son perfectamente descriptibles. En primer lugar el conocimiento del estilo, la elegancia expositiva, el muy equilibrado sentido dramático, la musicalidad excepcional de Carlos Mena que es ya no solo un gran contratenor sino un excelente director de orquesta, cada vez mejor. Así, supo hacer que la OSG tocara con los hábitos de una formación especializada y no solo en lo referente a la ausencia de vibrato sino igualmente en lo que respecta a la cualidad de la música que se toca, a ese ideal expresivo al que se llega por medios distintos a los del repertorio habitual de una formación como la coruñesa que, consciente del momento, no tuvo prisa alguna por afinar como Dios manda, eso tan definitorio. A destacar el oboe David Villa y los flautas Claudia Walker Moore y Juan Ibáñez, así como Sara Erro al continuo en el órgano positivo. A su lado, un adecuadísimo cuarteto de solistas del que hay que destacar a las dos voces femeninas —la cada vez más prometedora Jone Fernández y la ya consagrada Marianne Beate Kielland, una mezzo que hizo de segunda soprano en Bach—, exquisitas en el Stabat Mater, a las que se sumaron con eficacia en el Magnificat Juan Antonio Sanabria y José Antonio López. Al grupo se unió en la obra bachiana el propio Carlos Mena que dio una lección magistral en el Esurientes —qué manera de concluirlo—, momento culminante de este concierto espléndido. Añadamos, claro está, la formidable prestación de un Coro de la Sinfónica de Galicia que supo ir con valentía más allá de las notas, que se hizo acreedor a ese voto de confianza de que hemos hablado aquí alguna vez y que, antes de resolver las complicaciones del arranque del Gloria, tuvo su mejor momento en un Fecit Potentiam en el que, literalmente, voló. Felicidades a todos.