LA CORUÑA / Cuando tres son tres
La Coruña. Teatro Rosalía de Castro. 18-II-2020. Trío Shaham-Erez-Wallfisch. Obras de Beethoven.
Del ojo avizor de la Sociedad Filarmónica de A Coruña deja buena muestra este recital con el que celebraba el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven. Ojo, y olfato, manifestados por la elección de los mismos intérpretes que, con semejante ocasión, están ofreciendo los tríos del compositor en el Wigmore Hall de Londres y que forman un grupo de cámara de excelente calidad, que recuerda a esas formaciones de antaño que competían con las reuniones más o menos habituales y más o menos circunstanciales de grandes nombres solistas. Es verdad que cada componente del trío, sobre todo el violonchelista Raphael Wallfisch, tiene su carrera individual pero es el conjunto el que ha sabido imponerse. El trío se formó en 2009 aunque desde 2003 el violinista Hagai Shaham y el pianista Arnon Erez tocan juntos a raíz de ganar el concurso ADR de Múnich.
Pedirle cohesión a un trío —o a un cuarteto— es como exigirle valor a un soldado profesional, pues va de suyo. Por eso tal virtud ha de demostrarse a través de la comunión en un estilo, en un modo de hacer, en una forma de escuchar y en el seguimiento de una pauta común que no anule la personalidad del conjunto. Y ahí está la suma de las características de Shaham, Erez y Wallfisch. Pero, claro, para llegar a eso hace falta la excelente técnica que lucen, el buen estilo expresivo que los caracteriza, el especial gusto para resolver los momentos más líricos y un sentido muy natural en las dinámicas. Todo empezó a verse muy desde el principio, en, por ejemplo, el Adagio del Trio op. 11 nº 4, siguió en los dos Allegretti del Op. 70 nº 2 y se confirmó en la segunda parte en el monumental Archiduque, palabras mayores de la literatura camerística de todos los tiempos. Hay que saber cantar y explicar la enorme cantidad de belleza que atesora y, en cierta manera, enfrentarse a esas versiones canónicas que el aficionado lleva dentro. Los tres músicos lo hicieron magníficamente, apoyadas siempre la brillantez de Shaham y la elegancia de Wallfisch en la capacidad rítmica del piano de Erez. Como encore, el pimpante Finale del Trío nº 27 de Haydn.
Luis Suñén